El Faro se acerca hasta la tienda La Costa Azul para conocer de primera el protocolo que visten ‘Las Manolas’, de Semana Santa.
‘Las Manolas’ tienen su origen cuando a comienzos del siglo XIX en Madrid se hablaba de ‘majos y majas’ y más tarde de «Manolas y Manolos» o de ‘chulas y chulos’. ‘Las Manolas’ se distinguían por su estilo al vestir, mujeres que caminaban con nobleza, descaro y garbo, de forma desenfadada. En cuanto a su vestimenta, vestir de negro y con mantilla era lo tradicional al ir a la iglesia en esa época, y esa forma de vestir se ha quedado para siempre con ‘Las Manolas’, una tradición que sigue muy viva. Estas son las claves para ser una buena ‘Manola’ según La Costa Azul.
En primer lugar, un vestido negro sin escotes, de manga larga y con falda por debajo de la rodilla; la medalla de la cofradía en un lugar visible; el pelo recogido; un rosario; maquillaje discreto; bolso de mano pequeño y discreto; calzado sobrio, evitando tacones muy altos; si hace frío se puede llevar un abrigo negro discreto, pero nada de pieles y las medias no pueden ser excesivamente tupidas. La mantilla es una prenda que sólo se lleva en determinadas ocasiones, por lo que lucirla es todo un arte. Pero aún lo es más el hecho de que ni la peineta, ni esta preciada mantilla se muevan en todo el día para que las mujeres puedan pasear sin problema. Así, las peluqueras y expertas tienen varios trucos, como que el largo de las puntas llegue hasta el largo de la falda, y que se recoja en los hombros con unos alfileres, con el objetivo de que el movimiento de la mujer tenga más gracia.
La peineta no sólo permite aguantar la mantilla sino que aporta un plus estético. to estético que aporta belleza a todo el conjunto, elevando esta preciada tela de encaje y haciendo más esbelta a la mujer que la luce. La peineta no sólo permite aguantar la mantilla sobre la mujer, sino que le proporciona un elemento estético que aporta belleza a todo el conjunto, elevando esta preciada tela de encaje y haciendo más esbelta a la mujer que la luce.
En su lugar, las manolas, “suspiro” de la Semana Santa, ¡gloria bendita!, su presencia en todos los pasos, le da esplendor y tradición a las comitivas; bien plantá, con garbo y tronío, van exhibiendo con gallardía sus relevantes mantillas, levantadas y sustentadas por las estructuradas torres palaciegas de sus peinetas, andan con sutil donaire, contoneándose suavemente al compás de la brisa, con su pizca de sal, como una flor rociada de vida, emitiendo dulzura; llevan con recato, el enaltecimiento a María Santísima y su hijo Jesucristo.