El psicólogo melillense Juan Manuel Fernández participa en los programas organizados por la Universidad de Zaragoza.
Los accidentes de avión que se produjeron en Melilla y en Málaga, así como la rotura de los depósitos de agua que hubo en la ciudad en los 90 han sido algunos de los ejemplos de catástrofes que han analizado y estudiado los alumnos de un programa de la Universidad de Verano de Teruel. El encargado de ofrecer este curso sobre la intervención de los psicólogos ante este tipo de emergencias ha sido Juan Manuel Fernández Millán, psicólogo de la ciudad y experto en esta materia.
Durante tres días, unos cincuenta alumnos han aprendido las diferentes medidas que se deben poner en práctica antes de que ocurra una catástrofe y las herramientas que pueden utilizar cuando esta emergencia ya ha ocurrido. Fernández Millán explicó a El Faro que el curso, que finalizó ayer, contó con una carga muy alta de prácticas para que los estudiantes pudieran asimilar mejor toda la información. Destacó que sus cursos están siempre repletos de juegos de roles y ejemplos que ayudan a los alumnos a situarse en la posición de quien sufre una emergencia o de los técnicos que deben ayudar a los heridos y los familiares de los implicados.
Asegura que en alguna ocasión los estudiantes más sensibles pueden soltar alguna que otra lágrima, pues les embarga la emoción al imaginarse en una situación tan dramática como la muerte de personas por un accidente de avión o por un suicidio.
Destacó que este curso ha contado con un gran número de alumnos que han participado de forma activa en cada una de las actividades planteadas.
Segunda vez en Aragón
Este psicólogo melillense ha estado participando en otras ocasiones en actividades de la Universidad de Zaragoza, institución a la que pertenece el coordinador de de este curso, Ángel Castro.
La acogida de este programa formativo ha sido muy positiva porque la actuación frente a catástrofes no forma parte de los estudios de la carrera de grado de Psicología de forma específica.
Con las pautas marcadas por Fernández Millán, los alumnos podrán intervenir con todo tipo de personas que viven de forma directa o indirecta una situación de emergencia, desde las víctimas a sus familiares, los técnicos sanitarios o los bomberos.
Fernández Millán indicó a El Faro que comenzó este curso con los aspectos que los equipos de emergencia pueden organizar antes de que suceda una catástrofe, como por ejemplo, realizar simulaciones de emergencia para comprobar la efectividad de los equipos sanitarios.
La segunda parte de este programa es cómo realizar la atención psicológica de los afectados y de los técnicos que intervienen en las emergencias, tanto a corto plazo como a largo.
Los alumnos han aprendido a detectar los síntomas y a establecer la terapia para las personas afectadas. Fernández Millán asegura que las pesadillas, las ideas recurrentes, las hiperventilaciones o el hecho de no poder pasar cerca del lugar en el que se produjo la catástrofe son síntomas del estrés que pueden llegar a padecer las personas que viven estas experiencias.
La última parte de este curso es taller de habilidades sociales y comunicación.