La Ciudad ha sacado a licitación un proyecto para recuperar el sistema de murallas defensivas del tercer recinto fortificado de Melilla, según se recoge en el proyecto publicado en la Plataforma de Contratación del Estado. En concreto, se refiere a la zona que hay de las murallas de San Fernando, San Bernabé y de la falsabraga (al antemuro bajo o segundo recinto de una plaza de armas destinado a defender la muralla principal) hasta su encuentro con San José Bajo, así como la cubierta de esta área. El importe de este contrato es de 143.000 euros. El plazo de ejecución de las actuaciones es de dos meses.
Se trata de un proceso de adjudicación abierto y simplificado con una tramitación ordinaria. El plazo para la obtención de los pliegos por parte de las empresas interesadas termina el 20 de este mes, es decir, el mismo día que tienen de límite para entregar sus ofertas.
Los objetivos
Este proyecto está cofinanciado con Fondos Feder, según se recoge en la documentación publicada en la web de la Plataforma de Contratación del Estado.
El objetivo de este contrato es restaurar y consolidar los lienzos de las murallas. Para ello se llevarán a cabo varios tipos de actuaciones: la localización y la sustitución de sillares en mal estado; el picado y la recolocación del llagueado (proceso de llenar el espacio entre las piedras); y la eliminación de vegetación.
También se solucionarán los problemas actuales de filtraciones que tiene la cubierta de la falsabraga eliminando la vegetación y el pavimento actual y creando una formación de pendiente y con una impermeabilización más adecuada además de la colocación de aliviaderos para la conducción del agua, según se detalla en el proyecto de esta actuación.
Las actuaciones
El acceso se realizará a través de la plaza de las Culturas que permite una entrada del tráfico rodado a un espacio peatonal, por lo que no presenta ningún problema. A la cubierta de la falsabraga y al lienzo de la batería de San Bernabé se llega a través de una escalera desde la misma plaza.
Los paños que se van a restaurar datan del siglo XVIII, apunta el proyecto. Asimismo, señala que con las corrientes en restauración de los años 50 y 60 surgió la tendencia de eliminar los enfoscados con la intención de dejar vista la piedra noble. “El problema surge cuando al eliminar los enfoscados no aparece una piedra de buena calidad que aguante bien la intemperie sin deteriorarse demasiado, sino una pensada para ser revestida posteriormente, de una calidad mediocre, como el asperón”, se describe en la documentación.
Mantener la piedra original
Actualmente los paramentos presentan una sillería de piedra caliza fundamentalmente con piezas en arenisca y algunas zonas de fábrica cerámica, de reparaciones posteriores puntuales y con prisa. La intención es la de minimizar la actuación para mantener la piedra original de los muros, solo interviniendo donde sea necesario.
También se destaca que la vegetación presente en los muros ha tomado cierta entidad en algunos puntos, por lo que es imprescindible eliminarla y aplicar un tratamiento que dificulte su posterior aparición.
En el arco que da acceso a la cubierta de la falsabraga, la pérdida de material en el alzado del arco es considerable. Sin embargo, no afecta a la integridad del muro que soporta. Por esta razón la intervención se limitará a limpiar y recolocar el llagueado manteniendo la pieza original.
La solución a muchos de los problemas presentados sería volver a enfoscar los paramentos en los que se encuentra esta piedra con un mortero que evite la humedad, de apariencia rústica, que permita la ventilación interna del mismo a la vez que protege la piedra original. Pero, actualmente la estética de los recintos fortificados no sigue esta tendencia por lo que la solución que se plantea es la de eliminar la piedra dañada, sustituirla por una biocalcarenita que presenta más resistencia al paso del tiempo y colocar un mortero que no ataque a la piedra en el llagueado repuesto.
Se quitó el economato militar, pero no se hizo una cubierta
En la cubierta de la falsabraga (antemuro bajo o segundo recinto de una plaza de armas destinado a defender la muralla principal) existen problemas importantes de filtraciones de agua que se deben a la falta de impermeabilización y de evacuación de aguas. El proyecto describe que cuando se demolió el economato militar que ocupaba ese espacio el suelo existente no se adaptó a cubierta, sino que se mantuvo el de la sala. Además, con el abandono de esa zona ha crecido gran cantidad de vegetación y el suelo se ha fragmentado y levantado, por lo que las filtraciones de agua al interior del lienzo de la falsabraga son mayores. En principio no es grave en la fachada porque el sol al que está expuesta seca la piedra, pero es probable que el estado interno del muro no sea tan bueno. Sería oportuna la localización y apertura del paso cegado con salida a esa cubierta, se describe en el proyecto. La información con la que se cuenta afirma que se rellenó de escombros y cerró la entrada. Esto también puede estar provocando una humedad muy grande por la facilidad del agua para correr a través de los escombros y por la imposibilidad de ventilación del espacio relleno.
La historia de las murallas comienza en 1687
Las piedras que se van a rehabilitar, gracias a la intervención de la Ciudad, del tercer recinto fortificado de Melilla La Vieja tienen mucha historia. En 1687 se inician las obras del baluarte de San José Bajo, entre otras, según describe el proyecto. En 1718 el gobernador reforma todo el circuito exterior de la Villa Vieja, transformándolo en un frente en corona presidido por el baluarte de San Fernando, dando lugar al tercer recinto fortificado.
Éste está formado por tres baluartes: el de las Cinco Palabras, el de San Fernando y el de San José Bajo, donde se sitúan las baterías de San Fernando, de San Bernabé y la falsabraga. Todos los elementos se sitúan sobre la antigua cerca amurallada de la Villa Vieja o medina andalusí y, posiblemente, sobre los restos de antiguas murallas púnicas y romanas, perímetro que fue reconstruido en el siglo XV.
El baluarte de San Fernando fue construido en el lugar que ocupaba la antigua Torre Quemada y Puerta del Campo: con sus diez cañoneras era el baluarte más fuerte de la ciudad. En una de sus esquinas existe un blasón de cantería del siglo XVIII.
El baluarte de San José Bajo es el elemento defensivo que vincula el segundo y el tercer Recinto, y fue en sus orígenes un torreón medieval de la Villa Vieja. Fue reformado en 1699 como baluarte y en 1790, cuando se amplía su capacidad artillera y queda en el estado en que se encuentra actualmente.
La batería de San Bernabé y a un nivel inferior la falsabraga, se comunica con el baluarte de San Fernando por una bóveda. En la base de la falsabraga se encuentra el túnel de San Fernando, sobre el que existe un escudo y una placa que lo datan en el siglo XVIII.