Dando saltos de alegría y con cartulinas, bizcochos y chucherías en las manos. Así salieron de los colegios los más pequeños de la ciudad porque hoy oficialmente terminaron las clases y empezaron las vacaciones de verano.
A la salida, los padres que hablaron con El Faro se mostraban contentos con el final de curso y con los resultados académicos obtenidos por los pequeños.
Cuando comenzó el curso 2021-22, desde la Dirección Provincial de Educación aseguran que había cierta inquietud al volver al modo presencial después de dos años de pandemia, pero desde septiembre la evolución ha sido mejor de lo previsto.
Juan Ángel Berbel explicó que desde el punto de vista sanitario, todo ha sido muy tranquilo y que el periodo de vacunación entre los alumnos de 12 y 18 años ha sido bastante bueno. En cambio, en el caso de los 5 y 11 años, ha sido más bajo.
También apuntó que las evaluaciones siguen en marcha hasta el día 27 de junio que se entreguen los boletines. Durante la primera quincena de julio se espera un balance en el que se conozca aquellos alumnos que promocionan y que repiten.
Durante este curso, se han matriculado más de 7.000 alumnos en Educación Primaria y casi 4.500 en la ESO. Todos los exámenes y deberes ya están hechos.
Ahora lo que toca es disfrutar del verano. El destino favorito de todos: la playa. “Es una obligación”, señalaron algunos, ya que los niños se lo pasan muy bien y gastan allí toda la energía posible. Además, con el calor es donde mejor pueden estar y también se refrescan sin tener que estar encerrados en casa durante todo el día.
Otros aprovecharán también las vacaciones para viajar y ver a la familia que tienen fuera. “Ahora que acaban las clases, quieren pasar unas semanas con sus abuelos”, dice otra melillense.
Durante la mañana de hoy, ya se veían niños jugando en las calles del centro de la ciudad y por el Parque Hernández. Una abuela que estaba con su nieto y cuidaba de él todo el año, comentó que la diferencia entre ricos y pobres se marca desde muy pequeños. Y es que el precio de algunos campamentos de verano es desorbitado. Muchas familias no se pueden permitir incluso aquellos que tienen precio reducido. “En todos lados hay que pagar, por muy poco que sea. Y el que no tiene y le falta, ¿qué hace?” decía. Algunos afortunados podían contar con sus abuelos, como es su caso. Otros, sin embargo, no tenían la misma suerte.
Al preguntarle por la opción de los campamentos, fueron poco los padres melillenses que se iban a decantar por ellos. ¿Los motivos? Algunos decían que eran muy pequeños todavía y que si ellos no podían, preferían dejarlos con sus abuelos o alguien cercano. Otros, que los niños no querían ir durante el verano a este tipo de sitios ni tampoco asistir a talleres y que, obviamente, no les iban a obligar.
Y es que todos los pequeños miran ahora con alegría e ilusión a los dos meses que les quedan por delante antes de que vuelvan a empezar el curso escolar.