Los datos del paro de este mes de septiembre nos han dejado un sabor agridulce a muchos melillenses. Tan innegable es que en materia de empleo estamos mejor que en 2019, como que de agosto para acá nos hemos descolgado dos meses consecutivos del tren de la recuperación.
Hace dos años, Melilla cerró septiembre de 2019 con 9.875 desempleados y el mes pasado había registrados en el Servicio Público de Empleo 7.624 personas. Estamos hablando de 2.251 parados menos en dos años y medio de tripartito.
Se dice rápido, pero no es fácil bajar el dato del desempleo en una ciudad como Melilla sin pesca, sin agricultura, sin industrias relevantes y dependiente del sector Servicios.
Es verdad que hay factores que influyen en esos buenos datos interanuales que tenemos en Melilla. No vamos a quitar méritos a las políticas de empleo que seguramente se han implementado, pero hay que tener en cuenta la influencia del cierre de la frontera, la ralentización en la concesión de permisos de trabajo a transfronterizos marroquíes y los ERTE. No vamos a darle ni más ni menos importancia de la que tienen porque es verdad que en Ceuta, con las mismas variables sobre la mesa, no han conseguido recortar el desempleo en números absolutos al nivel de Melilla.
Sería absurdo que nos comparáramos con Andalucía o con Asturias, dos autonomías en las que, como en Melilla, ha crecido el desempleo en el mejor septiembre de la historia del mercado laboral de este siglo XXI en España. No somos la oveja negra del país, pero nos ha tocado asistir a este momento en calidad de palmeros para aplaudir a los que sí lo han conseguido.
Nos corresponde compararnos con Ceuta y los números son elocuentes. Aquí tenemos 3.505 parados menos que en la ciudad caballa, pero ellos han registrado este mes una bajada del desempleo del 8,40%, mientras en Melilla creció ligeramente en 126 desempleados (+1,68%).
No podemos bajar la guardia porque aún nos quedan 209 empresas en ERTE en la ciudad, aunque hay que reconocer que no es lo mismo crear empleo en Madrid, que hacerlo en Melilla. Aún así, la cosa ha mejorado hasta el punto de que la lucha contra el paro se ha convertido en la bandera del gobierno de CpM, PSOE y Eduardo de Castro.
La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, intentó ayer tranquilizarnos diciendo que no se está destruyendo empleo en Melilla sino que la subida del desempleo se debe a 56 personas sin trabajo anterior que se han incorporado a las listas del SEPE.
Bueno, con los datos del paro pasa como con el Estudio General de Medios, cuando se trata de números todos ganan incluso cuando pierden. Cada uno cuenta la feria según le va y depende siempre de con quién te comparas.
Sí se destruyó empleo el mes pasado en Melilla en construcción, industria y servicios, pero no como para llevarse las manos a la cabeza. Todavía hay margen de maniobra y de mejora, especialmente cuando se pongan en marcha, antes de finales de año, los Planes de Empleo, que ya la delegada dijo que iban a representar un “salto de calidad”; que serían 15 proyectos y que crearían un millar de puestos de trabajo. Eso pasará, por supuesto, si se cumplen las previsiones anunciadas por Sabrina Moh.
En estos momentos, cualquiera firmaría por tener 1.000 parados menos en Melilla, de golpe y porrazo, pero saben a poco, si lo comparamos con el Plan de Empleo para 6.000 desempleados que los socialistas prometieron en 2016 que íbamos a tener en la ciudad si Pedro Sánchez llegaba a la Moncloa.
La fórmula que proponían entonces consistía en buscar apoyo en el sector público y en el privado y crear “empleos de transición” que ayudarían a los desempleados a salir de la situación de “paro endémico”. Esos puestos de trabajo se crearían con dinero de los Presupuestos Generales del Estado, sin tocar la hucha de las pensiones. La película seguía y era más larga, pero vamos a dejarla en este punto.
La pregunta es obligatoria: ¿Qué pasó con este proyecto? ¿Por qué no se pone en marcha ya? Si se hiciera, dejaríamos a Melilla básicamente como Estados Unidos, prácticamente rozando el pleno empleo.
Bueno, el caso es que no se ha hecho. Seguramente, si preguntamos el porqué nos dirán que ha sido por la pandemia, pero los melillenses tenemos callos en los oídos de escuchar promesas incumplidas salidas de un calentón en un mitin político.
Ahora estamos a falta de que se materialice la promesa de que se creará empleo con el tercer crédito, de 45 millones de euros, que la Ciudad ha pedido a un banco para invertir en promover la contratación en empresas locales.
Se ha hecho mucho, pero veníamos de tan abajo, que a día de hoy tenemos un escaso margen para la celebración. Hay muchos jóvenes con las esperanzas puestas en conseguir un empleo, ahora que la mano de obra local, es la única opción disponible.
Evidentemente si abre la frontera las cuentas serán otras. Pero de momento, hay margen de mejora y margen para la esperanza.