El director melillense Moisés Salama (1953) estrenará el próximo día 7 de mayo, a las 18:30 horas, con entrada libre en el teatro Kursaal-Fernando Arrabal, su documental “personal, casi como de autorretrato familiar” ‘No sea tu falta’ dentro de la Semana del Cine de Melilla.
El título se refiere a una expresión muy común entre los judíos del norte de África para expresar que se echa de menos a alguien que ya no está allí y que se le echa de menos y cuya elección al director le pareció “muy apropiada” para evocar a sus familiares ausentes.
A sus más de 70 años, el director repasa su vida y su infancia. Con una familia, los Salama, que llegó a Melilla alrededor de 1870, el director habla en el documental -narrado en primera persona- de su empresa familiar, dedicada al transporte de contenedores, que entró en crisis con el cierre de la frontera. También habla de la muerte de su hermano pequeño, primero, y su madre, después, que provocó en él “un sentimiento de vacío”. La ciudad fue cambiando para él, que lleva tiempo viviendo en Málaga y, cada vez que venía, sentía que el mundo que él conocía “estaba cambiando o había desaparecido”.
Es, por tanto, reitera, “un documental muy personal que tiene que ver mucho con Melilla”, con la ciudad, su casa familiar, su infancia, sus raíces, su identidad y toda una vida de telón de fondo.
El documental contiene mucho de archivo personal y familiar, grabado por él o por su hermano en el súper 8 de los años 60, y tiene también imágenes del archivo de Televisión Melilla (TVM). Puntualmente aparecen imágenes también de otros puntos de encuentro familiar como Marbella, donde tenían un chalé, pero su “espejo” es Melilla, el “foco” del documental es Melilla, con testimonios de familiares y de otras personas sobre cómo está la ciudad, la convivencia, su pasado y su futuro.
Salama quiere remarcar que el documental “es una reflexión personal íntima y honesta” y que está filmado con “una mirada muy subjetiva”, por lo que advierte de que nadie pretenda encontrar en él una visión objetiva de su parte. En este sentido, recuerda que está granado en primera persona, por lo que es su mirada, su “aportación humilde” y su reflexión sobre su vida, sobre su familia y sobre Melilla.
Sobre esta, el cineasta afirma que es “una ciudad muy sensible, muy hipersusceptible de las miradas que se hacen sobre ella” y considera que sus habitantes han de aprender “que nos podemos querer mucho sin tener la misma opinión sobre algo”.
Desde la distancia
Salama vive hace tiempo en la capital de la Costa del Sol, pero, como él dice, se fue yendo de Melilla “poco a poco”. Antes venía con más frecuencia: primero semanalmente, luego dos veces al mes, más tarde sólo una.
Precisamente en el documental cuenta que tiene una mirada sobre Melilla “curiosa” en el sentido de que la veía desde dentro y desde fuera, “como alguien que la ha conocido y la ha vivido y, al mismo tiempo, se distanciaba”. En su opinión, a algunos amigos suyos lo que les falta precisamente es esa distancia, porque, cuando uno está dentro de algo, no tiene perspectiva para verla objetivamente, al modo de la expresión de los árboles que impiden ver el bosque.
El cineasta admite que echa de menos la ciudad, pero que -aunque ya no lo haga con la frecuencia de antes-, cuando viene, nota que tiene “menos arraigo”, con su casa en la Avenida Juan Carlos I Rey vacía, lo cual le da “mucha pena”. En cualquier caso, no renuncia a sus raíces y Melilla sigue formando parte de su vida, tal como contó en su libro ‘La casa Salama’, en el que habla sobre sus primeros antepasados que llegaron a la ciudad a finales del siglo XIX, lo que les confiere “unas raíces muy potentes”.
Y claro que la echa de menos, está en su corazón y la quiere muchísimo, porque forma parte de su vida y de su infancia, pero reconoce que, cuando viene, ya no es la ciudad que él recordaba, la que tenía una gran “vitalidad” para el comercio y otra serie de huellas que el tiempo ha ido borrando.
Reseña de Mirito Torreiro
"‘No sea tu falta’, el último, conmovedor documental de Moisés Salama, viene a cerrar una suerte de, tal vez, involuntaria trilogía documental que tiene su origen en ‘Melillenses’, continúa con Una historia personal y, al menos provisionalmente, se cierra con el filme que nos ocupa. Hay una suerte de línea constante que recorre las tres propuestas, y no es otra que la pérdida. Porque si en el ya un tanto lejano 2004, Salama fijaba un terreno de juego, la Melilla de su añorada y perdida juventud, y abordaba el complejo tejido humano e histórico de la ciudad, en el segundo, un año después, ya se centraba en uno de los grandes temas de su obra y de su vida: la familia, en este caso, su padre, Samuel Salama, fallecido unos años antes. Pérdida, decimos; y también, claro, el documental como forma de subsanarla. Preguntarnos por nuestros padres, imaginar su, para nosotros, imposible juventud es una de las grandes tentaciones de cualquier humano, y más si, como es el caso, los progenitores formaron una de esas familias-piña, vigorosamente comprometidos todos y cada uno de sus miembros con el resto. Samuel ya no estaba, pero ahí quedaban sus rastros, que el hijo seguía con cautela, sin alharacas (sospecho que el filme fue más un exorcismo personal que un producto hecho para que lo viera el público: una suerte de diario íntimo sobre el fallecido), una de las marcas de un director que ha ido construyendo una filmografía paciente y meditada.
‘No sea tu falta’ (2025) vuelve sobre temas ya abordados, pero desde un archivo diferente, y con personajes también distintos: no en vano, han pasado 20 años, y también dos muertes que pesan enormemente sobre todo lo narrado: la de Sol, la inolvidable matriarca de los Salama Benarroch, y sobre todo, la de Falo, el hermano-cómplice, el seductor bohemio, el culto hombre de teatro y docente adorado por sus alumnos y por sus hijas, sobre cuyas espaldas reposan los momentos más enternecedores de un film contenido pero, sin duda, igualmente emotivo y profundo.
Desconozco si Moisés regresará alguna vez a esa patria perdida que es el pasado, cuando éramos jóvenes, felices y la vida se abría ante nosotros como una hambrienta compañera de juerga. Pero en todo caso, la trilogía melillense se puede considerar ya uno de los grandes hallazgos del cine hecho en el norte de África, además de un ejercicio maduro y sereno de performatividad que sirve para recordarnos, como si hiciera falta, las virtudes sanadoras y consoladoras del cine (del arte, en fin) cuando ya hemos perdido aquello que nunca pensamos que íbamos a perder: los compañeros con los que recorrimos los caminos del conocimiento, del amor, de la amistad. De la vida con mayúsculas, en suma."
La opinión de Manuel Gutiérrez Aragón
Sobre el documental de Salama, el prestigioso director Manuel Gutiérrez Aragón asegura lo siguiente: “Es muy testimonial, aborda una parte de la historia de España poco conocida, y al mismo tiempo es profundamente familiar, lo cual es lo que más me gusta. Su sencillez es engañosa, porque transmite mucha información sin aparentarlo. Es emotivo y directo, con poco artificio fílmico; emociona sin proponérselo”.
Una dilatada carrera
Como director y guionista, Moisés Salama cuenta con otros seis filmes, todos ellos presentes en numerosos festivales nacionales e internacionales. Estos son los siguientes: ‘Melillenses’ (2004), ‘Una historia personal (2005), ‘Atlas bereber’ (2007), ‘Vibraciones’ (2010, codirigido con Miguel Ángel Oeste), ‘Caballos de viento’ (2017) y ‘La memoria del cine: una película sobre Fernando Méndez-Leite’ (2023).
Además, ha ocupado diversos puestos de gestión y dirección en distintos eventos cinematográficos como la Semana de Cine Español de Murcia, Semana de Cine Internacional de Melilla, Festival de Granada Cines del Sur, Documenta Madrid, Festival de Cinema Espagnol de Marseille o el Festival de Málaga.