Los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, viajaron ayer a Marruecos donde fueron agasajados por el monarca del país vecino, Mohamed VI. Durante la visita de sus Majestades, el ministro de Exteriores, Josep Borrell, que encabezaba la delegación del Gobierno que se trasladó junto a los Reyes, firmó con su homólogo, Nasser Bourita, una serie de convenios para reforzar la relación estratégica entre ambos países. Una vez más, la cuestión de Melilla y Ceuta quedó fuera de estos documentos.
Se han ratificado acuerdos sobre energía, cultura, seguridad y economía, pero sobre el cerrojazo impuestos por el país vecino en la aduana comercial de Beni Enzar o el futuro del comercio atípico no tenemos noticias.
Desde Moncloa y desde la Delegación del Gobierno en Melilla se nos dijo que había que ser cautos y esperar mientras se trabajaba en silencio. La prudencia en las relaciones diplomáticas entre ambos países debía primar si se quería llegar a buen puerto. Meses después seguimos sin respuestas, y el tema no aparece ni en la agenda del Gobierno ni en los memorandos firmados.
Al final, Madrid ha dejado que el tema se muera, ha aceptado el cierre unilateral como un hecho consumado y a otra cosa. Ahora, la incertidumbre sobrevuela el comercio atípico y la poca fuerza que tiene el Gobierno de Sánchez para negociar con Marruecos hace temer lo peor.
Al gobierno central no ha tenido nunca encuenta sus autonomías norteafricanas.
En las visitas y reuniones que tuvo el monarca anterior y ahora su hijo, se ha preocupado de otras cuestiones que también son necesarias entre países vecinos, pero siempre se ha procurado de pasar de las actuaciones que ha hecho el vecino con las autonomías norteafricanas españolas y no para de presionar a dichas ciudades para llegar anularlas de momento comercial y ahogar la sanidad y asuntos sociales de las mismas, sangrando a las arcas de nuestro país, ahí están las cuentan que se invierten en los súbditos del país vecino, cuando utilizan dichos servicios y son de todos conocidos.
Y nuestro gobierno a callar y procurando no molestar al vecino y mostrar nuestro servilismo hacia ellos, que bien nos tiene tomada la medida al gobierno central y a los locales por no estar dando la lata continuamente de lo que está ocurriendo y los residentes y políticos del resto de España prácticamente no tienen conocimiento
de lo que ocurre, y eso que hay representación de los partidos en estas autonomías, pues sólo se preocupan de su poltrona y no extrapolan estos problemas a sus sedes póliticas centrales, de forma constantes e incisiva, pues es la forma de solucionar en gran medida lo que ocurre en estas ciudades.c