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Inicio » Cultura y Tradiciones

Joaquín Sabina se despide de Melilla por la puerta grande

El grupo 'Dímelo en la calle' formado por músicos andaluces atrajo a más de 1.000 personas a la plaza Pedro de Estopiñán

por Carmen González
18/05/2025 13:00 CEST
Joaquín Sabina se despide de Melilla por la puerta grande

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Ahora que Joaquín Sabina se está despidiendo de los escenarios en una gira final que lo ha llevado por buena parte de Sudamérica y por diversas ciudades de España, ayer por la noche Melilla vivió su propia celebración del maestro. Fue una despedida simbólica, sí, pero cargada de emoción, fuerza y nostalgia. A las 22:00 horas, en la abarrotada plaza Pedro de Estopiñán (que reemplazó a la Plaza de Armas como escenario ante la previsión de una gran afluencia) se congregaron cerca de mil personas para rendir tributo a una de las figuras más queridas y poéticas del rock español. El grupo ‘Dímelo en la calle’ ofreció un espectáculo de casi dos horas que nadie en la ciudad olvidará fácilmente.

'Dímelo en la calle' es un grupo formado por músicos andaluces como Joaquín Calderón, José Marín, Daniel Arjona, Andrés Tomás Rodríguez, Rodrigo Carmona y Edu Ruiz.

En un año marcado por la inminente retirada de Sabina (quien pondrá punto final a su carrera sobre los escenarios el próximo mes de noviembre), este homenaje se sintió como un último brindis compartido, un guiño íntimo entre el artista ausente y sus seguidores. Y es que, aunque él no estuvo físicamente, su espíritu, sus letras y su legado se adueñaron de cada acorde y cada verso.

Nada más comenzar el concierto, el cantante de la banda soltó con ironía, “Sabina es que no ha podido venir”. Una frase que rompió el hielo y despertó carcajadas cómplices, al tiempo que marcaba el tono del concierto: irreverente, auténtico y emocional. Desde ese momento, el público se entregó a una experiencia musical que no fue solo un repaso de canciones, sino una celebración a la vida, a la literatura de calle y a la ternura descarnada del autor de 19 días y 500 noches.

 

La plaza como escenario

La escena era digna de crónica, todas las sillas colocadas estaban ocupadas mucho antes de que empezaran a sonar los primeros acordes. El resto del público, de pie, rodeaba el perímetro, muchos con móviles en mano, otros simplemente cantando. La plaza Pedro de Estopiñán, bajo un cielo despejado, se transformó en un auditorio al aire libre donde los versos de Sabina se convirtieron en patrimonio compartido.

Entre los asistentes, la emoción y los recuerdos que la música de Sabina les trajo eran palpables. “Sabina ha sido la banda sonora de mi vida. Estas canciones me llevan a momentos muy concretos, amores, desamores… Escucharlas así, me traen mucha nostalgia”, comentó Lourdes una vecina melillense.

"Ha sido escuchar '19 días y 500 noches' y volver a estar en el coche con el casete puesto", dijo un señor acompañado de su esposa. Quién añadió, "se agradece mucho que la Ciudad Autónoma nos proporcione esta oferta cultural".

Un joven que estaba con su grupo de amigos confesó que, "después de esto, vamos a ir a por un whisky para brindar por el poeta".

El grupo ‘Dímelo en la calle’ no escatimó en energía. Su propuesta se centró en el repertorio más rockero de Sabina, alejándose de lo melódico para abrazar los guitarrazos, los bajos contundentes y las letras incendiarias.

Canciones como Pacto entre caballeros, Conductores suicidas, La del pirata cojo, Ruido, Peor para el sol o Pastillas para no soñar fueron interpretadas con una intensidad que puso en pie a buena parte del público. No fue un “karaoke con banda”, como a veces ocurre con los tributos. Fue una reinterpretación fiel al espíritu sabinero con garra, ironía, calle y ternura. Cada solo de guitarra se sintió como un suspiro contenido, cada golpe de batería como una declaración de principios.

A medida que avanzaba el espectáculo, los asistentes se fueron soltando, cantando a coro, bailando, cerrando los ojos y dejándose llevar. En muchos rostros se notaba un sentimiento de gratitud por la obra de Sabina, por su lenguaje único, por haber dado voz, con crudeza y ternura, a los que no suelen tenerla.

 

Una despedida anticipada

Aunque Joaquín Sabina no pisó el escenario melillense, su sombra estuvo presente. No solo en las letras, en los acordes, en las emociones, sino también en la conciencia de que esta despedida es real. Con 75 años, Sabina ha anunciado que colgará el sombrero en noviembre, poniendo fin a una carrera que ha marcado a varias generaciones.

Por eso, este concierto fue más que un tributo, fue una forma de cerrar el círculo. Melilla se despidió del flaco con una ovación sostenida, con copas imaginarias alzadas y con una plaza entera coreando como si él estuviera allí, entre versos y guitarras.

La organización del evento corrió a cargo de la Ciudad Autónoma de Melilla y Museos de Melilla, con el apoyo del ICOM. Más allá del espectáculo musical, fue una demostración de que la cultura puede y debe ocupar el espacio público. Convertir plazas en escenarios, noches comunes en eventos inolvidables, es una fórmula que en esta ocasión ha brillado con luz propia.

Y anoche, en esa plaza llena de voces, guitarras y recuerdos, Melilla demostró que a Sabina no se lo despide con lágrimas, sino con brindis, con versos a pleno pulmón, con noches que no deberían tener final.

​​Porque hay artistas que se van y hay Sabinas que se quedan para siempre. Como diría el propio Joaquín, “que el corazón no se pase de moda”. Y anoche, definitivamente, no se pasó.

Tags: Noticias de Melilla

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Comments 2

  1. Pablo comentó:
    hace 1 mes

    Me habéis censurado mi comentario.Viva la libertad de expresión.

  2. Pablo comentó:
    hace 1 mes

    Sabina se va despidiendo de España, él.Pero en Melilla lo hace a través de un grupo que no lo conoce ni en sus pueblos.Poca gente de primera fila vienen a este pueblo .Aquí nos conformamos con todo..

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