Un año más, la Operación Feriante demostró que los inmigrantes se juegan el tipo por llegar a la península.
La Operación Feriante deja todos los años un buen puñado de imágenes que reflejan la desesperación de los inmigrantes por llegar a la península de cualquier manera y los esfuerzos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por impedir que cumplan su objetivo.
Un año más, la plaza de San Lorenzo volvió a ser un hervidero de inmigrantes en busca de una oportunidad de colarse en los camiones de los feriantes. Conforme avanzaba la noche, comenzaron a dejarse ver por el Real de la Feria multitud de jóvenes que deambulan por la zona de manera disimulada a la espera de un despiste para subirse en los vehículos. En la mayor parte de las ocasiones, los intentos acabaron con el inmigrante huyendo de la Policía Nacional a través de la plaza.
Muy pocos fueron los que se atrevían a contar cuáles eran sus razones para intentar salir de Melilla. En ocasiones, ni siquiera hablaban español, aunque en su rostro se adivina el deseo de alcanzar una vida mejor.
Como pudo comprobarse horas después en el puerto, los inmigrantes tentaron a la suerte incluso a riesgo de su propia vida, llegando a buscar un hueco dentro de los camiones junto a otros catorce compañeros pese al reducido espacio que dejaban para respirar los hierros de las atracciones. Otros no dudaron en esconderse en los bajos de los vehículos, a pesar del riesgo de encontrar allí la muerte con facilidad.
Al final de la mañana, cuando un agente de Guardia Civil examinaba uno de los camiones, encontró entre los elementos de la atracción una sandalia, un mechero y un paquete de tabaco. Pese a que la Benemérita se afanó en la búsqueda de un posible polizón, el vehículo estaba aparentemente vacío. “El camión está fichado para cuando llegue a su destino, no se le quitará el ojo de encima”, afirmó un agente. Puede que más de uno llegara a rozar con los dedos el sueño de una vida mejor.