Empecemos por llamarlas niñas. Diez segundos bastaron para desactivar las cientos de manifestaciones, docenas de mesas redonda y entregas de premios del 25N, el día para postergar un año más la erradicación de la violencia contra las mujeres. Diez segundos estrepitosos contra todos los minutos de silencio que ni sirven para nada ni lo pretenden. Un suspiro, lo que se tarda en leer este titular de una noticia acaecida la víspera: Muere acuchillada en Orihuela una joven de 15 años, a manos presuntamente de su expareja de 17. Ni joven, ni expareja. Una hembra humana de 15 años es una niña, y nunca puede tener una relación de pareja con el chaval con el que tontea al salir de clase, en cuarto de Secundaria. Al menos en nuestra sociedd avanzada del siglo XXI y en nuestra cultura, qu7e por suerte ya no permite matrimonios infantiles ni convierte den adulta a una pequeña cuando le baja la primera regla. Se llamaba Cloe y cortó con Samuel, apodado Rayo (mal rayo le…).Los amigos del instituto no se exolican qué pudo pasar, tenían sus problemillas, él dicen que era un tío tranquilo, creen que se enteró de una infidelidad, Quedaron para hablar y le rebanó el cuello con un cuchillo en un callejón. Ella se arrastró moribunda hasta casa de su hermano, que la llevó al hospital donde desgraciadamente falleció. La joven, la mujer de 15 años, la adolescente, decían las noticias. Conviene repetir sin desmayo que el machismo se ha llevado a una niña. Una cría. La pequeña de unos padres. El machismo infanticida ve un ser humano femenino y tenga la edad que enga interpreta una propiedad usable o peor, desechable. O mía o de nadie. Gran escalada de crímenes contra niños este año que va acabando, al menos 9 asesinatos a manos de sus progenitores y/o abuelos.
Sexualizadas desde que sueltan el chupete, bombardeadas con letras de canciones que las animan a ser complemento ornamental de cualquier panoli, observadas como trozos de carne, versiones mini de una mujer que no son, ni tienen que ser. Con una relación sentimental desde los 13 años «la joven no había pusto ninguna denuncia previa por violencia de genéros…», se apresuraron a explicar las autoridades. ¿De qué va esto? Si se esperan que las niñas de 15 años vayan poniendo denuncias a los novietes con el ego frágil que se comportan como auténticos gilipollas estamos apañados. Se van repitiendo mantras exculpatorios, no estaba en el Viogén, ergo nadie en particular tiene la culpa y nadie podía saber. Salvo que hay mucha gente trabajando en la seguridad de la población femenina, en la coeducación y en la sangría no mejora. No lo digo yo, lo asumió el mismo Pedro Sánchez que habló de «fracaso social con cada muerta el 25N». Algo habrá que hacer con el machismo que se ha reciclado y ha articulado un discurso que está calando en los más jóvenes. Para empezar, reconocer que cada vez las matan o nos matan antes. La víctima era una niña, asesinada, eso sí, como una mujer.