El Gobierno nacional muestra poca empatía con el interés general de los melillenses y sería muy bueno incluso para el PSOE local que empezaran a tomarse en serio determinadas cuestiones que afectan a un buen número de ciudadanos. Es el caso, por ejemplo, del copago farmacéutico que el Ejecutivo de la Ciudad Autónoma lleva tratando de implantar ya dos presupuestos consecutivos sin que el Ingesa haya respondido siquiera a la propuesta formulada en tal sentido.
Este copago consiste en que la Ciudad se hace cargo del coste de los medicamentos de los pensionistas con menor poder adquisitivo y, al menos, les quita a estas personas un gasto que, si bien no es excesivamente elevado, sí que puede suponer la diferencia entre comprar o no un poco de carne. Se trata de una cuestión puramente social, de sensibilidad con los que menos renta disfrutan y que en muchísimos casos son mujeres viudas, esas que cobran solo un porcentaje de la pensión de sus difuntos maridos como si ellas no se hubieran dejado las manos cocinando, limpiando, cuidando hijos y sacando adelante una familia. En fin, en eso no se fijan las feministas de pancarta.
Según ha afirmado el presidente Imbroda, durante dos ejercicios presupuestarios consecutivos se han consignado 300.000 euros para hacer frente al coste de ese copago sin que se haya podido utilizar absolutamente nada porque el Ingesa hace oídos sordos a la necesidad de firmar un convenio con la Ciudad Autónoma para que esa medida pueda ser efectiva.
Decía Imbroda ayer en rueda de prensa que al Gobierno local le está costando Dios y ayuda que el Ministerio de Educación suscriba el acuerdo para poder dotar a todos los colegios melillenses, públicos y privados, de un profesional de la Enfermería. Se quejaba el mandatario popular de que está el dinero consignado y todo preparado solo a la espera de que la ministra Pilar Alegría se digne a estampar su firma en el documento.
Son dos de los ejemplos que pueden exponerse sobre las trabas que Melilla está encontrando para sacar adelante asuntos de primer nivel, de gran transcendencia y de un marcado carácter social. No vamos a hablar aquí de lo que sucedió con el Imserso y la ayuda a domicilio, otro programa imprescindible para nuestros mayores que durante meses estuvo en el aire para poder sacarlo adelante con mejoras como la ampliación de los servicios y el número de usuarios.
Y esto no puede ser. La ciudad necesita el apoyo de los ministerios en Madrid, que tengan suficiente altura de miras para entender que aquí no valen colores políticos porque hablamos del bienestar de miles de ciudadanos. Es que incluso el PSOE tendría mayor aceptación entre los melillenses si se pudiera constatar su disposición a colaborar con aquellos programas e iniciativas de la Ciudad Autónoma que repercuten directamente en estos sectores sociales tan vulnerables.
Es hora de cambiar la situación, es momento de utilizar la sensatez y dejar a un lado este sectarismo que solo perjudica a los ciudadanos en sus intereses más importantes. ¿Acaso cree la delegada del Gobierno que con esa actitud está haciendo daño a Imbroda, a Marín, a Sofía Acedo..., a los miembros del Ejecutivo local o a las siglas populares en Melilla? Es evidente que no. ¿Por qué entonces castigar a los melillenses de esa forma? Ojalá 2025 traiga consigo una nueva actitud en nuestros políticos y de verdad antepongan el interés público a sus propias fobias.