Poco más de dos años después del comienzo de las concentraciones realizadas por los médicos de Melilla y en Ceuta -interrumpidas como un gesto de buena voluntad que se ha demostrado inútil cuando Mónica García alcanzó la cartera de Sanidad-, el Parlamento Europeo va a estudiar, por fin, las carencias que presenta el sistema sanitario en las dos ciudades autónomas.
Entre estas, figuran la falta de especialistas, la necesidad de desplazarse a la península para recibir ciertos tratamientos o las amplísimas listas de espera que desbordan tanto la atención primaria como la especializada.
Cabe recordar que el BOE publicó, en febrero de 2023, un decreto que reconocía a Melilla y a Ceuta como zonas de difícil cobertura sanitaria, pero las medidas que supuestamente tendrían que haber permitido la llegada de médicos no han dado resultados concretos, hasta el punto de que ambas presentan, en la actualidad, la menor ratio de médicos por habitante de toda España.
Desde diversos sectores han advertido del riesgo de colapso del sistema por la falta de personal. Con el Hospital Universitario, por fin, parece que preparado, con la licencia de primera ocupación concedida por la Ciudad Autónoma, pese a todo, la infraestructura continúa sin ponerse en marcha porque no hay profesionales para realizar las funciones que allí se ofrecen a la ciudadanía.
Una falta de personal que, por otra parte, obliga a los médicos que están en Melilla a realizar jornadas maratonianas, especialmente en lo que se refiere a las guardias, algunas de las cuales superan las 48 horas semanales. Por supuesto, no se ha podido eximir de ellas a los médicos de más de 55 años porque, si no, faltarían trabajadores para hacerlas.
Se ha dicho muchas veces desde distintos rincones, pero no por repetirlo una vez más va a dejar de ser cierto: un nuevo hospital, con la mejor tecnología que pueda imaginar uno, no sirve de nada si detrás de esos aparatos ultramodernos no hay unas manos cuidadosas y sabias.
Habrá que ver si surte efecto el aviso desde Bruselas, pero ya es un primer paso que las demandas de los melillenses hayan llegado hasta allí.