En un recorrido ya habitual por los comercios más antiguos de Melilla, El Faro llega esta semana a Joyas Victoria, abierto desde 1958 en el centro de la ciudad. Allí, amablemente nos han recibido Eugenio, empleado en la empresa de brillantería, oro y relojes desde hace dos décadas, y Silvia, que lleva menos de un año allí.
Según ha empezado a contar Eugenio, este comercio local ha perdurado ya por dos generaciones: "el padre de mi jefe, mi jefe, y ahora los hijos de mi jefe".
La propia antiguedad y la calidad que mantiene Joyas Victoria hace que la mayoría de sus clientes, que provienen de Melilla, estén fidelizados. Es decir, que antes de ellos, "sus padres y sus abuelos también llegaban a comprar aquí". "Son gente que viene de toda la vida a comprarnos", ha recalcado el empleado, no sin resaltar que hay muchos clientes que llegan también de "afuera".
Sobre si echan de menos al público marroquí con la frontera cerrada, el trabajador ha dicho que la mayoría de su público no proviene del país vecino, excepto "cuatro o cinco" clientes que eran "buenos", o sea, habituales, y que "sí se extrañan".
De acuerdo con lo que ha dejado claro Eugenio, la exclusividad de los productos de Joya Victoria es de "lo mejorcito" que hay ahora mismo en el mercado por lo que no se encuentran en cualquier otro negocio.
A pesar de la crisis provocada por la pandemia y la inflación de precios que se ha disparado en las últimas semanas por la guerra de Rusia en Ucrania, sus comerciantes no pierden la esperanza de que las personas se sigan "animando" a comprar allí y de que la situación "mejore".
En ese sentido, ha afirmado Eugenio que están sobreviviendo. "Con la pata coja, pero salimos", ha señalado jocosamente sobre la compleja actualidad.
En torno al cierre de otros comercios en el Centro, ha explicado que, ahora que no hay sitio para aparcar y "como la gente en Melilla está acostumbrada a meter el coche dentro de la tienda", si no encuentran lugar muchos se desesperan y se van sin comprar. No obstante, se trata de algo que ocurre porque las personas no están muy concienciadas sobre "meter el coche en el parking", aunque lo haya, ha subrayado.
La empresa dedicada al mundo de las joyas y los relojes desde hace más de sesenta años cuenta en total con tres tiendas en la ciudad, donde agrupo unos once trabajadores.
Cerrada por más de un año por el coronavirus, esta joya melillense ha ido viendo cómo sus clientes han ido dejando atrás "el miedo" a salir y comprar, pero no espera ampliarse, al menos a corto plazo, sino consolidar los espacios que ya tiene.