En el actual escenario de presión migratoria en las fronteras exteriores de la Unión Europea, el nombre de Frontex resuena cada vez con más fuerza. La agencia europea de fronteras, conocida como la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, ha cobrado un papel cada vez más relevante en el debate sobre la seguridad y la gestión de la inmigración en territorios como Ceuta y Melilla. Frente a las voces que temen una intromisión en las competencias nacionales, el eurodiputado Javier Zarzalejos ha defendido un enfoque de colaboración reforzada, subrayando que se utilizaría como un refuerzo y no como un reemplazo a la Guardia Civil.
Durante su intervención en Melilla, Zarzalejos ha lanzado una declaración transparente. “Yo he empezado por felicitar y reconocer el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Por tanto, no creo que tengamos nada que enseñar a la Guardia Civil.” Con esta afirmación, ha querido zanjar cualquier insinuación de que el despliegue de Frontex pudiera suponer una desautorización o una pérdida de protagonismo de los cuerpos nacionales como la Guardia Civil o la Policía Nacional.
¿Por qué Frontex?
La pregunta, planteada por una periodista, ha apuntado a la raíz del debate. “¿Cuál es la necesidad de Frontex? ¿La Guardia Civil no es suficiente para proteger tanto Ceuta como Melilla?” Zarzalejos ha respondido con firmeza que el problema no es la insuficiencia de los cuerpos nacionales, sino la complejidad creciente de la gestión migratoria. “Estamos en un momento en el que la gestión de la inmigración tiene nuevos retos operativos, nuevos retos administrativos.”
Ahí es precisamente donde, en palabras del eurodiputado, Frontex puede jugar un papel clave. No como sustituto, sino como un apoyo técnico y logístico que potencie las capacidades ya existentes. “No lo planteamos como a más Frontex, menos Guardia Civil; a más Frontex, más capacidades para la gestión eficaz de la inmigración en el papel y en la delimitación de aquellas funciones que sean necesarias”.
Una de las preocupaciones recurrentes en torno a la implicación de Frontex en territorio nacional tiene que ver con la soberanía. ¿Hasta qué punto una agencia europea puede tomar decisiones en una frontera nacional sin menoscabar la autoridad del Estado?
Zarzalejos ha sido tajante. “No afecta a la soberanía nacional porque Frontex es una agencia europea. Y, por tanto, el despliegue de Frontex lo que hace es reafirmar precisamente las decisiones soberanas de los Estados europeos.” En otras palabras, el uso de Frontex no es una imposición externa, sino una herramienta que los Estados pueden activar de manera voluntaria, dentro del marco legal comunitario.
Además, ha subrayado que tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional cuentan con una “larguísima tradición de cooperación internacional”, por lo que la colaboración con Frontex se enmarca dentro de una lógica ya habitual para estos cuerpos.
Más allá de la retórica, Zarzalejos ha enumerado las capacidades concretas que Frontex podría aportar a la gestión migratoria en Ceuta y Melilla.
La agencia cuenta con equipamiento avanzado de vigilancia, drones, sistemas de reconocimiento y otras herramientas que pueden complementar los medios de las fuerzas nacionales. Comparte datos sobre flujos migratorios, redes de tráfico y amenazas emergentes, lo que mejora la capacidad de anticipación. Por otro lado, una de las funciones clave que desempeña la agencia en otros países es la asistencia en la tramitación de solicitudes de protección internacional. Además, puede facilitar y coordinar operaciones de retorno de inmigrantes irregulares, una tarea que muchas veces presenta dificultades logísticas y diplomáticas.
Zarzalejos ha insistido en que “ese papel Frontex ya lo está desarrollando en muchos países europeos” y que no se trata de una idea novedosa o experimental.
¿Por qué no está Frontex en Melilla?
En la parte más dura de su intervención, el eurodiputado ha lanzado una reflexión contundente. “La pregunta no es por qué tendría que venir Frontex. La real pregunta a la que, por cierto, el Gobierno no contesta, es por qué no viene Frontex.”
Zarzalejos ha cuestionado que, ante la realidad de una frontera sur altamente sensible como la de Melilla, España no haya activado los mecanismos necesarios para desplegar a la agencia europea. Su argumento es claro: Frontex está a disposición de los Estados miembros y si no se hace uso de ella, es una decisión política que debería explicarse.
“Yo creo que hay espacio y debe haber espacio para una Melilla más segura, para una inmigración mejor gestionada y para añadir nuevas capacidades que remen en la misma dirección”, ha insistido. Para el eurodiputado, no se trata de sustituir, sino de sumar; no de excluir, sino de integrar esfuerzos.
Con la inmigración irregular, los conflictos internacionales y el tráfico de personas poniendo presión sobre las fronteras europeas, la colaboración entre instituciones nacionales y europeas se vuelve esencial. Frontex, en ese marco, es una herramienta a la espera de ser utilizada.
El debate sobre la presencia de Frontex en Melilla no es meramente técnico, sino casi en su totalidad, político. La intervención de Javier Zarzalejos pone sobre la mesa que utilizar todos los recursos disponibles no es una señal de debilidad institucional, sino de responsabilidad. Lejos de debilitar la soberanía, la cooperación con agencias europeas como Frontex puede fortalecerla, siempre que se haga bajo control y con objetivos definidos. La pregunta, tal como ha relatado el eurodiputado, ya no es si Frontex debería venir, sino por qué aún no lo ha hecho.