V erdadEramente, Dios (que como todo el mundo sabe, es el Gran Poder), nos tiene dejado de Su mano.
Como si no tuviéramos bastante con el aumento imparable de los infectados por el COVID-19, como si el silencio de la sociedad civil ante el extrañamiento de SM. el Rey Don Juan Carlos I no fuera clamoroso, como si el sainete formado sobre el lugar de su nueva residencia no fuera grande, como si las andanzas náuticas de Simón en Portugal (que no tiene culpa de nada), no fueran indignantes, ahora resulta que roban un helicóptero del
Servicio contra incendios, dependiente de un ministerio completamente prescindible, pero que tiene más títulos que la duquesa de Alba (q.s.g.h).
Pocas voces han relatado esta vergüenza.
No me negarán que no es una cosa que demuestra el estado actual de España.
Andan diciendo por ahí que han sido los “narcos”, quiénes con toda delicadeza, transportaron el artefacto aéreo desde Cuenca hasta Córdoba, donde apareció, sano y salvo.
Si esto fuese así, sería escandaloso, no ya por la falta de vigilancia al artefacto, sino porque solo cien pilotos son capaces de manejar bien sus mandos, ya que el artilugio volante pesa más de tres mil kilogramos y porque mide dieciséis metros.
Aparte del ruido que el helicóptero produjo y que sorprendió al vigilante que durmiendo estaba, aquí lo que hay es silencio con el extrañamiento de don Juan Carlos.
Silencio en la Zarzuela y aledaños.
Silencio en el Rey don Juan Carlos.
Silencio en la " oposición "colaboradora necesaria” en todo esto.
Silencio en los Jueces.
Silencio en la sociedad civil.
Quizás el silencio que más me preocupa, porque es muy clamoroso, es el de esta, porque a ver,
¿Dónde están las peticiones de audiencia de tantos y tantos empresarios que generaron tantas y tantas ganancias para demostrar adhesión a la Corona?
¿Dónde fueron a parar las circunspectas adhesiones de tantos títulos del reino?
¿A dónde irían las proclamas "a favor de querencia" de tantas ilustres Maestranzas, de tantas Ordenes Militares?
¿Qué fueron de los postureos de tantos figurantes en las procesiones del Corpus, de tantas cosas "reales" como existen en nuestra Nación y de tantos tiesos disfrazados de la sota de bastos que a la mencionada procesión acuden?
¿Qué se hicieron de tantos cabezazos en los besamanos del palacio real?
¿En que quedaron tantos sables, tantas preseas, tantos artículos después del retiro o de la reserva?
¿Cuándo romperán su ominoso silencio tantas cofradías reales, tantas Hermandades imperiales, tantas y tantas legiones de hipócritas y de fariseos?
Pero yo iba con lo del helicóptero, no es una anécdota menor, no es la rotura de un cristal de un coche por cualquier delincuente, es algo peor, es la constatación de que estamos a punto de entrar en la categoría de los estados fallidos, cuando no se sabe quién roba un helicóptero y el mismo aparece en perfecto estado de revista a cientos de kilómetros.
A ver si va a ser cosa de los OVNiS.
A final de la década de los setenta del pasado siglo, el maestro Burgos contaba en un memorable artículo, que circulaba un rumor por mi salado rincón de la bahía, que un señor iba tan ricamente en su coche camino de un blanco pueblo gaditano, donde pensaba asistir a una boda, y en esto llegaron unos marcianos o una cosa rara y se lo llevaron y aparecieron luego todos en Chile o en Londres con coche y todo.
Vamos, como lo del aventurero Jonás, meritísimo profeta menor, pero pasando por Cádiz, que tiene más gracia que el tío que dice que se lo comió una ballena y luego apareció en una playa tan ricamente.
Por supuesto el episodio salió en "las coplas", verdadero senado de la mejor ironía gaditana.
Quiero pensar para salir de mi sonrojo, que al tantas veces mencionado helicóptero se lo llevó una pandilla de marcianos, que luego lo depositaron tan ricamente a cientos de kilómetros (como al señor que iba con su coche a una boda a un pueblo de Cádiz).
Si no fuera cosas de marcianos, ya estoy yo pidiendo asilo en Marte, a ver si me encuentro al Rey Juan Carlos por allí, tal y como están las cosas, bien pudiera ser.
Como ya ha pasado el quince de agosto, cabe decir;
¡Ya falta menos para el domingo de Ramos!
Que no le falte agua al elefante.