Falta de voluntad
a polémica se ha intensificado al conocerse que la delegada no se reunió con los eurodiputados que visitaron Melilla la semana pasada para evaluar sobre el terreno las necesidades de la frontera sur de Europa. “Si hay alguien con quien no se han reunido ha sido conmigo, entonces entiendo que no tendrá mucho interés en que yo traslade nada al Gobierno”, argumentó, a pesar de que no existe ninguna norma explícita que obligue a los europarlamentarios a solicitar una reunión..
El gesto ha sido percibido como un desaire diplomático hacia representantes del Parlamento Europeo, independientemente de su signo político, y llega en un momento delicado en el que Melilla busca mayor visibilidad y reconocimiento como frontera exterior de la Unión Europea ante un eventual aumento de la presión migratoria si la ruta canaria llegara a cerrarse.
A pesar del triunfalismo expresado por la Delegación, "somos una ciudad súper segura, han bajado los índices de criminalidad y ha descendido la presión migratoria", las valoraciones de agentes sobre el terreno y expertos en seguridad chocan de frente con el diagnóstico oficial. El Sindicato Unificado de Policía lleva meses alertando sobre la falta de efectivos y sobre el estado inoperativo de infraestructuras clave como la llamada “frontera inteligente”.
Según fuentes consultadas, si la situación fuese tan estable como afirma la Delegada, no se justificaría la necesidad de movilizar sistemáticamente a alumnos en prácticas del Cuerpo Nacional de Policía ni reforzar los dispositivos con agentes desplazados cada verano durante la Operación Paso del Estrecho. Esta dependencia de refuerzos temporales evidencia, más que solidez, una fragilidad estructural en la gestión ordinaria de la frontera, y contradice de plano la versión oficial de Moh.
Perspectiva Europea
La negativa a solicitar el apoyo de Frontex es fruto de una decisión política que desaprovecha los recursos que la Unión Europea pone a disposición de los Estados miembros. La agencia europea no solo tiene capacidad de aportar efectivos adicionales, sino también tecnología de última generación para vigilancia y control, formación especializada y una capacidad de coordinación transfronteriza que permitiría a Melilla consolidarse como modelo de frontera europea eficaz y moderna.
Sin embargo, la reiterada negativa del Gobierno apunta a que teme que aceptar ayuda europea suponga reconocer carencias en su gestión, lo que desmontaría el relato oficial basado en la "súper seguridad". La Operación Paso del Estrecho será, una vez más, una copia idéntica de la de años anteriores, sin aplicar las recomendaciones y demandas solicitadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que ven un año más cómo la estrategia de preservar la imagen jugará en contra del criterio de seguridad y la mejora de las condiciones de los agentes que trabajan en primera línea.