Pienso que ni el mismo Julio Liarte podía esperarse una oportunidad como la que se le presentó el día que el presidente de Melilla le ofreció ser el todopoderoso consejero de Economía y Hacienda. Lo que no pudo conseguir en las urnas cuando era el número uno del PPL le llegaba, de pronto, de rebote, en unas circunstancias electorales y a través de quien había sido el candidato a la Presidencia de la Ciudad por Ciudadanos obteniendo únicamente un escaño.
Por supuesto, que Julio Liarte no es una persona que pase desapercibida en Melilla. No lo hizo siendo político de primera línea y con escaño en la Asamblea y no lo es ahora cuando no es diputado pero sí se ha manifestado como el centro de funcionamiento de un gobierno que aún no ha terminado de aterrizar.
En Melilla se firmó un pacto tripartito entre tres formaciones políticas, pero al final quien tiene la llave de todo es un ciudadano que se había retirado de la política de primera línea y que regresó con todas las bendiciones. Hablando con determinados políticos de distinto signo, pero que conforman parte del tripartito, todos aseguran que nunca permitirían un peso de Liarte que fuera más allá de su Consejería. Sin embargo, por distintas razones, Julio Liarte se ha convertido en el verdadero cerebro del gobierno presidido por De Castro. Tengamos en cuenta que el resto de consejeros y consejeras, ya pertenezcan a Coalición por Melilla o al PSOE, están más que desaparecidos. Su actividad de cara a la opinión pública, en la práctica, casi ni se nota. Sin embargo, Liarte si está en primer plano. No importa el tema, pero al final se ha quedado con las llaves del reino. Unas llaves que se llaman presupuestos y donde se muestra inalterable y, de momento, con capacidad de veto para determinadas cantidades que les puedan solicitar. Incluso ya ha manifestado que no habrá conocimiento de los presupuestos hasta el día siguiente de las elecciones generales aunque lo tendrá terminado para mediados del presente mes de octubre. Aunque a Coalición por Melilla o al PSOE le vendría bien anunciar determinadas acciones para la campaña de las generales, aunque fueran meramente datos autonómicos, Liarte ya ha dicho que ni un paso hacia adelante en ese sentido.
Desconozco las razones que han llevado a que los partidos políticos con representación en el tripartito hayan plegado sus iniciativas en favor de Liarte y que el todopoderoso consejero sea quien da la oportunidad al resto de sus compañeros de gobierno.
Un Gobierno de centroizquierda, porque tanto CpM como el PSOE no son ahora de centro. está auspiciado por un político de corte liberal que, se supone, que de manera ideológica está más cerca del Partido Popular que del resto de sus compañeros de viaje.
Está claro que fue De Castro quien le señaló con la varita mágica, pero que con el paso de los meses se ha convertido en el verdadero cerebro conductor de un gobierno que aún tampoco ha hecho nada extraordinario.
Podemos ir tan lejos que hasta sería extraño que no interviniera en el nombramiento del presiente de la Autoridad Portuaria. Aunque fuera Aberchan quien tenía, según el acuerdo la potestad, al final fue alguien que también tuvo su militancia en el mismo partido que Liarte, el PPL.
Está claro que, políticamente, Liarte se encuentra ante la oportunidad de su vida. La que había buscado afanosamente cuando decidió encabezar en dos ocasiones la lista electoral del antiguo partido cuyo presidente era Ignacio Velázquez. Uno de sus defectos es que no goza de mucha mano izquierda y no sería nada malo que cultivara esa virtud que en política, donde el pragmatismo necesita de muchos avisos, es buena porque evita muchos disgustos y posibilidades de úlceras de estómago. Porque al final Melilla no necesita de peleas.