Muchas son las rapaces que sobrevuelan nuestro cielo, aves de gran tamaño que nos fascinan y forman parte de cuentos, historias y mitos. La mayor de todas las que nos frecuentan con asiduidad es el gran Águila Perdicera o Águila de Bonelli, una animal que puede llegar a los 175 centímetros de envergadura y casi 2 kg de peso, todo un tanque aéreo que, aun así, es una de las águilas mayores más ágil, siendo una ávida cazadora que aprovecha con gusto nuestro superávit de perdices morunas o palomas, dos de sus presas preferidas.
Lo que arrebata el alma es ver cómo tan imponente animal puede ser maltratado hasta casi quebrar su espíritu y eso es algo que el equipo de SEO/BirdLife Melilla tuvo que sufrir el pasado 17 de enero, cuando una llamada nos alertaba de que una gran hembra de esta especie se encontraba maltrecha en el cauce del Río de Oro.
Sacar adelante un gran águila sin ayuda, ¿se puede?
Tras la llamada, nuestro grupo de voluntarios se puso manos a la obra, y tras hablar con el Seprona, a quien agradecemos la confianza depositada en nosotros para hacernos cargo, fuimos a por el animal.
Después de capturarlo pasó por una primera exploración veterinaria, denotando extrema delgadez y debilidad, además notamos por diferentes síntomas que se trataba de un animal que había estado encerrado, cautivo, probablemente por largo tiempo, algo lamentable. Pudimos conocer de primera mano el origen del animal, algo que no merece más tiempo de este artículo. Nos dispusimos a tratar su pico, astillado, agrietado y con un crecimiento anómalo, algo que le impedía comer con normalidad y ponía en peligro su vida.
Posteriormente a este primer contacto y después de encontrar un lugar donde el animal estuviera cómodo, nos dispusimos a trazar un protocolo, con el miedo de saber que no contábamos con ningún apoyo y que teníamos que hacerlo todo con nuestros medios y dinero, algo harto complejo pero que merecía la pena por la vida del ave.
Uno de nuestros voluntarios, Pablo Sánchez, avezado y experimentado en la recuperación de aves, con el apoyo de nuestro compañero Ale Ortiz se encargó de alimentar y limpiar al animal en las tareas diarias, algo que no es tan fácil como cambiar el alpiste de un canario, pues requería el costear y preparar entre 1 y 3 codornices/palomas cada día, en dos tomas, 7 días a la semana, además de ganarse la confianza del animal para que este empezara a comer con el miedo de saber que dado su estado si algo sale mal poco podríamos hacer.
Ahí entra la figura de nuestra veterinaria, Adelaida Carballo, probablemente quien mejor conoce los aspectos médicos de las rapaces en toda Melilla, que contando con el apoyo de nuestra compañera Alicia Castillo y de un servidor, Francisco Pérez, se dispuso a desparasitar interna y externamente al animal, algo complejo con tales garras, además de suministrar un complejo vitamínico que ayudase a la rapaz a reponerse.
Ya asentados en esta dura rutina, la presión y el peso de pensar en el futuro que le esperaba al animal nos reconcomía. No podíamos tenerlo encerrado de forma tan precaria siempre, la suelta era compleja pues había sido criada durante muchos años en jaula y no podría valerse por sí misma. Además de vez en cuando surgían problemas relacionados con su estancia y la salubridad de la misma, la carencia de sol y la afección a la salud del águila que podía tener todo esto, sin contar con el gasto que estaban soportando alguno de nuestros voluntarios.
Nos mataba ver cómo la Ciudad Autónoma no daba soluciones ni apoyo y como nosotros no podíamos hacer más, todo parecía perdido y pasaba por el encierro perenne del ave, hasta que un día se abrió el cielo y la solución llegó, como siempre, desde fuera.
Grefa, la salvación llega, una vez más, desde la Península
Ante la inacción y falta de voluntad de nuestros gobernantes, a los que no duelen en prendas en dejar morir fauna protegida y de tan alto valor ecológico como este águila, tuvimos la suerte de que una de nuestras publicaciones en una conocida red social hablando del tema llamó la atención de los mayores expertos en el tema de la recuperación de animales que, además, cuenta con el proyecto Aquila a-LIFE sobre esta especie. Hablo del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa), una conocida organización que trabaja desde hace 40 años en recuperar y tratar animales para su vuelta a la naturaleza o, en caso de no ser viable, incluirlos en su programa de cría para aumentar la población de la especie.
Uno de sus integrantes, Manuel Galán, se puso en contacto con SEO BirdLife Melilla no solo para preocuparse por el estado del animal o asesorarnos. No. Nos ofreció el traslado del animal a su centro en Madrid corriendo ellos con todos los gastos, un sueño que se presentaba como una oportunidad para nuestra hembra de perdicera, que tendría por fin un futuro en el programa de cría de esta especie.
Esto por supuesto ponía de nuevo en la palestra las vergüenzas de nuestros dirigentes, que no se han pronunciado ni han mostrado ni el más mínimo interés por este ni por ninguno de los animales que engrosan la larga lista de recuperaciones que hemos tenido que realizar solos y con nuestros medios en Melilla.
Pero ya pensando en positivo teníamos la meta clara, ahora comenzaba la dura carrera burocrática para conseguir todos los permisos, certificados y demás papeles para llevar de forma legal el ave a Madrid. Algo que por desgracia me tuve que comer, y os aseguro que no fue fácil, pero que tras varias semanas y la ayuda de nuestra compañera Latifa pudimos llevar a buen puerto.
El pasado viernes 24 de febrero, tras un mes y ocho días, pudimos trasladar el animal a la Península en una resistente caja de cartón que preparamos y adaptamos para ella, con un mullido fondo de césped artificial siguiendo las instrucciones de Grefa. El encargado de trasladar tan preciada carga fue Juan Garzón, uno de los miembros destacados de SEO/BirdLife que, pese a la complejidad de manipular el habitáculo por sus dimensiones, y el recelo a dormir pegado a un depredador tan imponente, se pegó un viaje exprés a Málaga para dejarla en buenas manos, y esas manos fueron las de David Gutiérrez, miembro de Grefa que haría el resto del viaje hasta sus instalaciones en Madrid, donde ya por fin se encuentra el animal recibiendo las mejores atenciones.
Ha sido un durísimo reto que ha merecido cada minuto, euro, sudor y sangre depositados en hacer todo lo posible para que este animal tuviera una segunda oportunidad que su antiguo captor y nuestros dirigentes le habían negado.
Por supuesto agradecer enormemente a Grefa vincularse de tal modo y hacerse cargo de todo. Ha sido esencial su vinculación y siempre que un águila sobrevuele nuestro cielo los tendremos en mente, recordándonos que cada acción que hagamos por salvar una vida merece la pena. Gracias.
Aprovecho para agradecer también a Delegación de Gobierno y Bienestar Animal por facilitarnos los certificados para trasladar al animal, a Guelaya por cedernos un espacio en su vivero para el águila, al Seprona por contar con nosotros y a todos los que habéis colaborado por hacer esto posible.
El Centro de Recuperación de Especies
Hace ya 4 años, puede que 5, planteé por primera vez la necesidad de que Melilla, al estar aislada del resto de España y contar con una fauna propia, protegida y de un altísimo valor ecológico, debía contar con un Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA). Era más que necesario para asegurar la supervivencia de infinidad de especies que podían, normalmente por acción humana, terminar heridas o con necesidad de tratamiento.
Muchas son las veces que he hablado de esto en prensa. Muchas son las voces locales y foráneas que se han alzado pidiéndolo, muchos son los animales que han perecido por la inacción de quien desde su cómodo despacho decide que esas vidas no merecen ser salvadas. Y cuando digo muchos lo digo con conocimiento de causa.
En el último año nuestro grupo, de forma altruista y haciéndonos cargo de todos los gastos, además de teniendo que buscar hueco en nuestras casas, hemos tratado del orden de 50 paseriformes o aves pequeñas diferentes, 3 cernícalos, 2 águilas calzadas, 1 azor, 1 cárabo magrebí, 1 zampullín, 1 alcatraz atlántico, 1 autillo y la perdicera, además de un indeterminado número de mamíferos y otra fauna local.
Son muchas las ocasiones en las que hemos implorado ayuda a la Administración siendo ignorados, no solo nosotros sino también la fauna que de ellos depende. Es agotador.
El año pasado y tras este aluvión de animales presentamos y ayudamos a redactar el proyecto para el ansiado y necesario CREA, que se nos prometió a principio de verano. Mentira… Tras esa decepción se nos emplazó a otoño. Me reuní con el consejero que se mostró predispuesto a la idea, lo dábamos por hecho.
Ahí se quedó… Se nos contentó diciendo que este febrero aprobarían los presupuestos, que estaba incluido el CREA, pero con los presupuestos aprobados y esperando ver por fin algo tan relevante hecho una realidad en cuanto den el sí definitivo, últimas noticias. Va a ser que no…
Todos podéis ver en qué se va el dinero público de Medio Ambiente. Lo muestran en redes sociales, pero cuando preguntamos por el Centro de Recuperación siempre la misma respuesta: está parado. Como si de un coche sin gasolina se tratase, pese a todos nuestros esfuerzos y el beneficio para la fauna, y mientras vemos cómo llenan depósitos y depósitos, probablemente si los animales votaran y con la cercanía de los próximos comicios tendríamos un auténtico palacete para nuestra fauna, pero no es así, no renta, y mientras termino de redactar este artículo vuelven a llamarme por teléfono: un busardo, una de nuestras rapaces endémicas, ha sido visto con un ala maltrecha y me pregunto: ¿Tendrán que volver a salvar nuestra fauna desde fuera de la ciudad o nuestros técnicos y dirigentes van a cumplir de una vez lo prometido? ¿Tendrán que venir otra vez de fuera a barrernos la casa? Hagan apuestas.