El tiempo está siendo de lo más inclemente con las fiestas religiosas en Melilla, que en estos días están coincidiendo todas. A saber: por un lado, el Ramadán de los musulmanes, una conmemoración de la primera revelación de Mahoma, que empezó hace ya un par de semanas prácticamente y aún continuará hasta mediados de abril. Después, la Semana Santa cristiana, para celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo y cuyos actos –procesiones especialmente- comenzaron el pasado fin de semana y se prolongarán hasta el siguiente. Este lunes, está el Purim hebreo, que celebra la salvación del pueblo judío de su total exterminio en manos de los persas bajo el mandato del Rey Ajashverosh (Asuero) en el siglo IV antes de Cristo.
Todas estas conmemoraciones de las tres principales religiones monoteístas se están viendo afectadas por el viento. Por orden de comienzo, los musulmanes fueron los primeros perjudicados, ya que, a mediados de semana, el viento obligó a retirar la carpa destinada a hacer talleres de repostería de Ramadán y, a día de hoy, la Ciudad aguarda a que mejoren las condiciones meteorológicas para volver a instalarla.
A continuación, los cristianos han llorado el Domingo de Ramos, pero no de emoción, sino de tristeza, cuando la lluvia ha obligado a dar la vuelta a la Pollinica, a mitad de procesión, cuando marchaba por el Parque Hernández. Por la tarde se temió que no se pudiera realizar el traslado del Nazareno. En cualquier caso, el mal tiempo emborronó los actos.
Por el momento, y quizás les vaya a salir mejor así, los hindúes han cancelado la celebración del Holi, también conocido como festival de colores o de la primavera, que se conmemora el 25 de marzo, para no coincidir con la Semana Santa.
Es el riesgo que tienen las actividades al aire libre, y más en una ciudad, como es Melilla, que, como tantas otras del sur de España, no está acostumbrada a la lluvia.
La previsión para la semana que entrar tampoco es muy halagüeña, según la Aemet, especialmente los primeros y los últimos días, tanto por la lluvia como por el viento, de modo que está por ver qué actividades se pueden llevar finalmente a cabo.
Aparte de los actos religiosos, como ya es costumbre en Melilla, está el aeropuerto, que, sólo en la mañana del domingo, acumuló más de 20 vuelos cancelados.
Total, que la meteorología está haciendo de las suyas en uno de los momentos más especiales para los melillenses. Sólo queda esperar que no terminen de cumplirse los peores presagios.