Que hacen turno en la frontera, va a solucionar un problema de fondo que, como decía en este mismo Diario el portavoz melillense de la AUGC, Ramón Carrasco, estalló tras verse venir y sin que las autoridades nacionales pusieran los medios necesarios para evitarlo.
Me ando refiriendo a la falta de recursos humanos y materiales suficientes para conseguir que nuestros policías y guardias civiles desarrollen sus funciones en las lindes y pasos con Maruecos de la forma más óptima posible, pero para lograr también que nuestras fronteras se parezcan cada vez más a lo que son o deberían ser, fronteras europeas, con un paso más ágil, fluido y civilizado, en beneficio de melillenses y marroquíes.
No se puede tolerar, como ha denunciado la AUGC, que un aparato sensor de cuerpos humanos potencialmente ocultos en el interior de vehículos lleve meses estropeado para evitar un coste de 600 euros que, al parecer, sería lo que exigiría su arreglo. Está claro que a menos medios más tardanza en los debidos controles y, por consiguiente, más colapso y mayor espera en las colas fronterizas.
Tampoco es de recibo que nuestra alambrada, esa misma verja que se elevó hasta seis metros para refrenar la entrada de inmigrantes ilegales y que se dotó de los más sofisticados sensores, active estúpidamente todo su sistema de seguridad porque la gendarmería la utiliza como improvisado tendedero.
Rubalcaba relegó ayer a la amnesia lo sucedido en nuestra frontera, borró de un plumazo todo el conflicto o, al menos, eso trasmitió a la opinión pública tras su visita a Rabat. Se convirtió en embajador de Mohamed VI, que le trasmitió mensajes de cariño para el Rey Juan Carlos y de colaboración para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Firmó también un comunicado conjunto con su homólogo marroquí en el que España y el reino alauita se comprometen a luchar especialmente contra la inmigración ilegal, el terrorismo y el narcotráfico. No hubo referencias por escrito a Melilla ni a los conflictos en nuestra frontera, pero se acordó que a partir de ahora haya reuniones semestrales de los directores generales de los cuerpos de seguridad con sus homólogos en Marruecos, y de los ministros de Interior de ambos países hagan lo mismo con carácter anual.
Además, se decidió crear comisarías conjuntas en Algeciras y Tánger. En suma, según Rubalcaba, todo el conflicto en nuestra frontera ha servido para afianzar y reforzar la cooperación en el marco de las relaciones hispano-marroquíes.
Un final feliz, el que nos vende el ministro que, no obstante, requiere aún de una guinda, como es, no ya la esperada visita del mismo Rubalcaba a nuestra tierra –tan necesaria como demandada-, sino una política efectiva que dote a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de las demandas que vienen suscribiendo para que sucesos como los vividos no se vuelvan a repetir.
Tampoco podemos olvidar la tierra de nadie, que por ‘ocupada’ no debemos dar por pérdida para siempre. Somos frontera Schengen, es decir, comunitaria, constituimos además una de las pocas fronteras terrestres de la Unión Europea; teniendo en cuenta además que Marruecos es socio preferente de la UE, para el próximo curso político debería situarse en cartera, como asunto prioritario, plantear el concurso y apoyo de Europa a fin de recuperar esa franja neutral efectivamente perdida a lo largo de todo el perímetro fronterizo, pero con posibilidades de ser respetada en los pasos fronterizos con el vecino reino.
El PP, que tan abiertamente se ha comprometido con los melillenses en este agosto infernal para nuestras relaciones fronterizas, no puede dejar sus peticiones en el recuerdo y la alharaca del momento. Hay que ser consecuente con el discurso y trabajar para que lo imposible hoy sea una realidad mañana.
Lo dicho, Rubalcaba ha escrito un ‘happy end’ que sin embargo exige de un colofón real concreto y sin ambages. Hay que prestar más atención a nuestra frontera y mejorarla de forma efectiva. Recuérdese el invento de la frontera de Barrio Chino, que iba a desviar el transito del comercio con Marruecos sin que el objetivo se haya conseguido más que parcialmente y mediante un sistema de verjas carcelarias que en nada mejora ni nuestra imagen exterior ni las relaciones con nuestros vecinos.
La frontera y las relaciones con los marroquíes requieren más decisión y coherencia. No pueden ser, en lo que a nosotros nos afecta, una patata caliente que esquivar o una bomba de relojería que desactivar a toda prisa cuando el reloj de la detonación se apura casi al límite.