Marruecos se mantiene en la calma después de las acusaciones de Argelia a su vecino de matar a tres camioneros argelinos en un supuesto ataque aéreo en el Sáhara Occidental, a la espera del discurso del rey Mohamed VI este sábado con motivo del aniversario de la Marcha Verde.
El Gobierno de Argelia envió este jueves una carta a la ONU en la que acusa a su vecino del oeste de la muerte de tres civiles argelinos en un supuesto bombardeo marroquí contra un convoy comercial en el Sáhara Occidental, un incidente que consideró como "acto de terrorismo injustificado".
Estas acusaciones ocurren en vísperas de la conmemoración este sábado del 46 aniversario de la Marcha Verde, un evento de gran simbolismo para los marroquíes, que forzó la retirada de las tropas españolas del territorio saharaui en 1975 cuando Hasán II convocó una marcha civil de más 35.000 marroquíes hasta el territorio.
Las expectativas están puestas en el discurso que dirigirá Mohamed VI a la nación en este día por si se refiere a la tensión con Argelia.
La estrategia del silencio
Hasta ahora Marruecos se mantiene en su estrategia de silencio en la gestión de su tensión con Argelia y no ha reaccionado de forma oficial a la última acusación de su vecino del este.
El único comentario indirecto difundido por ahora fue del portavoz del Gobierno, Mustafa Baytas, quien -preguntado este jueves por los periodistas sobre la última escalada- se contentó con decir que su país en su política exterior permanecerá apegado a "los principios de la buena vecindad con todos" sin citar a Argelia.
En el mismo sentido, la prensa marroquí minimizó la trascendencia de este incidente publicando análisis en los que consideró las últimas acusaciones como "una nueva propaganda argelina para incitar las hostilidades".
"Marruecos está tranquilo y sin nervios", dijo a Efe Moussaoui y subraya Ajlaoui, experto marroquí en el Centro de Estudios para África. Según él, Rabat tiene como prioridad ahora sacar mayor provecho político de varios hechos como el reconocimiento del expresidente estadounidense Donald Trump de la soberanía marroquí sobre este territorio saharaui, o la apertura de 23 consulados de países extranjeros en esta zona.
Para el analista, Rabat seguirá buscando más apoyo internacional a su tesis sobre el Sáhara ejerciendo mayor presión sobre Europa, concretamente España y Alemania, para convencerles con la opción de autonomía como solución política al conflicto.
Presionar a la ONU
En cuanto a la actual tensión bilateral, Ajlaoui explica que las relaciones entre Marruecos y Argelia empezaron a degradarse desde diciembre de 2019 con la llegada de Abdelmajid Tebboune a la presidencia, que según él, pretende "azuzar la hostilidad con Rabat para reforzar su legitimidad a nivel interno".
Ajlaoui cree que con el incidente de los camioneros Argelia quiere presionar a la ONU, concretamente tras la última resolución del Consejo de Seguridad que acordó ampliar el mandato de la Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental (Minurso), en una decisión que rechazó Argel y el Frente Polisario al considerarla favorable a la tesis de Marruecos respecto al conflicto.
"Argelia quiere cambiar las referencias del conflicto del Sáhara. Con su última escalada quiere decir al Consejo de Seguridad que su última resolución no ha hecho más que degradar la situación militar y de seguridad en la zona", analizó.
También con su actitud, añade Ajlaoui, Argel quiere presionar también a Mauritania para evitar cualquier futuro entendimiento entre Rabat y Nuakchot.
Sin embargo, Ajlaoui descarta que la actual tensión degenere en una guerra, aunque existe la hipótesis de "posibles escaramuzas fronterizas" al este del muro de defensa marroquí en las zonas de Bir Lehlu y Tifariti (llamadas zonas liberadas por el Polisario) frente a la localidad argelina de Tinduf.
"Marruecos y Argelia constituyen un factor estratégico para las grandes potencias y Europa en la región, y no van a permitir que estalle un conflicto en la zona", indicó.