Entre otras muchas características que lo hacen único en Melilla, la férrea disciplina interna impuesta por Aberchán en CpM ha sido una de sus señas de identidad más notorias. El todavía líder cepemista ha manejado la organización con mano de hierro durante 30 años; nadie osaba levantar la voz ante él y mucho menos recriminarle decisiones en el orden político.
Pero el momento de la disidencia ha llegado y lo ha hecho de la mano de un grupo de seguidores, encabezados por el abogado Mohamed Bussian, que no están dispuestos a consentir que CpM continúe por esta deriva, por la cuesta abajo que emprendió a raíz de las actuaciones judiciales que se desprendieron de las investigaciones policiales contenidas en la operación Santiago-Rusadir. Setenta días estuvieron casi todos los exconsejeros del anterior Gobierno entre rejas, incluido el propio Aberchán, a quien todo este asunto le pilló en Santander.
Consideran estos militantes que ha llegado el momento de la renovación, de refundar un partido que consideran esencial para la cohesión social de Melilla. Entienden que, aunque confían en la inocencia de sus compañeros, aquel golpe ha dejado temblando a la organización y se hace necesario revivirla, sobre todo si se tiene en cuenta que restan apenas dos años para la próxima convocatoria electoral.
Dice Mohamed Bussian que este asunto se ha expuesto en multitud de ocasiones en los órganos internos del partido. Por ahora, sin embargo, no hay movimiento oficial alguno que haga pensar en la posibilidad de que, efectivamente, los cepemistas vayan a una refundación y salgan de este bache en el que siguen. Lo que esos militantes quieren es que la ejecutiva dimita, se nombre una gestora y ésta dirija la reconversión de CpM. Buscan nuevos mensajes, compromisos que ilusionen a su electorado y reafirmarse una vez más en los principios que inspiraron la creación del partido allá por mitad de la década de los noventa del siglo pasado, como es la igualdad social en Melilla y la prosperidad de esta tierra.
No va a ser fácil que prosperen las ideas de estos militantes. El inmovilismo de CpM es una de sus facetas más destacadas y resulta complicado imaginarse a Mustafa Aberchán dejando el mando, máxime si se tiene en cuenta que su entorno más próximo tampoco está por esa labor. El grupo parlamentario, encabezado por Dunia Almansouri, no parece dispuesto a mover ni una pestaña mientras las siglas languidecen sumidas en un halo de corrupción cuyo alcance sigue pendiente de las resoluciones judiciales.