La procesión del Martes Santo dio comienzo después del acto de Desagravio, que corrió a cuenta de Manuel Jesús Jiménez
Ciudadanos de todas las comunidades han arropado a Nuestro Padre Jesús Humillado
Melilla ha vivido un Martes Santo muy especial. Muchos ciudadanos lo comentaban: el Cristo Humillado, aparentemente, recibió más calor que otros años. “Aquí puede haber perfectamente miles de personas. Por lo menos, más de mil”, le decía una señora a otra mientras esperaban al paso del trono por la Avenida Juan Carlos I. “Así tiene que ser, que apoyemos nuestra Semana Santa”, recibía la mujer por respuesta. Nuestro Padre Jesús Humillado hizo su salida desde la Parroquia Castrense de la Inmaculada Concepción puntual.
Antes de comenzar su recorrido, tuvo lugar el acto de Desagravio a cuenta de Manuel Jesús Jiménez. El melillense, que fue hermano mayor de la Cofradía de la Soledad y también pregonero de la Semana Santa de Melilla en 2016, recordó a las víctimas de violencia de género y a los pequeños que sufren abusos y son corrompidos por adultos. “¿Cómo no lo voy a condenar?”, exclamó. En este punto señaló que, pese a que se cometen delitos que duelen en lo más profuno del alma, hay que seguir el ejemplo de Cristo Humillado. “Todo tiene perdón en el reino de Dios”, manifestó, parafraseando a Nuestro Padre Jesús. Es por ello que Jiménez quiso incidir en la importancia del perdón. Y también en la del saber perdonar.
Tras este emotivo pistoletazo de salida, la procesión comenzó a avanzar hacia la plaza de España, donde se congregaban cientos de melillenses. El Humillado estuvo muy arropado por la comunidad cristiana, pero también por ciudadanos que, pese a profesar otras religiones, viven con orgullo y respeto nuestra Semana de Pasión.
El Cristo continuó su camino hasta llegar a la Avenida Juan Carlos I. Unos treinta hombres de trono fueron los que lo portaron sobre sus hombros, orgullosos del honor que para ellos suponía. La Agrupación Jesús Cautivo de Medinaceli fue la encargada de poner música a este Martes Santo, que fue seguido con devoción por los melillenses.
Así, la procesión siguió hasta que el Humillado llegó a la altura de la tribuna, donde lo esperaban las autoridades religiosas de la ciudad. El vicario episcopal de Melilla, Roberto Rojo, ante la imagen de Nuestro Señor, le pidió que la ciudad aprendiera a tomarlo como ejemplo con el fin de que el diálogo siempre prevalezca e impere la fraternidad entre las distintas culturas.
“Hoy mucha gente se burla de ti, pero sigues siendo nuestro Rey”, proclamó Rojo instantes antes de rezar un padrenuestro acompañado por buena parte de la ciudadanía melillense. Luego, al terminar la oración, una mujer le cantó una saeta al Cristo Humillado. Su voz, su pasión y su devoción llegó al corazón de todos los presentes, que vivieron el momento con profunda admiración por su belleza.
La procesión continuó el recorrido establecido, pasando por la Avenida Castelar, López Moreno, plaza Menéndez Pelayo y calle Ejército Español. Seguidamente, el Humillado volvió a pasar por la plaza de España para recogerse en la Parroquia Castrense, tras pasear su ejemplo por el corazón de la ciudad.