Las lenguas enriquecen a una sociedad, y más si va con la inclusión de la mano. Las barreras de comunicación las crea el sistema, pero este lo cambian las personas. La Ley 27/2007 aprobó que la lengua de signos española tuviese un reconocimiento oficial, lo que debe garantizar que esta esté presente en todos los ámbitos.
Han pasado once años y la comunidad sorda sigue aislada en muchas ocasiones. Esta sigue reivindicando que no se les discrimine en la educación o en el mercado laboral por temas comunicativos. Mercedes es una mujer sorda y es adecosor en la Asociación de Personas Sordas de Melilla (ASOME), es decir, atiende de forma individual las necesidades de las personas sordas. Carlos, intérprete en esta organización, la ha acompañado en esta entrevista concedida a El Faro para contarnos la función que desempeñan en la ciudad.
ASOME la conforman 55 personas aproximadamente entre sordos y oyentes, aunque el primer grupo es el que predomina. Entre los que pueden oír se encuentran los intérpretes y personas cercanas a las que tienen una discapacidad auditiva.
Sus mayores propósitos son concienciar y visibilizar la realidad de las personas sordas y realizar actividades que fomenten esto. Por otro lado, el ocio tampoco falta: “Hace unas semanas los componentes de esta asociación viajamos a Saidia para desconectar y disfrutar de un ambiente diferente”, afirma Mercedes. Las relaciones con el país vecino son esenciales para aprender más sobre los métodos para comunicarse. Debido a la situación geográfica, varios inmigrantes marroquíes con discapacidad auditiva llegan a la ciudad para trabajar. “Tienen una tarjeta de residencia provisional y también vienen a la asociación”, dice Mercedes. Por suerte, la comunicación entre marroquíes y españoles sordos no es muy complicada, según afirma la adecosor.
Mercedes se dedica algunos días a enseñar a personas oyentes la lengua de signos. Como en cualquier otro curso de idiomas, se comienza por lo más básico. Mercedes está dando clases de A2 a varias mujeres que se interesaron por aprender y ampliar sus posibilidades comunicativas. Carmen lleva un año aprendiendo: “Me enganché y quiero seguir recibiendo clases. Ahora estoy dando el A2, aunque en la calle no suelo usarlo. Lo practico con mis compañeras”. Sonia estuvo aprendiendo en la universidad pero llevaba mucho tiempo sin avanzar: “Se me quedó esa espinita y me enteré de las clases de ASOME por una amiga. Trato con gente sorda pero me tengo que poner un poco al día”.
Cada persona es diferente a la hora de hablar, y es algo que también ocurre con la lengua de signos. “Cada intérprete lo hace a su manera, y una persona se acostumbra a todas las formas”, apunta la adecosor. Además de enseñar a oyentes, ASOME cuenta con cursos extraescolares para niños sordos: “Es necesario para que puedan aprender de manera adecuada y se desarrollen como cualquier otra persona”.
El intérprete
Mercedes asegura que existe aún el prejuicio de que las personas sordas tienen una discapacidad para comunicarse con el resto de la ciudadanía que no está en la misma situación que ellas. La adecosor afirma que esto es un mito, y es que la falta de capacidad se encuentra en el propio sistema institucional que no invierte en personal humano para facilitar la comunicación entre personas sordas y oyentes.
Los intérpretes son la vía por la que las personas sordas pueden dirigirse a los que no saben lengua de signos. “En todas las instituciones públicas como hospitales o colegios debe haber algún intérprete para tener la seguridad de que voy a ser atendida”, dice Mercedes.