Próspero Bassets acaba de cerrar un ciclo muy importante en su vida tras jubilarse después de 22 años al frente del Colegio La Salle de Melilla. Con humildad y emoción, describe su paso por la institución como "la experiencia más bonita que he tenido a nivel profesional".
"No solamente como director, sino en todo el tiempo que he estado trabajando en el Colegio La Salle, he vivido momentos que me han marcado profundamente", cuenta. "He trabajado en otros sitios, pero no es lo mismo. La forma de trabajar aquí, el modo de enfocar la educación, y esa dedicación tan profunda por los niños y los jóvenes, es algo espectacular".
Bassets destaca la vocación que impregna la institución. "Lo que hace diferente al Colegio La Salle es ese espíritu de entrega y dedicación que va más allá de la simple tarea profesional", explica. Para él, educar no es solo enseñar contenidos, sino formar personas, ayudarles a crecer en valores y motivar su desarrollo integral.
El centenario: un hito que unió a toda Melilla
Uno de los momentos que guarda con especial cariño fue la celebración del centenario del colegio en 2012. "El centenario fue precioso, espectacular. Fue un momento en que recogíamos lo que otros habían sembrado durante muchos años, y eso es muy emocionante", rememora.
Este evento no solo fue una celebración interna, sino que tuvo una enorme repercusión social en Melilla. "La ciudad se volcó con nosotros, y eso me hizo darme cuenta de la importancia que tiene el Colegio La Salle en la sociedad melillense", comenta Bassets.
La organización fue todo un desafío. Se planificó un encuentro con 500 niños provenientes de toda Andalucía, una cifra que parecía casi imposible de manejar. Sin embargo, gracias a la colaboración y el esfuerzo colectivo, lograron que todo saliera adelante sin coste para la institución.
"Hubo muchas ideas para que los niños pudieran desayunar, dormir y desplazarse, y todos ayudaron de corazón", relata con orgullo.
Un momento especialmente emotivo fue la inauguración de la estatua en honor a San Juan Bautista de La Salle, fundador del colegio, en la plaza que lleva su nombre. "Fue un acto muy bonito para quienes creemos en este modo de educar", subraya. Esta estatua, colocada en 2011, un año antes del centenario, simboliza el respeto y la admiración que Melilla profesa hacia esta figura histórica y hacia los valores que representa.
Orgullo y nostalgia en la despedida
Al preguntarle cómo se siente al llegar a esta nueva etapa tras tantos años de entrega a la educación, Próspero Bassets no oculta su orgullo. "Me siento orgulloso de haber puesto mi granito de arena en la historia del Colegio La Salle", afirma con convicción.
"Estoy seguro de que Melilla sería muy distinta si no hubiera existido ese colegio. Eso es algo que siempre he creído", añade. Sin embargo, la emoción también aflora cuando piensa en lo que dejará atrás.
"Lo que más voy a extrañar son los niños, el ruido de los niños", confiesa. "Esa música de recreo donde los niños corren, juegan y sonríen. Esa es la esencia del colegio".
Para Bassets, La Salle no es un lugar donde solo se estudia, sino un espacio donde los niños son felices. "Cuando sales al patio y hablas con ellos, notas esa alegría y esa motivación. Los niños van contentos, y eso no se encuentra en todos los colegios", destaca.
La hermandad entre profesores y alumnos
Otro aspecto que el exdirector valora profundamente es el equipo docente. "Hay una hermandad maravillosa entre profesores y alumnos", señala. "El claustro es espectacular, un conjunto de profesionales que han ido creciendo en su forma de educar y en ese espíritu lasaliano".
Este ambiente de compromiso y vocación hace que incluso los profesores nuevos se contagien de la ilusión y las ganas de trabajar. "Cuando llega un profesor nuevo, enseguida se empapa de esta forma de entender la educación. Eso es fundamental para que todo funcione", explica.
Para él, la vocación es el motor que impulsa a los docentes. "Una cosa es que hay que vivir y trabajar para ganar dinero, pero más allá de eso está la vocación. Y esa vocación se realiza en el colegio, en el día a día con los niños", afirma.
Nuevos proyectos: seguir aportando a la comunidad
Aunque se jubila como director, Bassets tiene claro que quiere seguir aportando a la comunidad educativa y social de Melilla. Su próximo paso está vinculado a la alfabetización de mujeres adultas a través de la Sociedad de Amigos de la Educación (SAE).
"Quiero participar humildemente en el proyecto alfa, donde 150 mujeres se alfabetizan a diario y necesitan voluntarios", explica.
Desde hace años es vicepresidente de esta entidad, que dirige junto a su amigo Roberto, presidente.
Lo que comenzó como una ayuda sencilla se ha convertido en una estructura bien organizada con personal contratado y numerosos voluntarios, consolidándose como una institución de referencia en la ciudad.
"Esta labor me llena mucho. Es una forma de seguir ayudando, de continuar poniendo mi experiencia al servicio de la comunidad", afirma.
La evolución en la educación
En su larga trayectoria, Bassets ha sido testigo de la transformación que ha sufrido la educación, especialmente en La Salle. "La educación ha cambiado mucho en los últimos años, y para bien", comenta.
Uno de los grandes avances ha sido el cambio en los métodos pedagógicos, que ahora están cada vez más centrados en el alumno. "Aquello de que el alumno viene, se siente y se aburre seis horas ya es cosa del pasado", dice con convicción.
"Ahora hay que activarlo, motivarlo, hacer que participe y que se ilusionen con el proyecto educativo", explica. Este cambio, asegura, solo ha sido posible gracias a un claustro de profesores comprometido y cualificado.
"Sin un equipo docente tan bueno no se podría haber hecho esto. Se están desarrollando métodos nuevos que funcionan muy bien, y eso mejora la educación que reciben los alumnos día a día", subraya con orgullo.
Consejos para las nuevas generaciones
Además, Próspero Bassets ha querido ofrecer un consejo para quienes comienzan su carrera en la docencia: la formación continua y la entrega absoluta.
"Que se formen mucho. La formación es fundamental, donde uno esté tiene que estar siempre actualizado y preparado", aconseja.
Además, recalca la importancia de la vocación. "Hay que volcarse al máximo en el proyecto donde uno esté, porque los niños van cambiando, las generaciones son diferentes, y necesitamos mucha energía para estar a la altura", explica.
"Solo así se puede ilusionar, motivar y sacar adelante el trabajo diario", concluye.
Próspero Bassets se despide del Colegio La Salle con la satisfacción de haber dejado una huella imborrable en la educación de Melilla, con un legado de dedicación, pasión y compromiso que seguirá inspirando a futuras generaciones.