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Fácil pero…imposible

por Álvaro Cordón
02/04/2011 17:26 CEST

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Nunca una contradicción resultó tan real, ni una paradoja pareció tan paradójica en sí misma. A veces la vida nos presenta imposibles que, a simple vista, pueden parecernos fácilmente posibles.   Estamos hablando de la educación y de la posibilidad de cambiar su rumbo, de pasar de un sistema que tiene abiertas demasiadas vías de agua, a otro con capacidad de educar y con visión de futuro, que haga factible la consecución de resultados positivos en el plano individual y social.
Aunque el mundo de la educación es muy complejo, tanto en relación a los objetivos que debe conseguir, como por la diversidad de factores que inciden en él, pero lo más relevante dentro del campo educativo es la actitud que se muestra ante el hecho educativo en sí.
Sería muy fácil cambiar el rumbo negativo del sistema, si hubiera voluntad real para trocar los problemas en soluciones. El hecho educativo requiere de un planteamiento previo que, si es correcto, conduciría con toda seguridad a un desenlace más positivo en su proceso que el actual.
El planteamiento previo no requiere, necesariamente, pensar en un aumento significativo del profesorado, de medios o de posibilidades económicas. Lo que sí requiere, de forma ineludible, de las personas implicadas en el diseño educativo, es que éstas posean un conocimiento suficiente de todos y cada uno de los aspectos propios del mismo y tener el firme propósito de atender con profesionalidad,  dedicación y eficiencia a su mejor funcionamiento.
Si se centra la atención en las necesidades reales de los educandos; si se cuida la formación del profesorado a través de personas cualificadas para ello, tanto por su categoría profesional como por su amor a la enseñanza; si se transmiten los valores de responsabilidad, amor al trabajo bien hecho, espíritu de superación, curiosidad por descubrir nuevos conocimientos, si se fomenta el respeto a sí mismo y a los demás, así como el sentido solidario. Si estos valores se pusieran en funcionamiento, se haría posible, en gran medida, se haría mucho más fácil mejorar la educación, pero... con los mimbres con los que se hace el cesto, es imposible.   
Su imposibilidad no proviene de dificultades que puedan considerarse insoslayables. Lo que hace imposible, al menos en el momento presente, llegar a una solución, está en relación con determinados enunciados ideológicos que se anteponen a una línea estrictamente educativa. Cuando la educación se maneja a través de eslóganes ideológicos y de ideas preconcebidas, sin atender a los verdaderos intereses de una sociedad que, en el caso nuestro, es desarrollada y democrática, se hace inviable un sistema educativo que sea digno de tal nombre.
Hay responsables políticos  que debieran reflexionar profundamente, que debieran revisar sus posicionamientos respecto a la educación y que deberían entender que la educación es un valor universal, un valor de futuro que afecta a todos los ciudadanos, independientemente de sus ideas políticas, religiosas, económicas, sociales o de cualquier otro tipo. La educación es una cuestión de estado, y es frustrante que su desarrollo y aplicación esté sometida a vaivenes ideológicos o a intereses políticos, porque ello devalúa y compromete el devenir de la ciudadanía, ya sea a nivel personal o a nivel de sociedad, y el devenir de nuestro propio país.
No se puede educar en contra de..., o a favor de... Eso asegura el fracaso, cosa que no debiera extrañarnos, teniendo en cuenta que la situación que tenemos adolece de muchos de estos defectos, y que ya padecemos.

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