La Asamblea de la Ciudad celebró ayer el penúltimo Pleno de Control de la presente legislatura. Una etapa de Gobierno en la que ha resultado imposible mejorar el Reglamento de la Asamblea y, por tanto, igualmente imposible establecer herramientas que superen los sinsentidos que se dan en estas sesiones plenarias, convertidas por naturaleza en largos e intensos debates entre Gobierno y oposición.
El Pleno de ayer volvió a evidenciar los asuntos en los que PSOE y CpM apuntala sus críticas al Gobierno Imbroda. Sus acusaciones son siempre las mismas: lo tachan de ser caro, sobredimensionado, inoperativo e innecesario en un alto porcentaje de sus cargos.
También lo acusan de ser oscuro y torticero, de usar recursos públicos en contra de sus adversarios y de crear un entramado de afines que ha inoculado, dicen, la cultura del miedo. Las acusaciones, por reiteradas, no son más convincentes y en su exageración pecan de excesiva parcialidad en el enfoque. En política todo no es polítiqueo. Posiblemente a la oposición le falte bajar al terreno de las certezas y abandonar el estadio de las percepciones.