El aeropuerto de Melilla ha quedado obsoleto y las consecuencias están siendo demoledoras para la ciudad, no solo ya para los melillenses sino también para el incipiente desarrollo turístico que se está advirtiendo y que está llamado a ser uno de los ejes principales del futuro modelo productivo que debe garantizar el futuro económico. Si el visitante tiene problemas para venir o para marcharse porque le cancelan los vuelos, podemos decir adiós a cualquier buena impresión que haya tenido de este rincón de España porque todo quedará empañado por ese trago amargo de la impotencia.
Parece que ya es totalmente evidente y claro que los problemas vienen dados por la climatología, por la acumulación de nubes bajas, que hace imposible sobre todo el aterrizaje de las aeronaves; si éstas no llegan, evidentemente no se puede salir de Melilla. En definitiva, el porqué de las cancelaciones está localizado.
El siguiente paso sería poner las soluciones técnicas que hagan que esas nubes bajas no causen semejante estropicio. Y eso no se consigue reuniendo a empresarios y sindicatos. En absoluto. La cuestión es mucho más compleja porque depende de los técnicos, de personas realmente versadas en la materia, de ingenieros y entendidos que digan qué sistema de aproximación hay que instalar y cuánto habría que ampliar la pista para que las cancelaciones pasen a la historia.
Por eso resulta incomprensible que el PSOE votara en contra de que se cree una comisión técnica que elabore los correspondientes informes de mejora. Son ellos, los técnicos, los únicos que pueden tener voz en este asunto porque nadie más tiene la llave de las alternativas que existen en el mercado.
Lo que no puede ser es que la Ciudad Autónoma tenga que estar planteándose contratar un gabinete de ingenieros aeronáuticos para que ofrezcan opciones reales de mejora. No es de recibo que deban ser los propios melillenses los que gasten sus presupuestos en este tipo de acciones, que son imprescindibles para nuestro futuro. La competencia es exclusiva del Gobierno central y como tal, está obligado a actuar, aunque mucho nos tememos que no moverá un dedo para sacar a la ciudad de este conflicto de las cancelaciones de vuelos.
Si ni siquiera tiene presupuestos que destinar a las infraestructuras más básicas e incluso estratégicas (ahí está el ejemplo del apagón en toda la península ibérica que ocurrió el pasado lunes) difícilmente va a volver los ojos a un sitio allí lejano en África, que solo sabe dar problemas y encima está gobernado por el PP con mayoría absoluta.