Natural de Melilla (1950), Carlos Sánchez Tárrago vivió allí sus primeros doce años. Por razones de destino de su padre, militar, vivió en Plasencia y Madrid, donde terminó el bachillerato en el Instituto Ramiro de Maeztu. Como funcionario de la Administración del Estado ha trabajado en el Sahara español, Marruecos y Mauritania. En España en Alicante y Madrid. Jubilado en 2012, reside en Alicante, donde se dedica a la investigación histórica.
-¿Cómo le va la vida?
-No me puedo, ni me debo, quejar. Hace poco más de un mes defendí una tesis doctoral en la Universidad de Alicante, lo que, a mis tres cuartos de siglo cumplidos, es una gran satisfacción.
-¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de su trabajo?
-Lo que más: la investigación histórica. Lo que menos, buscar una editorial que luego me la publique.
-¿Puede contar alguna anécdota que le haya sucedido ejerciéndolo?
-Más que anécdota, curiosidades que te regala la investigación histórica. Por ejemplo, mantengo una magnífica amistad con el hijo de uno de mis protagonistas, que acaba de cumplir 102 años y conserva una lucidez envidiable. También con la nieta de otro protagonista, que vive en Hawái. Son pequeños regalos que hacen que este “oficio” sea aún más apasionante.
-¿Y qué es lo más curioso, o extraño, que le ha pasado en su vida?
-El haber vivido en sitios tan interesantes como la Melilla de mis doce primeros años o ya, como funcionario, en el Sahara español, donde viví la Marcha Verde, Marruecos, durante veinticinco años, o Mauritania, otros cuatro, dan para contar muchas cosas curiosas o extrañas vividas.
-¿Cuáles son sus próximos retos?
-Mi principal reto es convertir mi tesis, dedicada a la figura de Eduardo Ortega y Gasset —el hermano mayor y menos conocido del gran filósofo—, en un libro accesible para todo tipo de lector. Al mismo tiempo, quiero seguir colaborando con un periódico mensual de Madrid, NHU, donde publico una columna de contenido histórico sobre el barrio de Lavapiés.
-¿Cómo ve el futuro de Melilla?
-Me gusta verlo con esperanza. Me gustaría que fuese como la Melilla de mi infancia, esos doce primeros años que tuve la suerte de vivir allí, donde la convivencia entre culturas era algo natural.
-¿Cuál es su expresión melillense favorita?
-No tengo ninguna favorita, pero recuerdo bien las que escuchaba con frecuencia: ¡Qué hay, paisa!, ¡Qué tal kie! o palabras como chavea o rabona, que luego escuché muy raramente.
-¿Y su rincón favorito de Melilla?
-De mi época: el Parque Hernández; el Mantelete; los paseos por la Avenida; el Puerto, donde los domingos me llevaba mi padre de paseo para ver como los pescadores tejían sus redes… El día que regrese, espero sea pronto, me encontraré otra Melilla más moderna, pero mis recuerdos estarán siempre en esos lugares.
-Explique su filosofía de vida…
-Hacer el bien, sin importar a quién, y recordar que nunca es tarde para seguir aprendiendo.
-Diga un lugar al que le gustaría viajar.
-Malasia, porque ahí se acaba de ir mi nieto mayor a trabajar.
-¿Viajaría al futuro?
-Si fuera un viaje rápido para saber lo que me espera… quizás.
-¿En qué época histórica le habría gustado vivir?
-El primer tercio del siglo XX, porque es la época que más he estudiado y sobre la que más conozco.
-¿Usa mucho las redes sociales?
-Prefiero la comunicación directa, pero hoy en día, si quieres compartir información o estar al tanto de lo que ocurre, el uso de redes sociales es inevitable. En mi caso, las utilizo únicamente de forma imprescindible.
-¿Qué haría si le tocara la lotería?
-No confío mucho en la suerte. Solo juego en Navidad y, al final, mi petición es la misma: seguir teniendo salud.
-¿Cuál es su color favorito?
-Azul, por ser el color distintivo de mi clase en el Colegio de la Salle, cuando organizábamos las olimpiadas en la plaza de toros.
-¿Qué música suele escuchar? ¿Algún cantante o grupo en particular?
-Mis gustos musicales son bastante eclécticos y dependen del momento. ¿Grupos o cantantes? Muchos. Por citar algunos: The Beatles, Los Sabandeños, Joan Manuel Serrat. Y, como melillense: Emilio el Moro, a quien hoy criticarían por la letra de sus canciones, pero cuyo talento como guitarrista y cantante era incomparable.
-¿Cuál es su comida favorita?
-Las lentejas. Sobre todo: “a la moruna”. Con especias.
-¿Y la bebida?
-El agua de un buen botijo, o el té moruno.
-¿Cuál es su época del año preferida?
-Cualquiera, aunque me molesta el viento y la lluvia intensa.
-¿A qué dedica el tiempo libre?
-A lo que me gusta: la investigación histórica.
-¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
-La imprescindible. Trajes y corbatas quedaron colgados.
-¿Tiene miedo a algo?
-Al sufrimiento y a la dependencia.
-¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
-El refrán preferido de mi madre: “Enemigos, ni en la gloria. Amigos, hasta en el infierno.” La amistad sigue siendo para mí una “religión”, como dice mi amigo, el premio Goncourt Tahar Ben Jellum.
-¿Y el mejor que ha dado usted?
-No soy dado a dar consejos, aunque a mis hijos les he dicho siempre que traten de ser buenas personas y buenos profesionales. Me daba igual la profesión que eligiesen.
-¿Cuáles son su mejor y su peor recuerdo?
-En una vida larga y variada como la mía, hay muchos buenos recuerdos, junto a momentos que, por desgracia, también nos suelen acompañar. Pero de esos últimos es mejor olvidarlos; siempre hay que quedarse con lo bueno.
-¿Cuál era su asignatura favorita en el colegio?
-De pequeño, las matemáticas: me encantaba el cálculo mental. Ya algo mayor, la historia.
-¿Y cuál odiaba?
-Ninguna en especial. Solo profesores que me gustaban más o menos en virtud de su profesionalidad o actitud hacia la clase.
-Una manía.
-La edad, creo, nos hace un poco más maniáticos, aunque yo procuro que las mías sean tolerables.
-¿Cuál es su animal favorito?
-Ninguno en especial; me gusta admirarlos en la naturaleza.
-Finalmente, diga una habilidad suya que nadie conozca.
-La de repostero. Aunque hay gente que la sabe y me piden que les haga el tiramisú, que me sale estupendo.









A faltado Melilla la Vieja
Entonces no es de Melilla..es del Mantelete!!!