Cada año, el Jueves Santo en Melilla marca uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa. Hugo Cerdera, vocal de albacería en la Junta de Gobierno de la Hermandad, ha sido testigo durante más de diez años del fervor y la pasión que esta jornada despierta en los melillenses. Con cada paso de la procesión, Cerdera ve reflejada la dedicación de los hermanos que trabajan incansablemente detrás de los pasos. “Aunque lo tengamos 365 días en la iglesia, el Jueves Santo el Cautivo sale a vernos a nosotros y hay que acompañar al Señor”, ha animado a los melillenses a salir a ver a la imagen caminar por las calles que tanto ama.
Hugo Cerdera se unió a la hermandad en 2015. Su pasión por el Cautivo y la Virgen del Rocío nació en el propio barrio. "Esta pasión viene del barrio; es parte del día a día de todo el que vive aquí. Una vez que los conoces, ya te pica el gusanillo y no hay quien te saque de aquí", ha confesado.
La Hermandad y su preparación
El trabajo de la Hermandad del Cautivo no es solo cuestión de una noche; la dedicación es continua. Desde principios de año, los hermanos se reúnen para planificar, organizar y asegurar que cada detalle esté listo para el gran día. Según Cerdera, todo comienza tan pronto como se recoge la cabalgata de Reyes. “Al día siguiente ya estamos recogiendo todo y comenzando los preparativos, desde los tronos hasta la organización de los nazarenos”, ha explicado.
Uno de los momentos más destacados de la Semana Santa es la procesión del Cautivo y la Virgen del Rocío. A lo largo de los años, la participación de los hermanos ha aumentado y este año, se espera que un total de 215 personas, entre nazarenos, acólitos y mantillas, acompañen a las imágenes en su recorrido por las calles melillenses.
Entre ellas, 187 nazarenos, cerca de 60 mantillas y varios acólitos. Los tronos, majestuosos y pesados, requieren fuerza y organización. Para portar al Cautivo se necesitan 96 personas, mientras que el de la Virgen requiere más de 120, llegando incluso a 134 si se suman los que van bajo el trono en el popular “submarino”.
A pesar de la magnitud del evento, la comunidad permanece unida y todo se logra gracias a la colaboración y el esfuerzo de los miembros de la Hermandad, quienes se turnan para estar presentes en la Casa de Hermandad y garantizar que los preparativos estén en marcha. “Va como la vida misma, si en este momento puedes dar más de ti, pues lo das. Si tienes más tiempo libre, pues lo das para el trabajo en la Casa de Hermandad”, ha detallado el albacea.
La liberación del preso
Una de las características más singulares de la procesión del Cautivo en Melilla es el acto de liberación del preso. Esta tradición, aunque común en otras ciudades como Málaga, tiene un significado único en la ciudad autónoma. La liberación no se limita a un gesto simbólico. En Melilla, el acto representa un compromiso continuo que va más allá de la procesión. “Es un compromiso durante todo un año. El Jueves Santo del siguiente año, la Hermandad intenta cubrir las necesidades de la persona liberada. Es algo muy bonito porque refleja el trabajo constante durante todo el año”, ha explicado Cerdera.
Procesión del Jueves Santo
La salida del Cautivo y la Virgen del Rocío el Jueves Santo es un acontecimiento que moviliza a toda Melilla prácticamente. A lo largo de la jornada, las calles se llenan de fervor, pero también de nervios y emoción. “Cuando vemos estos pasos en la calle, sentimos una gran satisfacción. Los nervios nos invaden porque todo tiene que salir bien”, ha contado Cerdera, aludiendo a la tensión que sienten los hermanos hasta el último momento, cuando la procesión se recoge al final de la jornada.
La salida del Cautivo es un momento de gran devoción, pero uno de los momentos más esperados para Hugo Cerdera es la petalada. “La petalada de la Virgen al salir es uno de los momentos más bonitos de la procesión”.
Ahora los tronos se encierran en la Plaza de Toros y la procesión dura alrededor de 10 horas, no obstante, en años anteriores las imágenes tenían que regresar a la Casa de Hermandad y alguna vez que otra ha llegado a durar 14 horas.
El espíritu de hermandad
A pesar del gran esfuerzo que implica la organización de la procesión, lo que realmente destaca en la hermandad es el espíritu de comunidad y compañerismo. Para Cerdera, el compañerismo es el pilar fundamental que sostiene a la cofradía. “Aquí somos todos hermanos. Tiene sus días buenos y malos, pero al final, lo poco malo que haya se va cuando estamos trabajando juntos. Cuando ves que el de al lado está dando lo mejor de sí mismo, incluso sacrificando tiempo con sus hijos, todo se convierte en algo más grande”, ha reflexionado.
Este sentimiento de unidad es lo que hace posible que la hermandad continúe año tras año, con el mismo fervor y dedicación. “No descansamos hasta que se encierra el trono”, ha dicho con determinación, lo que refleja el profundo compromiso de los hermanos con la causa.
La espera y la celebración
A medida que el Jueves Santo se acerca, la emoción en la Casa de Hermandad se siente en el aire. Con la llegada de la procesión, Melilla se convierte en un escenario de devoción, donde las calles se llenan de luz, sonido y esperanza.
Y como bien dice Cerdera, “aunque el Cautivo lo tengamos todo el año en la iglesia, ese día sale a vernos a nosotros. Y hay que acompañarlo”. La cita es, sin duda, uno de los momentos más esperados, no solo por la ciudad, sino por todos aquellos que, como Hugo Cerdera, sienten que forman parte de algo mucho más grande que una procesión: una hermandad viva, que late en cada paso dado en las calles de Melilla.