Por segundo año consecutivo, la venta de entradas para asistir a los conciertos de la Feria vuelve a ser motivo de polémica. A estas alturas de la vida resulta bastante incomprensible que la mayor parte de las localidades deba adquirirse de forma presencial en el propio recinto ferial y no a través de internet, que suele ser el medio habitual por el que en todos los lugares civilizados del mundo lleva a cabo esa transacción económica.
Desde la tarde del pasado martes, cientos de jóvenes guardaban cola para poder hacerse con una entrada de su cantante favorito que, en esta ocasión, parece ser JC Reyes. De hecho, fueron las mil doscientas entradas que antes se agotaron y ya ayer por la tarde se rumoreaba la existencia de un negocio de reventa muy lucrativo.
Y como suele pasar cuando se junta tanta gente en una cola, llegan los problemas: peleas, suciedad, desvanecimientos por el intenso calor... ¿Qué es lo siguiente? Mirar hacia los organizadores y poner sobre la mesa algunas cuestiones que no cuadran nada. A modo de ejemplo vale señalar que el horario de apertura de las taquillas en los puntos de información de la Feria se fijó en las doce del mediodía. Craso error si tenemos en cuenta que estos jóvenes pasaron toda la noche aguardando su momento.
Tan es así que la organización se vio obligada a abrir 45 minutos antes de la hora programada. Asimismo, aprisa y corriendo hubo que establecer un servicio de asistencia sanitaria y se repartieron hasta mil botellines de agua. Ello, sin contar con la presencia de efectivos tanto de la Policía Nacional como de la Policía Local para controlar el acceso a los dos puntos de venta y que se hiciera de forma ordenada.
Analizando todo esto se puede llegar a la conclusión de que se debe dar una vuelta al sistema que se emplea para la venta de entradas. La experiencia de dos años ya de caos y líos deben ser suficientes para que los responsables de la organización se replanteen cómo hacer las cosas e impedir que se repitan esas escenas de jóvenes en una interminable cola desde la noche antes.
De lo contrario, volverán las críticas de los grupos de la oposición, que aprovechan la ocasión para tratar de poner contra las cuerdas al Gobierno y, más en concreto, a la consejera Fadela Mohatar, a la que responsabilizan de todo lo sucedido.
Y otra cuestión que también debería tenerse en cuenta es que si se eligen a las dos personas que representarán a Melilla en certámenes de belleza, además de participar en los actos festivos que convoca la Ciudad Autónoma, no estaría de más que se les ayudara económicamente a la adquisición de atuendos adecuados a las circunstancias. Darles 800 euros de premio no es suficiente si tenemos en cuenta que ella, sin ir más lejos, debe comprar de principio un traje de flamenca para la Feria, una prenda nada barata precisamente. Y es solo uno de los ejemplos que pueden ponerse.
En definitiva, se trata de cuestiones que deben ser repensadas para tratar de mejorar el sistema de cara a futuras ediciones de nuestros festejos patronales que, por cierto, están ya a la vuelta de la esquina para que los melillenses puedan disfrutar de una semana distinta y llena de buenos momentos.