"Toda alma ha de gustar la muerte, y ciertamente recibiréis vuestra recompensa completa el Día de la Resurrección. Quien sea apartado del Fuego e ingresado en el Paraíso, habrá triunfado." (Sura 3, Aleya 185)
Hoy elevamos nuestras manos y corazones al cielo para despedir, no con tristeza sino con profunda gratitud, a nuestro hermano Tarek: siervo de Allah, esposo, padre, hijo, hermano, amigo y sobretodo un buen creyente. Tras una larga y dura enfermedad, que enfrentó con paciencia, valentía y entrega, Tarek regresó a su Señor, dejando tras de sí un legado de amor, fe y enseñanzas que perdurarán en quienes tuvimos el privilegio de conocerle.
Durante su vida, fue un hombre de principios, dedicado a su familia, leal a sus valores y con un profundo compromiso tanto con su nación como con su fe. Como militar (Caballero legionario) sirvió con honor; como creyente, buscó incansablemente la verdad y la conexión espiritual.
El corazón de Tarek estaba profundamente unido al de sus padres, Jachi Mimunt y Jari Sel-lam, quienes con amor y constancia le acompañaron hasta su último aliento, demostrando que la raíz de la fe y el amor verdadero se siembra en el seno del hogar. Sus hermanos, Adnam, Mohamed y Nabil, fueron testigos de su transformación, y hoy heredan su luz como guía. Su esposa y sus tres hijos, que fueron el faro de su camino, llevan consigo su ejemplo como fuente inagotable de orgullo y enseñanza.
Recuerdo una conversación que tuve con él durante su enfermedad, que me marcó profundamente. Con voz serena, me dijo: "Yo estaba equivocado... Antes pensaba que había mucha maldad, que la gente no era buena. Pero esta experiencia me ha cambiado. Cuando me abro en canal, descubro la grandeza de las personas y el buen corazón que habita en ellas. Esto me llena de esperanza..."
Y así fue. En el silencio del dolor, Tarek despertó. Supo vaciar su taza, abandonar los juicios, y abrirse al presente como un verdadero buscador. Volvió a la mente del principiante, a su esencia más profunda.
Supo ver con los ojos del alma y, con ello, aprovecho las oportunidades del Dunya (vida mundana) sin perder de vista el objetivo de la belleza del Akhira (la eternidad).
Tarek tuvo la fortuna de realizar la Umrah junto a sus padres en la Meca, experiencia que describía como uno de los momentos de mayor plenitud de su vida. Tenían la intención de regresar juntos para cumplir con la peregrinación mayor (Hajj), que no pudo ser en esta vida… pero confiamos, insha’Allah,
que ese reencuentro se dará en el Paraíso prometido, bajo la misericordia de Allah.
Ayer, en su funeral, no se respiraba solo tristeza. Se respiraba cumplimiento. Como si su misión hubiera sido sellada con nobleza y paz. Tarek se fue, sí, pero nos dejó despiertos. Nos dejó un recordatorio: vivir con conciencia, abrirnos a la bondad y esforzarnos en este mundo con la mirada puesta en la eternidad, en la morada eterna que es el Paraíso.
"¡Oh alma tranquila! Vuelve a tu Señor, satisfecha y complacida. Entra entre Mis siervos, Y entra en Mi Paraíso." (Sura Al-Fajr, 89:27-30)
Querido hermano Tarek, pedimos que Allah te reciba con Su infinita misericordia, que te cubra con Su luz, y te permita habitar en los más altos jardines del Jannah, donde los justos se reencuentran.
Inna lillahi wa inna ilayhi raji'un