No ha sido hasta esta hoy cuando el Domingo de Ramos ha dado comienzo a la Semana Santa, pero en varios cuarteles de Melilla hace un mes que se palpa esta importante festividad cristiana. Y es que, como cada año, un buen número de militares volverán a acompañar a cofradías de la ciudad y la península en sus pasos procesionales, cumpliendo así con una tradición que acumula décadas de historia.
Conscientes de ello, soldados de Regulares, La Legión, Artillería y la Compañía de Mar preparan su participación con esmero. Horas y horas de ensayos a paso lento y movimientos de armas al compás de diferentes marchas son la clave para que sus desfiles en las procesiones de Semana Santa salgan perfectos.
Esa es una de las principales preocupaciones entre los militares melillenses que saldrán estos días en una veintena de pasos procesionales, un reto que afrontan con nervios, expectación y muchas ganas. Este año, como siempre, ha habido más voluntarios que plazas disponibles, todo un indicativo de la importancia de esta cita para el Ejército.
Un importante escaparate
“Esta semana es especial para nosotros, porque podemos salir a la calle y mostrar parte de lo que hacemos en el día a día”. Quien habla para Efe es el teniente Joaquín Muñoz, jefe de la sección de Reconocimiento del Tercio Gran Capitán 1º de la Legión, durante uno de los pocos descansos que se toman en el ensayo.
El mando, junto a los legionarios de su compañía, la Banda de Guerra y la Escuadra de Gastadores, además de las mascotas de la unidad -un carnero y dos jabalíes-, recorren desde hace días el Acuartelamiento Millán Astray como si fueran las calles de Melilla, Antequera y Córdoba, los lugares en los que desfilan esta Semana Santa.
Málaga, uno de los epicentros nacionales cada Jueves Santo con el desembarco en el puerto para la procesión del Cristo de la Buena Muerte, no le toca este año a los legionarios melillenses, ya que el Ministerio de Defensa va rotando la participación en este paso entre los tercios de Almería, Ronda, Ceuta y Melilla.
Pero el teniente Muñoz no olvida lo “impactante” que fue para él vivirla desde dentro hace dos años en el que fue su primer desfile procesional en la península. “Había mucha gente”, recuerda. No le falta razón, pues son miles las personas que se echan a la calle en Málaga para esta procesión, muchas atraídas por la Legión, que “allá por donde va es querida por todos los españoles”.
Y lo mismo ocurre con el Grupo de Regulares nº 52 (Greg 52), la unidad militar más condecorada del Ejército español, que este mismo sábado realiza la primera de sus seis participaciones en esta Semana de Pasión con la escolta al Cautivo de Málaga en la Misa del Alba y su traslado como antesala a la procesión del Lunes Santo.
La presencia de los regulares melillenses, con sus característicos uniformes color garbanzo, capas blancas y tarbuch rojo, es todo un acontecimiento no solo en Málaga, sino también en otros puntos de la provincia, como Vélez-Málaga y Antequera, en Huércal Overa (Almería) y Setenil de las Bodegas (Cádiz).
Una gira exprés que el Greg 52 aprovecha como una de las pocas oportunidades que tiene a lo largo del año para ir a la península, junto con los desfiles del 12 de octubre y el Día de las Fuerzas Armadas, y “enseñarle a la gente los valores de Regulares y cómo es esta unidad en realidad”, explica el teniente Alejandro Saz Alcay.
Sentimiento religioso
Este joven mando zaragozano vivirá esta Semana Santa, por primera vez, como militar y no como cofrade. No es el único, ya que entre sus soldados hay varios que son, precisamente, hermanos de la Cofradía del Socorro (Antequera), a la que acompaña esta unidad de Infantería detrás de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
“Normalmente desfilan en Semana Santa, dentro de la cofradía. Este año van a tener el honor de hacerlo con Regulares”, apunta el teniente. “Un honor” que también comparten soldados de otras religiones o incluso ateos porque, si bien para los militares cristianos esta participación tiene una connotación religiosa, para el resto “sigue siendo un desfile”, como recuerda Saz Alcay.
Lo confirma el cabo caballero legionario Mohamed, jefe de la Escuadra de Gastadores del Tercio, que ve los desfiles de Semana Santa como una parte de su trabajo que hace lo mejor que puede. El soldado regular Rachid Mohatar, por su parte, se muestra contento de participar por primera vez en las procesiones. Para él es “una oportunidad” de vivir “una experiencia muy bonita”.
En definitiva, todos quieren formar parte de una tradición en la que los militares palpan el cariño de la gente y que acerca mucho más al Pueblo todo lo relacionado con la institución castrense. De ahí que se preparen a conciencia para estos días, aprovechando parte de su adiestramiento en el orden cerrado (formación), pero con algunos números distintos a los del día a día.
Semanas de ensayos
En el cuartel inciden, sobre todo, en el manejo de las armas. “Lanzarlas para arriba y cambiarlas es lo que más cuesta y para lo que más ensayamos”, reconoce el teniente Saz. Opinan lo mismo los jefes de las escuadras de gastadores del Regimiento de Artillería Mixta nº 32 (Ramix 32) y del Tercio Gran Capitán, que llevan semanas perfeccionando malabarismos que levantan pasiones entre el público.
“Es lo que más le gusta a la gente, cuando nos ponemos a hacer los movimientos y cualquier cambio de hombro”, resume el cabo Barroso, del Ramix 32, antes de mostrar los cortes y los golpes en las manos y las muchas horas de dedicación que requiere como la otra cara de la moneda de un oficio que “te tiene que gustar sí o sí”.
La música, clave para la coordinación de todo el piquete, es otro de los aspectos que más triunfan en las procesiones con participación militar. Las bandas de las diferentes unidades han preparado para estos días marchas diferentes a las habituales, pero lo que más interpretan son los himnos de sus respectivas unidades porque el público los pide para cantarlos con ellos.
“Para nosotros es un orgullo y un honor tremendo. Es muy emocionante vivirlo”, afirma de manera rotunda la soldado Nerea Sánchez de la Cruz, que toca en la Banda de Música de Regulares. El cabo caballero legionario Diego Francisco Calo está de acuerdo y cifra en unas 100 las veces que pueden llegar a cantar ‘El Novio de la Muerte’ en un desfile.
“A la gente de la calle le gusta, se lo saben de memoria. Incluso mejor que nosotros, diría”, bromea el jefe de la Banda de Guerra de la Legión. Una muestra más de cómo la participación militar en la Semana Santa es una tradición tan arraigada, que algunas procesiones no se entenderían sin la presencia de los soldados escoltando a las imágenes sagradas.