Son mujeres empresarias, que han afrontado retos a lo largo de la vida y los han superado. Desde niñas han visto como han crecido en distintas facetas y agradecen a las generaciones anteriores por haber luchado para tener los derechos y libertades que disfrutan hoy. Mariángeles, Isa, Nora y Vanesa, aseguran que gracias a las familias que han tenido no han sentido diferencia en el trato recibido con respecto a sus hermanos o primos. Ellas no tienen ningún reparo para decir su edad y se sienten orgullosas de los vivido.
Mariángeles, con 55 años, recuerda que cuando era pequeña “se veía feo” que las niñas estuvieran en la calle por las mañanas, porque lo normal era que salieran cuando cayera el sol, mientras que su hermano tenía libertad para hacerlo a cualquier hora. Y así se lo dijo su madre, quien expresaba que no podían salir hasta que oscureciera. “Decían que eso era porque se veía feo, que te veías muy vista”, contó, pero con el paso del tiempo esto fue cambiando aunque también su personalidad salió a relucir porque “uno mismo se rebela contra determinadas cosas y dices ‘si me voy a poner muy vista, que me vean’”, confesó entre risas.
Para Nora fue distinto, dice que sus padres los educaron con valores de igualdad, por lo que en casa ha tenido los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro miembro de la familia. Isa es la mayor de dos hermanos, con cinco años de diferencia, y en su caso tampoco hubo limitaciones con respecto a su hermano, pero si notaba algo distinto en casa, “siempre he sido muy rebelde y al final razonaban y era todo por igual”.
No percibió diferencias con su hermano, ni en el sistema educativo, ni en libertades o a la hora de elegir algo. El caso de Vanesa es similar al de Isa, se lleva cuatro años con su hermano, y confiesa que si ha sentido algún tipo de restricción fue por los temores que siente cualquier padre, pero no por razones de sexo. A ella le tocó “abrir camino”, por ser la mayor de los hermanos.
Estas cuatro mujeres se sienten afortunadas por la educación y los principios recibidos en casa; y ahora, ellas buscan transmitir esos mismos valores a sus hijos, quienes lo tienen, o a niños que estén a su alrededor. El apoyo familiar también ha sido parte importante en su desarrollo. No tuvieron límites a la hora de escoger qué estudiar, quizá hubo un poco de reticencia por sus padres en el caso de Vanesa, por la salida laboral que podía tener su profesión, educación social.
Isa se debatía entre estudiar medicina o psicología. Se decantó por la última opción y al terminar la carrera su padre le dijo “muy bien, has hecho algo que no sirve para nada”, no obstante ella demostró con su trabajo que sí sirve. Quizá el miedo a que la compararán con sus padres provocó esa reacción, pero a nivel familiar no hubo límites, ha hecho másters y estudiado lo que ha querido. “Mi padre siempre me dijo que iba a conseguir lo que quisiera por el empeño que le ponía a las cosas. Creo que eso hace que cualquiera de nosotras podamos llegar a donde queramos”, dijo Isa.
Tanto Mariángeles, como Isa, Vanesa y Nora han podido trabajar en el área en que se graduaron, pero todas, además de su formación se han reinventado y compaginan sus labores con empresas propias. Nora, por ejemplo, es trabajadora social pero ahora está dedicada al área de la formación. Es parte de su vocación, ayudar y educar a personas para insertarse en el mundo laboral.
Ellas son mujeres que compaginan distintos roles. Valoran y dan un aplauso a las todas las mujeres amas de casa que tienen un “trabajo no reconocido, trabajan los 365 días al año, 24 horas al día, tienen una sobrecarga y nadie se los reconoce. Tienen un trabajo no remunerado y no cotizan y dicen que no están trabajando. Están trabajando, están trabajando en sus casas pero lamentablemente no está reconocido socialmente”, enfatizó Nora quien destaca la labor de estas mujeres.
Las madres son un pilar fundamental en la familia y eso lo saben. Mariángeles afirma que casi un 80% de la formación de los hijos recae en las mujeres, en su rol de madres. “El papel de la mujer dentro del núcleo familiar es fundamental, es prioritario e importantísimo, es que la sociedad no sería la misma y no tendríamos una sociedad como la que tenemos si no fuera por el papel de la mujer en el ámbito del trabajo, como madre y como ama de casa”, sostiene Mariángeles.
Isa incluye otro ámbito que también lleva la mujer diariamente, además de madre, ama de casa, trabajadora y amiga, es pareja. Las cuatro coinciden en que en cada uno de los roles que desempeñan quieren darlo todo. “Muchas veces asumimos, asumimos y asumimos y el problema lo tenemos nosotras por no delegar”, dice Isa, mientras que Vanesa reconoce que ese puede ser un fallo “porque pensamos que nadie puede hacerlo así de bien, sobrecargándonos de mucha responsabilidad y la pareja se va quedando en un segundo plano”.
Vanesa cree que hay que darle la oportunidad al hombre de hacer labores en el hogar y en la crianza de los niños, porque también es su responsabilidad, “nosotras somos las mejores en hacerlo, pero el hombre también sabe hacerlo y lo sabe hacer bien”, afirmó.
En la actualidad creen que el hombre cada vez está más implicado en el trabajo en el hogar. Nora fue enfática al señalar que lo que reciben no debe ser catalogado como una “ayuda, porque también es su responsabilidad”. “Es corresponsable”, aseveró Mariángeles, mientras que Isa considera que se está en un momento de transición en el rol del hombre en el hogar. “El cambio real quizá lo verán nuestros nietos (...) Nosotras, nuestra generación está iniciando un cambio fuerte pero ese camino va a ser real hasta dos generaciones más”, dijo.
Saben que para que haya un cambio real es necesario educar desde los más pequeños. Así lo cuenta Nora, quien apuesta por la formación en valores desde la infancia. Ella también es agente de igualdad y se sorprende cuando algunos alumnos ven situaciones normalizadas “como el control de la ropa o del móvil, eso está muy normalizado, estamos hablando de gente joven, entonces hay mucho todavía por hacer”. Creen que hay que educar en valores desde la infancia en el colegio compatibilizándolo con la familia.
Pero también abogan por un cambio en la mujer, Nora dice que “hay mujeres machistas”, quizá por haber sido educadas de una manera distinta. Isa discrepa y resalta que “mi madre pudo ser educada en ese aspecto, pero no nos ha educado en ese aspecto y yo no estoy educando a mis niños así”, les enseña a ser independientes y a hacer tareas del hogar y para la vida. La vivencia de sus padres y la educación que recibieron se trasladó a la generación de Isa, Nora, Vanesa y Mariángeles, pero ellas están conscientes de que el mismo aprendizaje no se puede trasladar a las futuras generaciones porque está “desfasado”, se quedan lo con bueno, con los valores y principios recibidos, pero aseguran que las enseñanzas hay que ir adaptándolas a los cambios de la sociedad.
En esta evolución de la sociedad temen que la juventud está “perdiendo el norte” porque viven experiencias a más temprana edad. En materia de educación sexual, Isa aseveró que lo conversó con su madre cuando tenía 16 años. “Ella me enseñó lo que era un diafragma, cómo se ponen preservativos, ella me enseñó todo y después mi padre, el pobre, cuando ya se sintió valiente con 22 años fue a hablar conmigo, estaba yo en casa acompañada de un amigo de aquella época, y le dije a mi papá ‘muy bien, papá, esa conversación la tuve con mamá, pero enhorabuena por dar ese paso’”.
Su padre no se sentía cómodo, aunque Isa recuerda que él lo hablaba con amigos suyos a más temprana edad que la que tenía Isa. “La visión hacia una hija era muy diferente hacia los hijos de los demás”, aseveró.
La conversación sobre educación sexual Mariángeles la tuvo con las amigas, nunca llegó de parte de sus padres y cree hizo falta. Con su hija existe una gran confianza, “la tuve muy joven y entre otras cosas, uno de los temas que hablábamos con absoluta normalidad es ese”. Nora tampoco tuvo esa charla en casa, pero no por ser un tema tabú, sino porque “no se dio”. Agregó que en muchas casas sigue siendo un tema tabú, pero considera que debe hablarse en el hogar y dictarse charlas en los colegios, una educación en conjunto. En su rol de madre, menciona que muchos no saben cómo abordar estos temas, porque será “desde la sobreprotección. (...) Por eso, incluso los profesores deberían de formarse, deberían haber personas que te formen para hablar de esos temas, no estamos hablando solo de preservativos y demás, sino de cómo conocer tu cuerpo, la masturbación, la regla. Estamos hablando de muchas cosas”.
Mencionó que esta es la “generación de la información”, donde los jóvenes tienen acceso a internet y a un mar de contenidos que debe ser encausado. “Es importante que la educación sexual no sea un tema tabú, ni en casa ni en el colegio, se tiene que hablar e ir de la mano”, dijo Nora quien indicó que en los centros educativos se da una charla una vez al año, por lo que cree se debe profundizar más en estos temas, así como en valores, medio ambiente, acoso escolar, entre otros.
Experiencias de vida
El matrimonio y tener hijos es parte de la vida de muchas mujeres. En ocasiones, muchas han sentido presión social sobre estos temas. Nora dijo no haberla sentido ni para contraer matrimonio ni para quedar en estado. Ella conoce de amigas que sí lo han sentido por el ‘reloj biológico’. Es enfática y asegura que a la mujer no se le debe presionar sobre este tema, “si quiere tener hijos bien y si no, no, no es obligatorio”, y menciona que tampoco hay un respaldo del estado para conciliar la vida familiar con la laboral.
Isa recuerda que tardó en tener hijos porque “nunca era el momento perfecto”, pero luego quedó embarazada. En el caso de Mariángeles hubo presión social. Quedó en estado en los años 80 y en esa época ser madre soltera “no era muy bien visto, entonces el propio entorno tuyo te presionaba para que ese niño tuviera un padre, tuvieras un marido y así yo me casé. Yo accedí a esa presión. Y mi hija que tiene 36 años, que no tiene hijos, ella los tendrá cuando le dé la gana”.
Por su parte Vanesa, quien tiene 38 años y no tiene hijos, confirma que sí existe esa presión social. Asegura que en innumerables ocasiones ha escuchado ‘se te va a pasar el arroz’, pero dice que lo doloroso es que son las mismas mujeres quienes pronuncian esa frase. “Hoy el tener hijos y descendencia es una opción a la que la mujer puede optar a tenerlo o no tenerlo y va a pasar de un aspecto sobrevenido de que antes tenía pareja, te casabas y tenías hijos y hoy, eso se rompe”.
El tener hijos es una decisión de pareja, donde cambian las prioridades, la vida y la economía, porque “dejas de vivir para ti, para vivir para tu hijo”.
Vanesa también ha sentido presión social sobre el matrimonio. Al comprarse una vivienda e ir a diferentes entidades bancarias le preguntaban constantemente “si estaba casada”.
Estas cuatro mujeres agradecen a las generaciones anteriores por su lucha y los derechos que han conseguido. Nora hizo un recorrido por las leyes, incluida la Constitución, en las que poco a poco se fueron alcanzando más derechos. No obstante, sabe que queda mucho camino por recorrer, “todavía existe la brecha salarial, el techo de cristal, es decir, la mujer todavía no está en puestos de responsabilidad altos por el hecho de ser mujer, independientemente de las cualificaciones o logros académicos que tenga”, afirmó Nora, quien no dejó de lado el asesinato de mujeres por la violencia machista. “Este es un problema de Estado”, e insiste en educar en igualdad.
Isa incluye la importancia de enseñarle a las siguientes generaciones de ser autosuficientes y autónomos en las diferentes etapas de la vida, “para hacer y deshacer con lo que tú trabajas y ganas”.
Reafirma que esta es una generación que está dando cambios, gracias a las anteriores, pero aún queda mucho trabajo por delante. Además recuerda que las niñas y mujeres pueden romper los cercos de estudiar ciencias, por ejemplo, porque hay grandes referentes mujeres.
No hay límites ni barreras, y así lo recuerda Vanesa, quien señala que hay niñas que están abriéndose camino en el mundo del deporte, consiguiendo trofeos y premios por su destacada actuación. “También se invisibiliza mucho con respecto a los hombres”, dijo, pero ellas van consiguiendo cada vez más espacios.
El agradecimiento a las generaciones anteriores fue la voz común entre las cuatro. Mariángeles recordó a su madre, quien tiene 84 años, y con la “educación machista” que había recibido tuvo la visión para decirle a sus hija “tú a estudiar, yo quiero que seas alguien el día de mañana, no quiero que seas como yo, una mujer que se queda en su casa que tiene que aguantar lo que tenga que aguantar, que tiene que estar en su casa porque no sabe hacer otra cosa. Yo quiero que tú avances”.
Las mujeres de las diferentes generaciones han ido asumiendo retos, enfrentando distintas situaciones y abriendo camino para que las más jóvenes cada vez tengan más libertades, derechos y un trato igualitario en distintos ámbitos. Estas cuatro mujeres son solo un ejemplo de todos los roles que asumen diariamente, de lo importante que es el papel de la mujer en la sociedad de hoy y del mañana.