Una hora caminando parece imposible para muchas personas pero no para los diabéticos que quieren cuidar sus constantes vitales.
El deseable buen estado de salud para el diabético es la perfecta combinación entre alimentación, ejercicio físico y medicación. Cuidando estas parcelas, la calidad de vida es asemejable a la de cualquier persona.
Se celebra el Día Mundial de la Diabetes. Esta mañana se leerá el manifiesto oficial en la plaza de Menéndez Pelayo, a partir de las 12.00 horas pero un buen grupo de diabéticos melillenses ya se ha pegado una caminata. El sistema, según informa la jefa de Enfermería de Atención Primaria, Ana Felicidad Egea, es simple: Se hace un control de glucemia antes de caminar, se repite después del ejercicio físico, se da una manzana al diabético y se comprueba, finalmente, cómo evoluciona la enfermedad. Los resultados son perfectos, los enfermos son felices.
La Asociación de Diabéticos de Melilla (Adimel), patroneada por Joaquín Rosa, no sólo se limita a celebrar el Día Mundial de la Diabetes, sino que trabaja todo el año pensando fundamentalmente en los niños diabéticos. Cada viernes aparece la vida en la sede de Adimel y aparece con juegos, alimentación, consejos a pequeños y a padres, buen humor y solidaridad. Hoy estarán en la plaza del Sagrado Corazón para proclamar que son niños normales, sin complejos y con mucha salud.
Hay, según Egea, más de 4.000 diabéticos controlados en Melilla pero son más porque hay melillenses que no saben que son diabéticos y porque hay una población cercana a Melilla que les pasa lo mismo. Ana Felicidad tiene claro el perfil del enfermo diabético. Suele ser de origen bereber, situado o residente en el Distrito V (Cañada de Hidum, Reina Regente), de sexo femenino y con exceso de peso, es decir practicante del sedentarismo y con una cultura que, desde el respeto, hay que cuidar y enriquecer a la hora de la ingesta.
Todo tiene sus límites de tolerancia porque se puede comer lo que uno o una quiera pero con mesura, una mesura que tiene que estar adaptada a las posibles enfermedades como la diabetes. Ahora bien, atiborrarse de azúcar sin control, puede traer problemas y, además, graves. Joaquín Rosa no es diabético, aunque presida Adimel, pero tiene diabéticos en su familia y sabe bien lo que es convivir con la enfermedad: “No es tan difícil, es cuestión de un poco de orden en todos los sentidos, como la comida, el deporte y la medicina. Se puede –lo aseguro– vivir exactamente igual de bien siendo o no diabético y, fundamental, el pequeño diabético tiene que conocer a la perfección lo que le ocurre para saber cómo reaccionar en el momento puntual”.
“Soy diabético, ¿y qué?”, proclamaba un joven que se disponía,entusiasta, a participar en la Marcha Saludable, sometiéndose al control de glucemia y sonriendo a propios y extraños porque él sí que sabe qué le pasa y cómo reaccionar. Mientras, Ana Felicidad Egea Fernández y Joaquín Rosa comparecían encantados por el hecho de seguir siendo tan solidarios como eficaces con los melillenses afectados, seres humanos que, gracias a ellos, son felices.