El Faro de Melilla entrevista a Juan Luis Lorda, pensador cristiano, experto en la interioridad de la persona, la conciencia moral que tiene estas cinco características: sensibilidad, afectividad, inteligencia, voluntad y libertad.
-Usted es teólogo especializado en Historia de la Filosofía. ¿Qué filósofo de la antigüedad enseña a pensar?
-Los filósofos de la antigüedad que han llegado hasta nosotros es porque gustan y ayudan. Quizá el más interesante es el libro de Platón que se llama "Defensa de Sócrates". Un libro pequeño, pero ahí se ve quién era Sócrates y a qué se dedicaba.
Del mundo cristiano, destacaría San Agustín con su libro "Las Confesiones". Donde se retrata a él mismo en vivo y, en cierto modo, nos retrata a todos.
-¿Qué novedad incorporó Jesús a la filosofía...?
-La gran novedad de Jesucristo: cómo es Dios y cómo somos nosotros y cuál es el sentido de nuestra vida, ahí están implicadas cuestiones filosóficas importantísimas sobre la imagen de Dios, la imagen del hombre y el comportamiento humano.
-¿Qué filósofo de la Edad Media ayuda a entender los anhelos del corazón del hombre?
-El filósofo más importante y probablemente con mayor obra de toda la Edad Media es Santo Tomás de Aquino. En su "Suma teológica", la segunda parte, es un mapa enorme sobre cómo es el corazón humano. No está escrito como escribiríamos hoy con un lenguaje de novela y puede resultar difícil. Hay un libro magnífico de un pensador alemán que pone todo en términos actuales: Josef Pieper "Las virtudes fundamentales".
-La sociedades avanzan en técnica, pero hay guerras... llegan pandemias. Para hacer un mundo mejor ... ¿qué hace falta?
-Esto lo explicaba muy bien Gandhi. Decía que para que el mundo sea mejor lo que hay que cambiar en primer lugar no son las sociedades, sino las personas. La técnica nos ayuda pero ésta se puede emplear bien o mal.
-Cuánto más avanza la sociedad en ciencia, más claro se ve que Dios creó el mundo...
-Para ver primero hay que mirar; a medida que avanzan las ciencias conocemos que el mundo está lleno de inteligencia, pero corremos el riesgo de quedarnos ahí. Tal y como contamos hoy la historia del mundo es una explosión de inteligencia increíble, por eso todo hace pensar que hay un creador detrás, pero a lo mejor uno no quiere pensar en eso, o se le olvida o no lo mira.
-Un filósofo que a usted le haya marcado como pensador.
-San Agustín, Santo Tomás, de los que ya he hablado. Romano Guardini, sacerdote y profesor de universidad alemán, John Henry Newman, sacerdote y profesor de Oxford, G. K Chesterton, C. S. Lewis... todo eso por no hablar de teólogos importantes que son muchos...
-¿Cuáles...? Entre todos los que tiene en su cabeza de pensador .
-Como es lógico, cada persona tiene criterios distintos de quién y por qué es importante en el área del pensamiento. Además, a los autores buenos les pasa como al vino bueno, que mejoran con el tiempo.
-Las almas como el buen vino mejoran con el tiempo, y lo mismo para usted con los autores buenos...
-Para mí, que me dedico al pensamiento cristiano, ha sido muy importante la figura de Joseph Ratzinger. Veo crecer su importancia a medida que pasa el tiempo. El siglo XX ha estado lleno de figuras muy interesantes en el ámbito cristiano, como G. K Chesterton, C. S. Lewis o Romano Guardini. Los leo con mucho gusto y me parecen referentes para mi trabajo.
-Benedicto XVI, que tuvo fama de "estar fuera de época" con zapatos rojos y sotana blanca, birrete de terciopelo rojo bordada, uso del camauro, la muceta. Para la historiadora del Arte, Marzia Cataldi Gallo, seguía una tradición secular pues los papas siempre han vestido así. Este Papa era un teólogo, Joseph Ratzinger, un gran pensador del momento actual.
-Ratzinger tiene de particular que ha sido a lo largo de su vida un gran observador de la situación del pensamiento teológico, del estado de la cultura y de la Iglesia. Y no paró de trabajar y de pensar hasta el final. Juzgaba sabiamente la época y juzgaba la Iglesia y lo que la Iglesia tiene que hacer en esta época. Esto lo hacía principalmente en las conferencias que dio cuando era cardenal.
-El 22 de abril del 2011 dijo: "No tenemos respuesta, pero sabemos que Jesús sufrió como vosotros, inocente, que el Dios verdadero que se muestra en Jesús está a vuestro lado. Aunque no tengamos respuestas y la tristeza no pase, Dios está a vuestro lado y tenéis que estar seguros de que os ayudará".
-Hay que subrayar el enorme esfuerzo que hizo para terminar el proyecto de su vida, el libro sobre Jesús de Nazaret. Puso un empeño tremendo en acabarlo. Porque le parecía que en el campo de la exégesis especializada se ha introducido una distancia que aleja a Jesucristo de la fe y lo vuelve incomprensible.
-Un gran libro que merecerá la pena leer. Solamente se ama lo que se conoce...
-Es un libro estupendo y en el prólogo cuenta con toda sencillez cuál es el problema con una exégesis especializada y aséptica que, por falta de fe, se ve obligada a reconstruir en el aire una figura lejana e imposible.
-La tolerancia es la mejor religión, decía Víctor Hugo. Y usted como antropólogo cristiano, ¿Qué opina de la tolerancia?
-Sobre tolerancia y caridad, no creo que se deban oponer. A mí la tolerancia me parece un valor educativo y formador importante para toda persona. Lleva entre otras cosas a reprimir la antipatía que de un modo más menos o espontáneo puede surgir ante el distinto que nos incomoda o nos molesta solo porque es distinto. Es una experiencia que todos sentimos. Y cuando uno la analiza ve que generalmente se basa en manías injustificadas y en una gran falta de comprensión.
-La tolerancia se queda corta... para usted.
-Pero ante el prójimo el mensaje cristiano pide caridad y no solo tolerancia. Es muy fuerte porque el Señor dice que hay que amar incluso a los enemigos. Naturalmente no se trata de amarles porque son enemigos sino a pesar de que son enemigos. Es amarles como personas y estar dispuestos también a hacerles el bien. Eso no quiere decir que haya que invitarles a hacernos daño y quedarnos contentos con eso. Eso sería absurdo... Pero es una invitación siempre a apostar por lo bueno que hay en el fondo de cada persona porque es imagen de Dios. Puede suceder que esa imagen esté muy deteriorada y que haya que tener cuidado con esa persona. Pero hay una apuesta por la comprensión.
El cristianismo está convencido de que el amor tiene una gran capacidad de redención. Somos redimidos por un amor pleno de Dios que no merecemos. Y tenemos también que reflejar como cristianos ese amor en nuestras vidas. Sin quedarnos en frases bonitas. La conciencia está para aplicar esto en las circunstancias de cada día. A mí me conmueve especialmente el testimonio de ese obispo vietnamita, Van Thuan, que pasó nueve años en una celda aislada. Y solo tenía breves contactos con sus carceleros, en principio distantes y antipáticos. Pero cada día se proponía quererlos como nos ha mandado el Señor y así convirtió a unos cuantos.
Es llamativo que, cuando el Señor estaba en la cruz, al ver a los que le hacían daño, rezó "¡Perdónales porque no saben lo que hacen!". Eso sí que es comprensión.