Son ya 48 años, casi medio siglo al servicio de los mayores de Melilla y eso tiene mérito porque en la vida, a veces, dan ganas de tirar la toalla, sobre todo cuando la incomprensión se tuerce en el camino. Pero Divina Providencia y sus directivos –Rafa Ballesteros a la cabeza, norte y guión– son inasequibles al desaliento.
El próximo 12 de octubre, Día del Pilar, Día de la Hispanidad, Día de la Raza y Día de la Guardia Civil, Divina Providencia celebra su aniversario. Sí porque los primeros papeles datan de un 12 de octubre de hace 48 años. Esa es la partida correcta de nacimiento, aunque la autorización del poder establecido –qué miedo– llegó algunos meses después, como siempre, en eso no ha cambiado España.
Hace 48 años la tuna infantil del Colegio La Salle El Carmen tomó parte en el acto de inauguración, allá en ese bello rincón de la calle de México. Curioso, unos chavales de cinco o seis años junto a las autoridades y los veteranos de Cabrerizas y Batería Jota… en perfecta sintonía. La misma sintonía que preside el día a día en ‘Divina Providencia’ en 2010. Sintonía entre socios y directivos, sintonía entre directivos e instituciones, sintonía de barrio y dilatadas experiencias vitales, o sea, cariño, respeto y colaboración.
Rafael Ballesteros García celebra –casi secularmente– cuatro grandes acontecimientos a lo largo del año: Día del Padre, Día de la Madre, Navidades y Día del Pilar. El ceremonial es el normado por este comandante de las Fuerzas Armadas Españolas: Recepción, homenaje a los socios, regalos y buena comida, todo ello precedido de la intervención del presidente.
Todo indica que el próximo ágape se va a celebrar en la sede de la calle de México porque las obras de mejora y remodelación de la que fue primera sede de ‘Divina Providencia’ están prácticamente concluidas.
Afortunadamente, Ballesteros ha contado, a lo largo de estos dos años, con superficies cedidas por la Peña Colón, también presidida –igualmente afortunadamente– por el bueno de Rafael.
Es decir, el 12 de octubre de 2010 marcará un antes y un después en el casi medio siglo de la vida de Divina Providencia, una vida presidida por los valores de la amistad, la solidaridad y búsqueda incansable de la mejora de la calidad de vida de los mayores, valores perfectamente encarnados en la personalidad de don Rafael Ballesteros.