En Melilla, como en cualquier ciudad española, la ecuación es simple pero cruel: padres trabajando + niños saliendo antes = abuelos al rescate. Porque cuando el cole reduce una hora el horario de salida, no solo cambian las manecillas del reloj, sino que se tambalea todo el delicado equilibrio de la conciliación familiar. Hemos salido a la calle para escuchar las voces de quienes viven esta realidad en primera persona. Y las respuestas van desde el "me da igual" de los jubilados hasta el "uf, muy mal" de los padres en plena guerra laboral.