Hace unas semanas, Ceuta recibía la visita del buque Blas de Lezo en el que, precisamente, se encontraba la princesa de Asturias cumpliendo su período de instrucción en la Armada. La presencia de Leonor en la ciudad hermana no pasó desapercibida para los medios de comunicación, que informaron puntualmente de todas las actividades que desarrolló, desde la asistencia a un Sábado Legionario a la degustación del cuscús. La historiadora Cristina Barreiro nos habla de la relación de la institución monárquica con Ceuta y Melilla.
-La Princesa de Asturias ha visitado Ceuta a bordo del buque Blas de Lezo como consecuencia de una escalada técnica. Háblenos de la formación militar en la Armada Española por parte de la princesa.
-La formación militar es importante pues llegado el momento, y cumpliendo los dictados de la Constitución, ella asumirá las funciones de Jefe del Estado lo que implica convertirse, también, en el mando supremo del Ejército. Esto es así desde la Constitución canovista de 1876 y más desde que estamos en el marco de una Monarquía Parlamentaria. Necesita conocer de primera mano el mundo militar en sus tres cuerpos y por ello, la instrucción que ha recibido en el Ejército de Tierra, ahora en la Armada y posteriormente en Aire. Es el modo en el que debe hacerse, como hizo su padre el rey Felipe VI. Después llegará la formación universitaria.
-No se trata de una visita de carácter oficial, pero está cargada de simbolismo...
-Por supuesto. Ceuta, tiene la designación de Ciudad Autónoma, igual que lo es Melilla. Son parte de España. Pero están sometidas a una serie de injerencias territoriales y también políticas y sociales que convierten la visita de la Princesa de Asturias en algo simbólico. Pero no olvidemos este carácter: Ceuta -anteriormente portuguesa- pasó a ser española en 1.640.
-En las últimas décadas hay una notable ausencia de visitas oficiales a las ciudades autónomas por parte de los Reyes. Su opinión de la situación política internacional
-Una visita a las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla por parte de los Reyes me parecería positiva. Contribuiría a reforzar el carácter y la españolidad del territorio y de sus gentes. Cuando don Juan Carlos y doña Sofía visitaron Melilla en 2007, el respaldo que tuvieron y el cariño que les mostraron los melillenses, resultó extraordinario. Aquello se convirtió en un estallido de españolidad. Es cierto que hay tiranteces con el reino de Marruecos referidos a emigración y fronteras, pero los Reyes lo son de todos los españoles y el Gobierno no debería interferir o dificultar una presencia que refuerza los intereses de España.
-Impacto diplomático de los monarcas en las ciudades autónomas.
-La presencia de los Reyes es siempre positiva a mi modo de ver. En las zonas afectadas por las catástrofes naturales, recordemos Paiporta o La Palma, en los lugares más deprimidos o despoblados, incluso en las regiones o Comunidades Autónomas donde el nacionalismo es más potente, los Reyes tienen la obligación de mostrarse como los garantes de esa unidad de España que se reconoce y establece en la Constitución. Y en Ceuta y Melilla ocurre lo mismo. Existen tiranteces con Marruecos y posiciones que pueden llegar a chocar frontalmente entre ambos Reinos: las fronteras, las aguas, la valla, la emigración, los centros de refugiados y las repatriaciones… y hasta cuestiones de contrabando y tráfico ilegal. Pero la posición de España y de la Corona tiene que ser firme.
-¿Vivimos en un contexto marcado por la prudencia
-Esa debería de ser la función de la Diplomacia. De las respectivas Embajadas, pero también del Gobierno. No se pueden tomar decisiones que, en aras de una mayor proyección personal en el plano internacional, puedan dañar los intereses económicos y territoriales de España.
-Al mismo tiempo hay expectación por parte de los que desean una mayor visibilidad institucional en el norte de África.
-Es que es necesaria. Los ciudadanos no pueden verse desasistidos o sentirse alejados de los intereses institucionales peninsulares. Son ciudades con un porcentaje de funcionariado muy alto, todavía con presencia de reminiscencias militares en muchos aspectos, pero también con un interesante potencial turístico que las autoridades están potenciando. Es algo bueno porque, además, cuando pisas suelo melillense o ceutí, de alguna manera percibes esa convivencia entre culturas, cierto “mestizaje” que siempre ha sido propio del carácter español, desde siglos atrás. Y no olvidemos que estratégicamente son plazas interesantes lo que refuerza, todavía más, la necesidad de visibilidad institucional en el norte de África.