La consejera de Igualdad, Elena Fernández Treviño, habla con El Faro sobre la importancia de visibilizar, educar y trabajar en la violencia contra la mujer.
Acaba esta legislatura con la puesta en marcha de cuatro recursos para ayudar a las mujeres víctimas de la violencia machista.
Efectivamente, cuando llegamos había dos recursos para mujeres víctimas de violencia de género según la ley del 2004 de violencia de género, para mujeres que padecen la violencia de su pareja o ex pareja o en el contexto de una relación sentimental. Después de ello hemos aumentado en un tercer recurso que recoge toda forma de violencia contra las mujeres y estamos en plena construcción del centro de crisis para víctimas de agresiones sexuales que tiene prevista su finalización en unas 3 semanas.
Además de estos recursos, ¿de qué otra forma se puede ayudar a las mujeres que son víctimas de estas violencias?
Los recursos de acogida funcionan cuando ya ninguno de los recursos con los que cuenta la sociedad para prevenir la violencia ha funcionado. Lo decimos una y otra vez, la mejor herramienta para prevenir la violencia es la educación, y por supuesto, esta incide directamente en el nivel de concienciación social para reprobar cualquier conducta violenta y no justificarla. Nuestra cultura ha normalizado de forma tramposa muchas situaciones de desigualdad y es el marco donde nos movemos. El peso de la cultura de la desigualdad es muy grande y hay que cambiarlo desde los primeros años de Escuela infantil. Todo lo que no se hace desde esa edad luego hay que corregirlo y no es sencillo. Si no incorporamos la igualdad desde la infancia luego hay que desaprender la desigualdad y aprender la igualdad no habiéndola incorporado en nuestro carácter de forma natural. Todas las potenciales mujeres victimas de violencia han pasado por la Escuela y también los potenciales maltratatadores y por tanto el fomento de la educación en igualdad es vital. Y es vital en el sentido literal porque puede salvar vidas. Por eso es tan importante el programa de coeducación sostenido desde la Consejería de Igualdad y la Dirección Provincial de refuerzo a los y las responsables de igualdad para crear equipos que trabajen la coeducación en los centros educativos. Escuelas por la Igualdad funciona con equipos de profesorado que trabaja de forma voluntarista pero concienzuda para acabar con las discriminaciones y fomentar la igualdad y la diversidad en los centro educativos.
Al margen de papel crucial de la Educación, hay toda una red de recursos que se despliegan para proteger y ayudar a la reinserción de estas mujeres.La asistencia desde el Centro de la Mujer dependiente de la Consejería de Educación ofrece asistencia psicológica, social y jurídica a las mujeres, hayan o no formulado denuncia y si están en una situación de violencia. La Unidad de Violencia de Género de Delegación de Gobierno está a disposición de las mujeres como Unidad de coordinación que se coordina con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, con Sanidad, con la Consejería, con los Juzgados, con las entidades y organismos sociales y las agrupaciones que trabajan la Igualdad. Desde todas estas áreas mencionadas se despliegan multitud de recursos de atención, seguimiento, reinserción, sostén, protección, asesoramiento, formación, acompañamiento y protección de las mujeres.
Melilla cerraba 2022 con 277 denuncias, muchas más que en 2021. También han incrementado las llamadas al 016. En varias ocasiones ha asegurado que “la puerta de la denuncia es muy pequeña” porque son muchos más los casos que hay detrás. Pero, ¿cree que estos datos son positivos y demuestran que la gente está más concienciada a denunciar este tipo de situaciones?
Lo cierto es que los datos no son buenos en este sentido. El 80% de las mujeres asesinadas no ha denunciado nunca y por tanto, hay que trabajar sobre el hecho de la infradenuncia o trabajar sobre las mujeres que no denuncian y están en riesgo. Hay que mejorar los protocolos y muy importante, poner el foco en el agresor, son ellos los que actúan violentamente.
Que haya mejorado el número de denuncias es siempre una buena noticia pero digo que es una puerta pequeña porque después de 20 años de ley integral solo un 25 o 30% de mujeres denuncian y por tanto toda la solución para acabar con la violencia no puede recaer en denunciar; es importante dar este paso, o contarlo para desplegar los recursos de protección y evitar que se repita en un futuro, pero es urgente que la sociedad trabaje de forma conjunta para blindarnos como sociedad democrática a un machismo imperante que es la causa y el origen de la desigualdad y la violencia. Es necesario un Pacto de Estado contra el machismo.
Junto a las mujeres, los hijos son las otras víctimas colaterales de la violencia de género.
Sin duda, cuando hay violencia en un hogar es como un incendio y los y las menores respiran ese humo tóxico cuando no padecen directamente la misma violencia. La violencia de género tiene como objetivo el control y el daño a la madre pero los hijos muchas veces son un instrumento más de la violencia, los instrumentalizan para conseguir el objetivo adecuado. La violencia vicaria de género se produce como la forma más cruel de dañar a la madre. Hablamos de que la media de niños asesinados al año es de cinco. La violencia aniquila todo, acaba con todo. Es terrorismo machista, una vez conseguido el objetivo muchos de los maltratadores se quitan la vida. El terrorismo machista es ideología.
Además del Estado, que les proporciona ayuda y recursos contra esta violencia, también está su círculo más cercano.
El círculo cercano debe tener los ojos y los oídos bien abiertos porque es fundamental la implicación del círculo cercano y el posicionamiento de cada cual para erradicar la violencia. No pasarían muchas cosas si nos implicásemos más e hiciéramos de esta lacra social un problema de todos, la violencia de género dejo de ser un delito de puertas para adentro y una cuestión sólo de pareja y es un delito público. Lamentablemente existe muy poca reacción social ante la violencia machista. Hay pasividad, complicidad y distancia del problema. De hecho, sólo el 1% de la población la considera un problema grave, según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La falta de respuesta social forma parte de una forma de pensar y sentir basada en el machismo, y por eso es necesario trabajar en "un pacto ciudadano de implicación”. Se necesita la implicación de todo el mundo, mujeres y hombres, porque a pesar de que se consiguiera que el 100% de las mujeres cambiaran, fueran feministas y actuaran en consecuencia, se continuaría creyendo que la violencia es la forma de resolver conflictos. Hace falta que los hombres formen parte del proceso y de la transformación social.
El mes de marzo ha contado con una amplia programación de actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, como conciertos, conferencias o el fallo del XXII Certamen de Relatos Cortos ‘Encarna León’. ¿Por qué es importante visibilizar la lucha de esta manera?
Para acabar con la inconsciencia. Para seguir recordando que aún queda camino por andar y mostrar ya el camino y los avances logrados. La agenda feminista tiene muchos puntos a conseguir y debemos seguir dando pasos , pero la violencia de género sigue siendo el principal problema y por eso en la lucha feminista hay que cambiar la cultura, dar otros relatos, traer ejemplos de buenas prácticas, reconocer el legado femenino y lo que aporta a la cultura y recordar constantemente que otro modelo mejor de sociedad no es solo posible sino deseable.
La violencia contra la mujer es un problema social. ¿Desde qué otros aspectos se puede combatir?
Desde todos los ámbitos. Es un cambio cultural,un cambio de paradigma. La violencia de género es la principal causa de muerte de la mitad de la población, las mujeres; afecta decisivamente a su salud física, psicológica, sexual y reproductiva; condiciona sus oportunidades de vida; determina su situación laboral y económica; limita sus derechos y, cuando ésta ocurre en contextos de pareja donde hay hijos e hijas, pasa de generación en generación. Todas las instituciones y organismos pueden ayudar a combatir esta realidad. También los medios de comunicación
sois fundamentales para transformar esta sociedad, para desmentir fake news con cifras contrastadas, eliminar clichés y desterrar bulos sobre la violencia de género. Desterrar en definitiva con un negacionismo alentado por el patriarcado y los que le ponen altavoz desde la ultraderecha.
¿Qué papel juega la educación para luchar y mentalizar sobre esta problemática?
Ya hablé de la importancia de la educación en otra pregunta anterior. La educación en igualdad salva vidas. No tengo ninguna duda de esto. Que el alumnado aprenda el buen trato y una relación sana y en equidad es clave para no reproducir los roles que solo traen dolor o incluso la muerte. Debemos entrar más la igualdad en las aulas. Desde la educación infantil a la Universidad, trabajamos la igualdad con proyectos de coeducación pero no de forma inmersiva, en cada materia, en cada clase, en cada oportunidad. Todo el primer capítulo de la ley integral contra la violencia de género está dedicado a la educación. Lo que tiene que ver con la igualdad parece cosa de segunda. Todo el mundo está contra la violencia, pero no lo relaciona con la igualdad. No podemos acabar con la violencia de género si no trabajamos, educamos y vivimos en igualdad.
Hemos visto avances legislativos en políticas de igualdad, como la ley del solo sí es sí, que son un gran paso en la lucha contra la violencia de género. A pesar de su importancia, no ha estado exenta de críticas. ¿A qué cree que se debe? ¿Cree que las leyes avanzan más rápido que la propia sociedad?
Cuando se detecta un efecto no deseado en la aplicación de una norma, hay que corregirlo, y esto ha hecho el Partido Socialista al proponer corregir esos aspectos técnico-jurídicos que han traído consecuencias indeseadas de esta ley. A pesar de esto esta ley da un paso importantísimo colocando el consentimiento en el centro de una relación sexual para evitar lo que vivimos en delitos como el de la Manada y así proteger mejor a las víctimas, siendo estas en su mayoría, mujeres, niñas y niños. La ley en términos generales es muy buena y hay que apreciarla en lo que vale.
Aunque la igualdad real entre mujeres y hombres está todavía por alcanzarse. ¿Va Melilla por buen camino para convertirse en una ciudad más igualitaria?
Hay mucho por trabajar aún. Debemos seguir luchando para acabar con las desigualdades que legitiman situaciones de mucha vulnerabilidad. En Melilla hay factores de mayor riesgo para las mujeres por el hecho de ser ciudad fronteriza. Las violaciones de Derechos Humanos y las que sufren las mujeres aumentan en ciudades frontera donde las mujeres están expuestas a múltiples riesgos. No podemos bajar la guardia ni retroceder un paso en recursos ni dejar de trabajar en redes de seguridad. Al contrario,hay que trabajar en todos los lugares, en todos los barrios y desde todas las instituciones en colaboración, para lograr ir dando pasos hacia ese cambio que como sociedad merecemos.