Julio Bassets, diputado del PSOE en la V Legislatura en la que se aprobó el Estatuto de Autonomía hace ahora 28 años, siempre defendió que la norma de autogobierno de Melilla “perdurara en el tiempo”. Y así lo defendió, tal y como consta en el Diario de Sesiones del Congreso, donde también se recoge cómo el parlamentario socialista apostaba por que no solo fuera “bueno” sino también “posible”.
“Los parlamentarios de Ceuta y Melilla, que no estamos equivocados, queremos lo mejor para nuestras ciudades, queremos el mejor estatuto de autonomía pero con unos condicionantes. No sólo que sea bueno sino que sea posible”, manifestó en el seno de la Comisión Constitucional que, presidida por el que fuera ministro del Interior con Felipe González, José Barrionuevo, celebró sesión el 21 de diciembre de 1994.
En su extensa intervención en defensa de la postura del PSOE sobre el texto y consensuado con el PP, Bassets aseguró que se había mantenido “un diálogo importante” y proclamó la oportunidad de tramitar el estatuto por la vía del apartado b) del artículo 144 de la Constitución, establecido precisamente ante situaciones como las que podían presentar en su momento Ceuta y Melilla.
“Por motivos de interés nacional podría ser reconocida a municipios no integrados en la organización provincial y efectuarse esta autorización o acuerdo de forma unilateral sin reconocérsele participación a los posibles entes destinados a esta decisión”, explicó a la hora de dejar de manifiesto el porqué de la vía elegida dentro de la Constitución para tramitar el texto estatutario.
Además, el representante socialista (actualmente ya no se encuentra entre nosotros) reconoció que el largo tiempo dispuesto entre el cierre del mapa autonómico y la llegada de los estatutos de las dos ciudades norteafricanas, vino dado por el deseo de llegar a un amplio consenso político.
“La búsqueda de ese consenso ha demorado en el tiempo la tramitación parlamentaria de unos proyectos que pudiesen reunir estos requisitos”. Habla, en ese sentido, de los acuerdos autonómicos de 1981 y 1992 en los que se instaba siempre a que “los partidos políticos firmantes sigan las conversaciones para alcanzar el máximo grado de consenso respecto del régimen de autogobierno de las ciudades de Ceuta y Melilla”, argumentaba hace 28 años el diputado Bassets.
También consta en el Diario de Sesiones la importante defensa que realizó de la inclusión en el estatuto de la cultura Amazigh mediante enmienda al texto original. De esta forma, se consiguió que se hablara en la norma de “la diversidad, la promoción y el estímulo de los valores de comprensión, respeto y aprecio de la pluralidad cultural y lingüística”. “Yo agradezco en este momento al resto de los grupos que han apoyado esta enmienda porque creo que es muy importante que se recoja la generalidad del tema”, dijo.
Durante su intervención, Julio Bassets recordó cómo en 1986 quedó interrumpida cualquier posibilidad de debate por la disolución de las cámaras y la convocatoria de nuevas elecciones. Ocho años después, los representantes políticos se reunían en esa Comisión Constitucional para oír al diputado socialista asegurar que lo que se quería del estatuto “es que sea real y además dure, que sea duradero en el tiempo”. “Por eso hace falta que tenga unos acuerdos amplios, para evitar que por los avatares de la alternancia democrática puedan estar en las circunscripciones correspondientes cambiándonos el estatuto cada equis años”.
No obviaba Bassets el hecho de la enorme tardanza en salir adelante ese consenso previo a la aprobación de un texto de autogobierno para las ciudades. “Ha tardado 12 años y en estos 12 años ha habido avatares para todos los gustos y confrontaciones políticas con todos los partidos, con el CDS y con los partidos nacionalistas”, recordó.
La idea del acuerdo como base del Estatuto de Autonomía era seña de identidad en Bassets quien apuntaba que “la máxima satisfacción sería que los estatutos, nuestros estatutos de autonomía, fuesen refrendados no ya por el máximo número de grupos parlamentarios, sino por todos, puesto que ello daría una consistencia y un apoyo importante al desarrollo estatutario”.
A modo de ejemplo se puede señalar que en aquella reunión de diciembre de 1994 sobre los proyectos de ley orgánica de los estatutos de autonomía, se estableció que hubiera dos vicepresidentes en la Mesa de la Asamblea y que el segundo de ellos fuera representante del principal partido en la oposición. “Sería importante y abierto para el desarrollo de la ciudad”, comentó previendo que así quedaría establecido en el Reglamento Interno de la Asamblea asemejándose al modelo de la Mesa del Congreso de los Diputados y de la propia Comisión.
Cabe destacar, asimismo, que Julio Bassets era ferviente partidario de que el Estatuto de Autonomía estuviera aprobado antes de que se celebraran las elecciones de 1995, que estaban fijadas para el 28 de mayo. Su intención, tal como dejó de manifiesto en la aprobación definitiva del estatuto ante el plenario del Congreso el 13 de marzo de 1995, era que aquellos comicios dieran pie a la constitución de la primera Asamblea autonómica de Melilla y consiguiente investidura del presidente. En este caso, las elecciones de aquel año las ganó con mayoría absoluta el PP convirtiéndose su cabeza de lista, Ignacio Velázquez, en el primer presidente autonómico de la historia de Melilla.
No debemos dejar de agradecer a Julio Bassets el esfuerzo para que entrara en vigor el Estatuto de Autonomía de Melilla, elaborado con conocimiento de la realidad de la ciudad y visión de futuro. Nuestro estatuto sigue siendo plenamente vigente hoy día y probablemente lo seguirá siendo mucho tiempo más.