Vivimos inmersos en la sociedad de la información, donde la producción, transmisión y manipulación de la misma ha adquirido una importancia económica, cultural y social significativa. Es compatible acceder a toda la información y ser completamente ignorante de lo fundamental, porque no hace falta saber todo, sino lo importante. Para Sueiro necesitamos, más que nunca de inteligencia contextual: saber relacionar bien lo decisivo, distinguir entre información, conocimiento y sabiduría. Enrique Sueiro (Pamplona, 1968), asesor de comunicación directiva y autor de Verdad organizada: apología de la razón para combatir la ola fake. Para el autor y asesor de comunicación directiva, frente a la mentira sistemática, la verdad organizada.
-Usted mantiene que es mejor aliarse con los buscadores de la verdad que con sus presuntos poseedores. ¿A quién iría dirigido este libro?
-A toda persona buscadora de la verdad, la diga quien la diga y esté donde esté. A cualquiera con inquietud por saber y apertura mental para cambiar de opinión al conocer nuevas verdades.
-Hoy día hay un acceso a la información muy potente, pero eso no nos hace más sabios ni listos. Usted mantiene que solo la verdad comunica. ¿Por qué?
-Conviene distinguir entre información, conocimiento y sabiduría. Es compatible acceder a toda la información y ser completamente ignorante de lo fundamental, porque no necesitamos saber todo, sino lo importante. Necesitamos inteligencia contextual: saber relacionar bien lo decisivo.
-¿Cuando un periódico se equivoca es buena praxis rectificar o que una noticia invalide la anterior?
-Lo honesto es rectificar y, si la noticia es relevante, hacerlo de forma proporcional a la difusión que tuvo el error. Tan importante como que los periódicos rectifiquen si se equivocan es que los lectores lean entre líneas y presten atención a lo que los medios no publican.
-Los titulares breves han de ser veraces. ¿Por qué no siempre es así?
-Los titulares profesionales deben ser breves, informativos, atractivos y veraces. Por eso, saber titular es un arte. La veracidad de algunos temas complejos o delicados requiere matices que no caben en un titular, precisamente por su brevedad. A esto se añade que, a veces, se prioriza lo atractivo a lo veraz. Los mejores periodistas y los lectores más libres no sucumben a la dictadura del clic en el entorno digital.
-Usted afirma que, para "combatir” la posverdad, la "preverdad" o respeto a la realidad. ¿Cómo se puede "atrapar" la verdad sin caer en el dogmatismo?
-La verdad es poliédrica, sinfónica, expansiva y aglutinadora. El libro incluye 12 amenazas que atentan contra ella y el dogmatismo es precisamente la duodécima. Son peligrosas las personas que, fanáticamente convencidas de tener la verdad en exclusiva, no cambian de opinión nunca en nada... igual que las que cambian de opinión de forma irracional y compulsiva. Mejor aliarse con buscadores de la verdad que con sus presuntos poseedores.
-Una verdad perjudicial es mejor que una mentira útil, decía Thomas Mann. ¿Usted está de acuerdo con esta frase o la matizaría?
-Sí y sí. Como libera, molesta y compromete, solo la verdad comunica. Mentir prostituye la comunicación. En asuntos relevantes la verdad debería ser innegociable.
-En su libro habla del derecho a callar, a no decir siempre todo. ¿Podría ampliar esta idea?
-Ser veraz no implica decir toda la verdad a todo el mundo todo el tiempo, pero sí que todo lo que se diga sea verdad. La prudencia, como virtud de prever lo previsible, está emparentada con la verdad. Unas veces, lo prudente es hablar: cuando los demás tienen derecho a conocer lo que puedo aportar o cuando, ante acusaciones graves y falsas, mi silencio puede interpretarse como que otorga. Otras, lo sensato es callar: cuando lo que se aporta, aun siendo cierto, es irrelevante, innecesario o contraproducente.
-En las páginas de su libro me llama poderosamente la atención la idea de moderarse, no contar todo constantemente a todos, que contribuye a la paz y reduce el ruido del ambiente...
-Ser selectivo, moderarse y no contar todo constantemente a todo el mundo contribuye al sosiego personal y a rebajar el ruido ambiental. La amenaza número nueve contra la verdad que explico en el libro es la saturación, una variante de la amenaza número dos, que es la desproporción, es decir, magnificar lo menor y silenciar lo mayor. Mucha información aumenta la percepción de importancia de un tema y poca la reduce. Al mismo tiempo, una sobredosis informativa aturde y deja la sensación falsa de que algo -que a veces es irrelevante- tiene gran trascendencia. Una manera de desinformar acerca de un asunto clave es sobreinformar de otro, relevante o no, como se detalla en la amenaza número diez, la distracción, cuando lo secundario distrae de lo importante.
-De todos los episodios históricos de la verdad que aparecen en su libro, elija uno por ser muy formativo...
-El 24 de febrero de 1956, en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, su líder Nikita Jruschov leyó un informe hasta entonces secreto. Sin cuestionar las grandes decisiones del partido desde 1917, reprobó parcialmente lo promovido por Stalin, su antecesor. Son muy reveladoras las palabras del entonces líder del comunismo ruso: “¿Por qué vemos solo ahora la verdad de este asunto y por qué no hicimos algo antes, durante la vida de Stalin, por evitar la pérdida de vidas inocentes?”. En aquel momento el número de muertos era de varios millones y la cifra siguió aumentando. Estas evidencias no impiden que en 2025 haya personas que, con otros nombres, defiendan los postulados comunistas y exhiban con orgullo a sus más sanguinarios promotores.
-¿Qué le llevó a escribir este libro?
-Buscar la verdad me fascina y me libera. Este libro es el que tenía en mente cuando publiqué el anterior, cuya idea original era dedicar un capítulo a algunos momentos históricos. Ingenuamente preví unas pocas páginas a la Leyenda Negra, esa serie de estereotipos que transmiten una imagen distorsionada y falsa de la realidad histórica de España al magnificar las sombras, que las hay, y silenciar las luces, que abundan mucho más. Para documentarme leí 30 libros y, claro, el capítulo original se tornó en libro,
Mentiras creíbles y verdades exageradas: 500 años de Leyenda Negra. Ahora, con Verdad organizada, en 154 páginas, retomo la idea original y frente a la mentira sistemática, programada y financiada, propongo la verdad organizada; para combatir la posverdad (distorsión deliberada de una realidad), planteo la 'preverdad', entendida como respeto consciente a la realidad; identifico doce amenazas, sintetizo algunos episodios históricos, me zambullo en el verbo de la verdad, telegrafío treinta propuestas y concluyo con la hora de la verdad.