El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, ha insistido en apelar a la Administración central a legislar en materia de inmigración de forma "única y coordinada".
Imbroda, quien se encontraba recibiendo a los participantes de la fase final de la Liga Española de Debate Universitario (LEDU), que se desarrollará en nuestra ciudad desde hoy hasta el domingo 29; les aseguró que en Melilla no encontrarán racismo ni xenofobia alguna.
Pese a recordar las grandes crisis migratorias que ha vivido nuestra ciudad, el presidente aseguró que la sociedad melillense nunca ha tenido problema alguno con los inmigrantes, sino que la ciudadanía ha ayudado de forma masiva en los momentos más duros. "Los problemas han ocurrido al otro lado de la valla", subrayó.
Sin embargo, Imbroda manifestó que la ciudad no tiene la capacidad para absorber entradas masivas, recordando que el 14 % de la población local es inmigrante, varios puntos por encima de la media nacional.
"Se nos conoce por la valla, pero no es nuestra sino de todos los europeos. El fenómeno de la inmigración nos toca vivirlo de cerca, pero hay que recordar que cuando se salta la valla se está entrando en Europa".
Menores
Por otro lado, el presidente hizo referencia al fenómeno de los menores no acompañados, de rigurosa actualidad en Canarias y la ciudad hermana de Ceuta.
Imbroda recordó como durante los años 2017 y 2018, Melilla llegó a acoger a 2.000 menores no acompañados. Un hecho por el que tuvo que apelar a la solidaridad nacional. No obstante, lamentó haber recibido tan sólo la respuesta de dos autonomías, las cuales estuvieron dispuestas a acoger a un número ínfimo de menores.
"Respondimos a ese problema grave y la verdad que no nos fue mal".
En este sentido, el presidente recordó que la Ley de Protección al Menor, aprobada en el año 1996, se redactó para amparar a los más jóvenes, pero de un contexto diferente al de los menores no acompañados.
"Este problema tiene unos 15 años y no se le puede dar respuesta con esa legislación".
Por ello, Imbroda apeló a contemplar la problemática actual de los menores no acompañados como un fenómeno migratorio, aunque siempre amparando a los menores.
Esto es como esperar que caigan peras del olmo
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