A pocos metros de la playa y de algunas de las casas más caras de Melilla, se encuentra la urbanización Minas del Rif. Datadas de principios de los años 90, sus vecinos explican a El Faro que sus principales problemas son el estado de los edificios y la seguridad.
Uno de los primeros hechos que le puede llamar la atención a los foráneos es el estado de los edificios, muchos tienen parte del recubrimiento caído, hasta se pueden ver los ladrillos. También hay pintadas, suciedad e incluso una cama en uno de los rincones.
Mohamed y Yusre son dos jóvenes amigos que viven en el barrio. “Aquí la vida en las Minas del Rif ni es buena ni es mala, hay gente rica y gente pobre”, explican. Los dos aseguran que suele ser un barrio tranquilo, “aunque a veces hay peleas”.
En algo en lo que sí coinciden todos los vecinos y vecinas con los que El Faro ha hablado es en la falta de mantenimiento. Los jóvenes señalan que “todas las paredes están manchadas” y que los portales “están rotos” en su interior.
“Tenemos problemas de seguridad, de limpieza”, apunta Omar, un hombre de la tercera edad. Para él, uno de los mayores problemas es que los ascensores se rompen con regularidad. “Los arreglan hoy y por la tarde se estropean, tardan 20 días en arreglarlo y se rompe otra vez”, expuso con ironía.
Omar explica que por dentro de los edificios se ha limpiado, sin embargo, dice que “por afuera está para caerse, mira los pilares” y se pregunta si van a seguir cerrando la urbanización por seguridad. “Algún día se va a caer esto y ya vamos al cementerio, ni al hospital ni nada”.
Para Manoli, el mayor problema lo tienen los pisos terceros, ya que por la orientación que tienen algunos, el agua de la lluvia pega directamente cuando viene de poniente y se filtra en las paredes, lo que provoca que se desconche y se bufen el marco de la ventanas y hasta la persiana. “Necesitamos que arreglen la fachada, porque los del tercero lo tenemos peor”.
Manoli pide que se dé una subvención para arreglar la fachada, ya que hay que poner andamios y es más caro. Además, explica frustrada que mes tras mes paga la comunidad y no ve el resultado. Valora positivamente que se hayan arreglado parte de los techos, las galerías, etc, pero piensa que “lo principal es la fachada”. Añade que los interiores de los patios de luces “están peor todavía, se ven hasta los ladrillos”.
“El barrio tiene muchos problemas y desde hace mucho tiempo, empezamos por los tipos de acceso, el mobiliario urbano o la suciedad”, dice Kemel, padre de dos niños pequeños. Apunta a que no hay ni una sola papelera y cree que si hay personas que hacen mal uso del mobiliario urbano, el resto de vecinos no tienen por qué cargar con ello.
Kemel subraya que hace tiempo tenían dos parques pequeños, pero dado el abandono en el que estaban y por el mal uso que le daban algunos ciudadanos, lo cerraron. “La respuesta que tuvimos por parte de Emvismesa y de la Ciudad Autónoma ahí la tienes, un espacio muerto sin ningún atractivo para nuestros hijos”. Piensa que esta situación “es el perro que se muerde la cola” por el abandono de la Administración, ya que “pasa el tiempo, se deteriora más y hacen un uso malo de ese espacio”.
Seguridad
Pepe vive en otro barrio, pero suele ir a las Minas del Rif para visitar a su hermana, vecina de la urbanización. Cree que hay poca seguridad y que simplemente hace falta echar un vistazo “para ver cómo está todo”. “Este barrio está muy abandonado”, asegura. Explica que su hermana sale con precaución por las noches, pues viene gente “de mala manera”. Lo que había que arreglar sobre todo es la seguridad, Melilla se está poniendo de una forma insostenible respecto a la seguridad” y por ello cree que deberían pasar coches patrulla de la Policía, aunque fuera de vez en cuando “para estar un poquito más tranquilos”.
Para Kemel, una de las principales razones de inseguridad que hay en los bloques de edificios son “los espacios muertos”, es decir, todas las esquinas o rincones que hay y que no tienen ninguna utilidad. Explica que estos los usan personas que van por la noche a fumar o a hacer otro tipo de actividades nada agradable para los vecinos. Señala concretamente unas rejas que hay en uno de los espacios muertos, “parece una tontería, pero da mucha seguridad”.
Por su lado, Omar señala que el barrio ya está más tranquilo después de que ciertos individuos se fueran a trabajar a Europa. Omar asegura estar cansado de las promesas. “Dicen que hay dinero, que lo van a arreglar y no sé qué día lo van a arreglar, mucha palabra y no hacen nada”.