Opinión

Melilla, ¿se muere o está muerta?

Este grito angustioso que lanzamos los empresarios de Melilla por el mes de marzo de 2018 y que tantos titulares de prensa dio en su momento, ahora, los mismos que lo criticaron lo han cambiado por el de ‘Melilla, está muerta’ culpando de ello a los actuales gobernantes.
Lo primero, quiero aclarar que las manifestaciones de marzo y mayo de 2018 no iban dirigidas contra nadie –ni Barkani ni Imbroda– sino que angustiosamente pedíamos ayuda a los gobernantes –locales y nacionales– ante lo que ya se nos venía encima a los empresarios de esta Ciudad. Lamentablemente, que miles de personas pidiéramos una “frontera fluida y segura” y, sobre todo, “un presente y un futuro para Melilla” no sirvió más que para ser calificados de agoreros y de estar manejados por algún que otro partido político. No hubo humildad, ni entonces ni ahora, para reconocer que teníamos razón.
Lo segundo, es de justicia poner de relieve que, en estos tres últimos años, nuestros ‘amigables’ vecinos del sur han puesto en marcha su estrategia para asfixiar económicamente a Ceuta y Melilla. Empezaron por cortar las salidas del comercio fronterizo en Ceuta y en menor medida en Melilla, siguieron con el cierre de la aduana comercial en agosto del 2018 y prohibieron el paso de la OPE por ambos puertos. La última ‘broma’, la famosa piscifactoría que están montando en las aguas de las islas Chafarinas y que ahora nos enteramos que pertenecen a nuestro término municipal, según respuesta del Gobierno de Sánchez. Mira por donde hemos incrementado nuestro escaso ‘capital natural’ sin gastar un duro en ganar terreno al mar, aunque sigue siendo necesario hacerlo.
Encima, la COVID –a lo malo casi siempre se le suele aplicar el género femenino– les ha venido de perillas para cerrar ‘a cal y canto’ nuestras fronteras y, por si fuera poco, se permitieron el lujo de mandar a miles de marroquíes a invadir la ciudad hermana de Ceuta. Esto último, nos ha venido estupendamente pues, por primera vez, la Comisión y el Parlamento Europeo –gracias a la iniciativa inicial de los europarlamentarios de Ciudadanos– reconoció por escrito que somos la frontera sur de Europa y reitera la inviolabilidad de las fronteras nacionales de los Estados miembros de la Unión y el respeto pleno, no negociable, de la integridad territorial de los Estados miembros de la Unión como principio básico del Derecho internacional y como principio de la solidaridad europea; por otra parte, recordaba a Marruecos que no se puede tolerar el menoscabo de la soberanía territorial de los Estados miembros. Por cierto, con escaso éxito por ahora. Estamos perdiendo una gran oportunidad de pedir a Europa que nos defienda más y mejor, no sólo de palabra.
¿De estas acciones y situaciones excepcionales tiene culpa el Gobierno de nuestra Ciudad? Entiendo, sinceramente, que no. Pero sí creo que, ni en 2018 ni después, el Gobierno de la CAM ha exigido contundentemente al de España una respuesta diplomática frente a las agresiones que recibimos por parte de Marruecos. Cuando en agosto del 2018 –desde la Plataforma de Empresarios– pedimos al entonces presidente de la CAM su apoyo para exigir a Sánchez una respuesta ante el cierre de la Aduana comercial, nos mandaron a manifestarnos ante la embajada marroquí o a protestar en Rabat. Pero es que desde que cambió el Gobierno que preside el Sr. de Castro –de aquella manera– tampoco se ha elevado ninguna protesta a la Moncloa. Y la Moncloa, por su parte, después de tres años y medio sigue sin hacer nada al respecto salvo pedir una absurda e innecesaria comisión ‘técnica’ y entregarle en bandeja de plata la cabeza de la anterior ministra de Exteriores.
Hay que reconocer y agradecer que desde la Consejería de Hacienda se haya impulsado el Plan Estratégico 2020-2029 para buscar un cambio a la estructura económica de Melilla una vez que era palpable la necesidad de buscar alternativas al ‘monocultivo’ de la frontera y la enorme dependencia del PIB de nuestra ciudad del sector de la Administración Pública. Con la participación de cientos de personas, entre ellas, varios catedráticos, economistas, expertos en diversas áreas y en Planes Estratégicos de otras ciudades, altos funcionarios de la Administración del Estado, políticos, agentes sociales y ciudadanos de toda condición y profesión en un año se ha hecho más que en los últimos treinta y tantos años por diseñar un futuro para nuestra Ciudad. Por desgracia, los intereses políticos, priman de nuevo sobre los de la Ciudad y –de no cambiar – no va a haber el consenso que necesita todo Plan Estratégico que quiera tener recorrido y éxito.
Podremos estar más o menos de acuerdo –ya llegará el momento de comentarlo– en los proyectos e inversiones que se propongan para poner en marcha las medidas que se han definido como necesarias en dicho Plan Estratégico y que coinciden –casi en su totalidad, salvo en lo de la entrada en la Unión Aduanera– con las del Plan que presentó conjuntamente el Partido Popular de Melilla y Ceuta. Para eso está la Asamblea en la que –generosamente, por parte de todos– se deben alcanzar acuerdos y aprobar lo que sea mejor para Melilla. Y para eso deberá estar el Gobierno de la nación apoyando, y no para empezar a estudiar ahora ‘su’ Plan de Recuperación a través de TRAGSATEC, sino para dotar de los recursos necesarios vía PGE o Fondos Europeos.
Pero lo primero es lo primero. Y es dotar los recursos necesarios para que tengamos unos transportes marítimos y aéreos decentes, con más rotaciones, mejores acomodaciones, capacidad y horarios y, sobre todo, precios baratos para que puedan venir desde el norte los famosos turistas que los políticos nos llevan prometiendo año tras año sin que, por mucho que se gasten en FITUR y en BONOS, hayan llegado nunca. Lo mismo se debe hacer ya para abaratar el coste del transporte de las mercancías de entrada y salida a través de nuestro Puerto. Lo hecho hasta ahora ha sido, claramente, insuficiente e ineficaz. El transporte es nuestro “talón de Aquiles” y o le dan solución inmediata o poco podemos hacer para salir de la situación actual. Y esto depende del Gobierno de España que –al igual que hace con las carreteras y los trenes en la Península para facilitar la vertebración y el desarrollo del territorio– debe hacerlo con Melilla.
Acabo, por ahora, respondiendo a la pregunta del inicio. En mi opinión, Melilla se muere desde hace años y si no nos damos prisa en aplicar medidas urgentes –déjense de más estudios, propuestas utópicas y luchas partidistas– Melilla acabará muerta y sin presente ni futuro. Personalmente, seguiré peleando y trabajando para que ello no ocurra. Luego ya, si eso otro día, hablamos de la necesaria y demandada entrada en la Unión Aduanera “para ser más España y más Europa” que parece ser el único argumento que tienen muchos que apuestan por ella como panacea a nuestros problemas.

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