La pandemia llegó hace dos años a la ciudad y con ella la crisis económica que dejó a muchas familias de Melilla sin ingresos de ningún tipo. En aquel mes de marzo, la frontera cerró de un día para otro y llegó el confinamiento obligatorio para todos los ciudadanos a excepción de los trabajadores esenciales. Quien no tenía un contrato de trabajo o quien vivía del comercio fronterizo, se quedó sin nada, cuando su situación ya era compleja a nivel económico.
Pero el Banco de Alimentos se puso a trabajar sin descanso para llegar a las miles de personas que sabían que iban a demandar ayuda esos días. Tuvieron un pico de 9.200 personas, el doble de lo habitual. Y es que siempre han tenido una media de entre 4.500 y 5.000 personas.
El presidente de la entidad en Melilla, Pedro Paredes, recordó, en declaraciones a El Faro, que fue muy duro trabajar esos días y recibían miles de peticiones.
También fue complicado no poder ni atender en persona a los melillenses y dejar, por ejemplo, la bolsas con productos en las puertas de las casas.
Pero, además, subrayó que los melillenses se volcaron las personas más necesitadas.
Hubo una gran recogida que llegó a cifras extraordinarias de alimentos, con los que se pudieron atender a centenares de familias en una situación de desprotección absoluta durante semanas.
El inicio de la pandemia
Paredes indicó que a partir del 13 de marzo de 2020 se comenzaron a recibir llamadas sin cesar de personas pidiendo auxilio. Afirmó que eran ciudadanos en situaciones dramáticas porque no tenían para comer.
Esos días, los centros de servicios sociales estaban tan colapsados de llamadas, como la Policía Local o el 112. La gestión de toda esta avalancha de personas solicitando ayuda se hizo lo mejor que se pudo y con la mayor de las urgencias.
Había centenares de familias que no podían buscarse su sustento diario porque debían permanecer en casa y no tenían ese colchón de dinero para algo imprevisto.
Ante esta situación, en el Banco de Alimentos se diseñó una nueva forma de distribución y reparto de alimentos para atender el incremento de las demandas de las entidades benéficas que hacen de intermediarios entre las familias y esta entidad.
Se repartieron los ‘lotes de emergencia’ a las familias con extrema necesidad y se extremaron las medidas de seguridad sanitarias para todo el personal que se implicó en esta tarea.
Paredes indicó que en una semana el aumento de la demanda aumentó un 50%.
Y sin la ayuda de los melillenses y sus donaciones en los supermercados, aunque no hubiera voluntarios para recoger los productos, y sin la colaboración de los trabajadores de estos establecimientos, no se habría conseguido llenar las estanterías y que nunca faltaran productos. Subrayó que unos 330.000 kilos de alimentos se puso a disposición de más de 9.000 personas.
El esfuerzo del Banco de Alimentos, de los servicios sociales y de otras áreas y entidades, así como las donaciones de los melillenses, lograron evitar que en Melilla se vieran las colas del hambre que lamentablemente sí fueron una realidad en otras ciudades españolas.