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Beatriz Tomé, psicóloga: "La maternidad es uno de los momentos de mayor crisis que se suelen vivir en una pareja"

La llegada de un bebé a la pareja supone un cambio radical en la vida de ambos que conlleva tanto cosas positivas como negativas. La idealización de la crianza, supone en muchas ocasiones frustraciones y desencuentros entre la pareja que puede llevar a discusiones y a crisis matrimoniales. Saber gestionar esta nueva etapa de la vida que les espera es esencial y fundamental para afrontar el desafío que supone convertirse en padres. ¿Cómo debemos prepararnos para la llegada de un bebé? ¿Qué preguntas se deberían hacer la pareja antes de aventurarse a buscar un hijo o durante el embarazo? ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para que la relación salga más fortalecida y no surjan grandes discusiones entre ambos que resquebrajen la relación? Estas son algunas preguntas que muchos padres, sobre todo primerizos, se hacen al verse en esta situación. Los bebés no nacen con un libro de instrucciones bajo el brazo y los cambios en las diferentes etapas de la vida de una persona tampoco, por lo que saber cómo actuar en cada momento se hace complicado y en ocasiones puede superarnos. Todo se acrecienta mucho más cuando la maternidad se idealiza y nadie nos cuenta la parte mala que conlleva porque como todo en la vida tiene sus pros y sus contras. La mayoría de las veces solo se habla de la parte positiva, cómo les ha cambiado la vida para bien, lo que sienten con esta buena nueva, pero casi nadie nunca saca a relucir la frustración, la incomprensión, el cansancio y mucho menos los miedos que sienten en determinados momentos. Temas que siguen siendo tabú hoy en día. Para disipar todas estas dudas, El Faro ha consultado a varias psicólogas que han aportado su visión sobre la maternidad y la pareja y que además han aportado las claves para afrontar estos pequeños roces que pueden surgir a veces, pero sobre todo para responder muchas de las cuestiones planteadas que podrían evitar discusiones de parejas en el plano familiar. En primer lugar, la psicóloga Beatriz Tomé explica que aunque en un principio el nacimiento de un hijo puede parecer un proceso en el que no va a haber problemas y en el que realmente se va a afianzar la relación, es todo lo contrario. De hecho, afirma, es uno de los momentos de mayor crisis que se suelen vivir en la pareja. Según explica, se debe tener en cuenta que es un proceso en el que ambas personas empiezan a desarrollar un nuevo rol o unas nuevas funciones, además de vínculos emocionales no solo entre ellos sino con el nuevo miembro de la familia que acaba de llegar.

Principales diferencias que pueden surgir

Es aquí cuando comienzan a surgir las diferencias en cuanto a cómo afrontan la paternidad y la maternidad. "Tenemos que tener en cuenta que pueden ser muy diferentes para cada persona y van a estar influidos por las experiencias familiares de ambos, los cambios personales, laborales y sociales que se generan tras el nacimiento", aclara la experta. A todo ello habría que sumar las habilidades y capacidades que tiene cada persona ante los cambios que suelen surgir en diferentes contextos de forma individual. Se refiere la psicóloga al cansancio, las dificultades para dormir que afectan al desarrollo cognitivo y al diario. "Aparece una nueva identidad de padre o de madre y tenemos que tener en cuenta que cada uno de los progenitores puede establecer un vínculo diferente con el hijo, pudiendo llegar a excluir al otro progenitor", añade. Otra de las cuestiones que pueden hacer mella en la relación es el papel que juega la familia de origen. Es decir, los abuelos. Estos pueden participar en la crianza del pequeño de forma económica, material, afectiva y además en ocasiones pueden ofrecer apoyo instrumental o emocional, incluso asumiendo funciones parentales. Una situación que puede provocar un desequilibrio de poder y generar conflictos intergeneracionales dentro de la familia, además de desgaste físico. En cuanto a la vida de pareja, la situación también cambia ya que hay menos tiempo para dedicarse el uno al otro, aparecen nuevos gastos asociados a la crianza y a la educación por lo que tenemos que destinar menos a otras cosas que hacíamos antes y la intimidad de pareja, así como los cambios en la sexualidad a aparecen. En este sentido, Beatriz Tomé aclara que los conflictos que puedan surgir van a quedar desplazados para cuidar de ese hijo y no se van a atender, por lo que pueden quedar latentes en la pareja. De igual forma pueden surgir nuevos por las diferencias que se tengan en cuanto a la crianza.

Hombres y mujeres lo afrontan diferente

Además de las discrepancias que puedan aparecer entre los dos miembros de la pareja, también hay cuestiones biológicas que dependen no solo del sexo de cada uno sino de la socialización diferencial de género. Explica Tomé que según el entorno familiar en el que se haya criado la persona va a afectar en el desarrollo de su paternidad. "Quizás esa persona ha nacido en un entorno familiar, social o cultural en el que se asocian una serie de funciones por el hecho de ser hombre o de ser mujer. En ese sentido, si no se cuestionan o si o si se adhieren y se toman como como verdaderas e inalterables, lógicamente van a afectar", añade.

La comunicación, esencial

Con todos estas posibles situaciones que ha mencionado la psicóloga que pueden ocurrir después tener un bebé y desencadenar una separación. "El nacimiento de un hijo es esencialmente una crisis vital que puede ser solucionada y afrontada de una manera positiva y adecuada o que se puede afrontada de una manera inadecuada. Realmente el problema no es que nazcan los hijos, sino cómo se gestione en la pareja este nacimiento", remarca Tomé. Para evitar que esto pueda suceder, la experta asegura que lo fundamental es emplear las habilidades de comunicación y de gestión de conflictos que sean adecuadas y que no pasen por la violencia y la invalidación de esos conflictos. Si se consigue llevar esto a la práctica, la relación solo no se verá perjudicada sino que saldrá reforzada y consolidada. "Yo creo que son necesarios aspectos básicos en cualquier relación tener una actitud empática entendiendo que la otra persona va a estar experimentando también una serie de cambios que no necesariamente tienen que ser los mismos que tengo que estar experimentando yo y no por eso son menos válidos". Por lo tanto, subraya, mantener una actitud de empatía, de escucha, de comprensión y no atacar o tratar de ponerse por encima del otro es fundamental. Cuando se consigue tener una comunicación asertiva que nos permita plantear las necesidades de un modo educado y respetuoso frente al otro, siempre va a poder ayudar a que las posibles problemas con la llegada del nuevo hijo lleguen a un buen puerto, según recalca. En este sentido, remarca que la comprensión y la negociación es esencial, ya que cuando se plantea y se negocia, se escuchan los objetivos de la otra persona y se trata de llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Ceder es uno de los modo más eficaces de enfrentarse a los conflictos. "No se trata de eliminar el conflicto o de evitar que suceda sino que en el momento en el que pase, se afronte de una manera saludable". Por el contrario, si nos posicionamos con una postura autoritaria en la que busquemos siempre ganar el conflicto a toda costa, estaremos provocando que la otra persona se encuentre sometida o desvalorizada, por lo tanto la idea sería optar por una solución de conflictos en el que ambos miembros de la pareja ganen y puedan plantear las necesidades y dificultades que están viviendo. Y como parte fundamental de esa comunicación que debe existir entre ambos, Beatriz Tomé recalca que tras tomar la decisión de ser padres de forma consensuada, un aspecto muy importante es conocer qué estilo de educación entiende cada miembro que debe ser adecuado. De esta manera, aclara, se puede ir conociendo a la pareja a medida que la relación se va desarrollando y cuando se decida tener un hijo, conseguir ese cuerdo sobre el estilo educativo en el que lo ideal es que se puedan integrar los estilos educativos de ambos padres.

La revolución

Muchas de estas cuestiones también son compartidas por la psicóloga Judith Chocrón, que también ha aportado su modo de vista sobre esta cuestión. "El impacto de la llegada de un hijo es considerable en la pareja. Siempre es una revolución en la vida de los progenitores y hay que asumir y adaptarse a las nuevas circunstancias", comenta. Factores cómo ser un bebé deseado o inesperado, el cansancio de los primeros meses, la idealización de la crianza y la opinión de terceros, remarca la psicóloga, suelen afectar en diferente medida y se puede sentir la pareja desbordada. Los cambios de rutina, de planificación, reestructurar las prioridades de "ser pareja" a "ser padres" y la distancia en el plano íntimo son temas recurrentes que originan discusiones cuando cada uno tiene diferentes perspectivas, tal y como se ha mencionado anteriormente. Bajo el pretexto de la aceptación de este nuevo papel que cumplen ambos como primer paso, Judith Chocrón subraya que la llegada de un bebé no une ni desune a la pareja sino que puede venir a acrecentar los problemas estructurales que ya había antes. Muchas parejas que no han sabido gestionar su papel como tal y que se encuentran en una crisis, suelen pensar que convertirse en padres puede ayudar a mejorar la relación o a arreglarla. Algo que la psicóloga melillense no recomienda para nada. Desde su experiencia, aclara que realmente un hijo no une o desune. "Aquellas parejas que pretenden fortalecer su relación con hijos no es aconsejable, al igual que si se separan al poco de tener un hijo, no es responsabilidad del bebé sino de una situación crítica que no han podido superar y que puede que tuviera el origen de forma estructural mucho antes de la llegada del bebé". En el caso en el que esta no sea la situación y la pareja esté fortalecida, pero con la llegada de un hijo sufran un desgaste emocional, Judith Chocrón aconseja también tener una buena comunicación entre ambos en la que se exprese "de forma clara y explícita" los sentimientos y pensamientos de cada uno con "respeto, escucha activa y empatía, intentando ponerse en el lugar del otro". Otro punto a tener en cuenta pasa por buscar y consensuar alternativas y opciones para que la crianza sea colaborativa y no de "ayuda" y combatir esa falta de tiempo que se experimenta en la paternidad, reservando momentos de pareja. "No significa excluir al bebé, sino encontrar de forma activa el equilibrio de tener un bebé y mantener la intimidad afectiva", destaca.

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