La Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP) ha denunciado un nuevo episodio de "extrema violencia" en el Centro Penitenciario de Melilla. Unos hechos que sucedieron cuando un interno de gran corpulencia y con trastornos psiquiátricos, provocó graves destrozos en el módulo de aislamiento.
Desde la APFP han querido recordar que el módulo ha tenido recientemente una serie de obras de mejora con el objetivo de obtener una mayor seguridad, pero consideran que las mejoras anunciadas "no se ven en el día a día".
Según ha informado el sindicato, se trata de un preso que cuenta con un historial delictivo de largas condenas y constantes episodios violentos en prisión.
Fue el pasado sábado 3 de mayo, dos días después de ingresar en el módulo de aislamiento por un episodio violento previo, cuando el interno la emprendió a golpes contra las instalaciones mientras estaba en el patio, destrozando una puerta y varios cristales que, supuestamente, eran de seguridad.
"No se ve la inversión"
Ante los destrozos ocasionados, el sindicato no ha querido pasar por alto que en fechas recientes se han llevado a cabo una serie de reformas en el centro, con un presupuesto muy abultado, el cual se ha liberado desde Delegación del Gobierno. Y es que denuncian que, a pesar del dinero invertido, no han visto un cambio sustancial. "En general, todo sigue igual".
En definitiva, una serie de reformas que se han planteado para evitar posibles fugas, pero no para evitar incidentes violentos.
Falta de recursos
Y es que desde el sindicato lamentan que los responsables de seguridad del Centro Penitenciario no tienen en cuenta las opiniones o consejos de los trabajadores, quienes desde la APFP recuerdan, tienen una dilatada experiencia con internos de perfil peligroso, como es el caso del autor de los hechos.
No obstante, también lamentan la falta de cursos de preparación para actuar ante situaciones violentas como la acaecida el pasado sábado. Si bien reconocen que se producen formaciones, estas se desarrollan cada varios años, por lo que los conocimientos adquiridos acaban por olvidarse.
"Hay compañeros que igual ni saben ponerse el traje de seguridad. Lo sueltan ahí, con las instrucciones, haces un simulacro y ya no se vuelve a hacer nada".
También hablan de celdas sin agua, luz o con deficiencias en las puertas, otro riesgo más para los funcionarios con problemas que llevan 15 años sin resolverse.
Profesión de riesgo
Se suma además, la denuncia del sindicato hacia la Administración por la negativa a conceder a los funcionarios de prisiones la condición de agentes de la autoridad y clasificar de este modo su labor como "profesión de riesgo".
Desde el sindicato lamentan que esta categoría acabe siendo utilizada en negociaciones políticas.
"Se les ha negado a Policía Nacional y Guardia Civil. Para nosotros ni está, ni se le espera".
Incidente
Fue el pasado sábado 3 de mayo, cuando el interno en cuestión exigió a una enfermera que le proporciona su medicación ver a la médico, quien no acude al Centro Penitenciario por las mañanas durante los fines de semana. Si bien en un principio quedó conforme con la negativa a su demanda, varios minutos después comenzó a aporrear la puerta.
Pese a que los funcionarios trataron con el interno con una actitud totalmente sosegada, como se había instruido desde instancias superiores, la ira del mismo no dejó de escalar. "¿Vosotros qué queréis, sangre? ¿Vais a tener sangre?".
Finalmente, el interno acabó por arrancar una puerta de grandes dimensiones, reventando los cristales que, presuntamente eran de seguridad. El interno trató incluso de llegar a una oficina con monitores donde se encontraba un funcionario.
Antecedente
Para conocer en profundidad los hechos, hay que remontarse a la tarde del pasado jueves 1 de mayo, cuando el interno accedió a la oficina del módulo y exigió salir del mismo. Ante la negativa de los funcionarios, este comenzó a amenazar a los trabajadores. Una acción a la que se sumaron el resto de los internos.
Al no desistir de su actitud, el interno fue trasladado al módulo de aislamiento, agrediendo físicamente a un funcionario durante el trayecto al mismo.