La primera celebración navideña en la que se montó un belén para la conmemoración del nacimiento de Jesucristo fue en la Nochebuena de 1223. El belén fue realizado por San Francisco de Asís, quien había regresado tres años antes de Palestina e, impresionado por su visita a Belén, se propuso volver a representar la escena de la Natividad en una cueva próxima a la ermita de Greccio (Italia), un lugar que creía parecido a la zona palestina.
Desde entonces, el belén se fue extendiendo, primero por toda Europa, y hoy en día es un elemento prácticamente fijo en las casas de los cristianos cuando llega la Navidad. Hay belenes de todo tipo: los que sólo muestran el Nacimiento y los adornados con otras figuras, más grandes y más pequeños, bíblicos o modernos, incluso belenes vivientes donde las personas representan a San José, la Virgen María y Jesucristo.
En España, la mayoría de las ciudades ponen, al menos, un belén para que los ciudadanos puedan contemplarlo durante el período navideño. Melilla no es una excepción y ayer inauguró el suyo en el Foso del Hornabeque.
Se trata de un belén de unos 1.400 metros cuadrados cuyo montaje ha costado alrededor de 100.000 euros y que ha involucrado a decenas de trabajadores para crear el escenario y también para participar como actores. Se ha aprovechado parte del material del año pasado, pero ha habido cambios respecto a aquel porque se tomado nuevos espacios para hacerlo más acogedor y más realista.
La expectación que había creado el anuncio de su inauguración hizo que cientos de personas entraran continuamente, deseosas de ver no sólo las novedades, sino el belén en sí, ya que, en ocasiones, un año puede hacerse muy largo, como en este caso para los amantes de esta escenografía.
Situado en un emplazamiento tan hermoso y tan mágico como es el de la entrada a Melilla la Vieja, el vicepresidente primero de la Ciudad, Miguel Marín, considera que hay que difundir el que es, probablemente, el belén más grande del continente africano, que permanecerá montado hasta el próximo día 7 de enero, una vez hayan venido los Reyes Magos.
Por lo tanto, será exactaente un mes el tiempo que el belén permanecerá en su actual ubicación, un tiempo más que suficiente para que ningún ciudadano se quede sin verlo y para que también puedan disfrutar de él quienes visiten Melilla próximamente y que, a buen seguro, al volver a sus lugares de procedencia una de las cosas que contarán a sus familiares y amigos será que contemplaron esta preciosidad, comparable al mejor de los belenes españoles.
La Ciudad Autónoma aprovechó el momento también para desear unas felices fiestas a los melillenses y que disfruten al máximo del belén. Que así sea.