La Escuela de Música y Danza de Melilla vive un nuevo curso lleno de energía, ritmo y entusiasmo. Su directora, Maricarmen Florido, asegura que la matriculación “está muy bien, porque estamos en torno a 800 alumnos”. A pesar de la gran demanda, el centro todavía dispone de vacantes en determinadas modalidades, especialmente en Música y Movimiento para los más pequeños y en algunas disciplinas de danza y danza española.
En las propias instalaciones de la Escuela de Música y Danza todavía existen vacantes para niños de 4 a 5 años en las clases de Música y Movimiento, así como en Lenguaje Musical, de 6 a 16 años. En cuanto a las disciplinas de danza, Florido mantiene algunas vacantes en sus clases de danza española, tanto los lunes y miércoles para pequeños de 6 a 8 años, como los martes y jueves para niños y niñas de entre 8 y 11 años. En danza clásica también existen algunas plazas disponibles para niños de 6 y 7 años, los lunes y miércoles.
Por otra parte, en las instalaciones del CEIP Hipódromo permanecen algunas vacantes para pequeños de 6 a 8 años con el profesor Gonzalo Carmona. Las inscripciones pueden formalizarse directamente en la sede, ubicada en la Consejería de Educación, en la calle Querol número 7, en horario de nueve a once y de doce a una. “Que se pasen por la Escuela de Música y Danza. Allí las atenderán”, anima la directora.
Florido explica que el centro acoge alumnado de todas las edades, desde los más pequeños de cuatro años que ingresan en las clases de Música y Movimiento, hasta personas adultas, sin límite de edad, para practicar cualquiera de las disciplinas que se imparten en este centro de enseñanza. “Muchos vienen a divertirse, otros vienen a aprender, otros vienen a las dos cosas”, sostiene Florido, quien destaca el beneficio psicosocial de estas disciplinas artísticas. “Hacemos también un poquito de terapia”, resalta la directora de la Escuela. Además, asegura que se crean lazos de amistad entre las personas, relaciones que se mantienen en el tiempo, como en su propio caso, pues el ambiente que se forja en las clases permite no solo el aprendizaje, sino también la complicidad, la cercanía y la entrega. “Se sufre mucho, esto une”, expresa con humor la directora.

Maricarmen Florido resalta que tanto la danza como la música aportan beneficios físicos, mentales y emocionales. Se trata de expresiones artísticas que favorecen la coordinación, la psicomotricidad, el movimiento, la lateralidad, la postura corporal, el ritmo, la audición y el ejercicio cardiovascular. “Como digo, somos atletas”, destaca la directora.
Y es que, la danza aporta una amplia gama de beneficios físicos, mentales y sociales en todas las etapas de la vida. En los niños, favorece el desarrollo psicomotor, la coordinación y la expresión corporal, además de fortalecer la autoestima y la socialización. En los adultos, mejora la condición física, la flexibilidad y el equilibrio, a la vez que reduce el estrés y refuerza la confianza personal. En las personas mayores, la danza actúa como una forma efectiva de ejercicio que previene el deterioro cognitivo, mejora la movilidad y promueve el bienestar emocional al fomentar la conexión con otros.
La música, por su parte, influye de manera profunda en el desarrollo cognitivo y emocional. En los niños, estimula el lenguaje, la memoria y la atención, al mismo tiempo que fomenta la creatividad y la disciplina. En los adultos, escuchar o practicar música reduce la ansiedad, mejora la concentración y potencia la productividad. En los mayores, la música tiene un efecto terapéutico comprobado: ayuda a conservar la memoria, mejora el estado de ánimo y favorece la conexión emocional y social, incluso en personas con enfermedades neurodegenerativas.
Tanto la danza como la música funcionan como poderosas herramientas de expresión, comunicación y salud integral. Combinadas, fortalecen la mente y el cuerpo, mejoran las relaciones interpersonales y contribuyen al equilibrio emocional. Su práctica regular no solo incrementa la calidad de vida en todos los grupos de edad, sino que también promueve la creatividad, la empatía y el sentido de comunidad, convirtiéndolas en actividades esenciales para el bienestar humano.
Con un equipo docente reducido, la Escuela de Música y Danza de Melilla logra sostener, con esfuerzo y vocación, el elevado número de alumnos que acoge cada curso. “De danza española tenemos tres profesores: Mercedes Hurtado, Gonzalo Carmona y yo, Maricarmen Florido. En danza clásica está Nuria Nieto. Luego tenemos dos profesores de música que imparten las clases de Música y Movimiento, así como Lenguaje Musical: Yulaila Buzzian, especializada en flauta travesera, y Víctor Simón, especializado en piano”, detalla la directora. “La escuela se nos ha quedado un poquito pequeña”, reconoce Florido, quien considera deseable disponer de más aulas para atender la creciente demanda y poder ampliar las especialidades musicales que se ofrecen.
En cuanto a la participación masculina, la directora admite que la presencia de alumnos varones sigue siendo reducida. Donde más se aprecia es en las clases de sevillanas, que imparte el profesor Gonzalo Carmona, en las que participan varias parejas. Sin embargo, no es lo más habitual, especialmente en otras disciplinas de danza. Mientras que en el ámbito musical existe un mayor equilibrio entre niños y niñas, en las clases de danza “todavía son pocos”, señala la directora.
Esta situación contrasta con la de años anteriores. Florido recuerda con cierta nostalgia etapas en las que la presencia masculina era más numerosa. “He tenido muchos alumnos hombres, adultos y pequeños: a Nacho, a Francisco, a Alejandro, a Jesús... un montón”, rememora con afecto. “En música sí hay, tanto niños como niñas, pero en danza es una pena, la verdad”, señala. Además, Florido añade que en la danza “siempre destaca la figura del hombre” y lamenta que poder contar con más bailarines facilitaría realizar “unas coreografías preciosas”. A pesar de ello, la escuela siempre ha contado con “buenos bailarines, y alguno todavía en la escuela, pero nos gustaría tener más”, afirma la directora.
Florido subraya que la Escuela de Música y Danza de Melilla es un espacio abierto y participativo, siempre dispuesto a colaborar en la vida cultural de la ciudad. “Nosotros estamos también volcados en la ciudad y colaboramos siempre”, resalta la directora. Desde los distintos grupos y disciplinas que se imparten en la institución, el alumnado participa activamente en numerosos eventos a lo largo del año, contribuyendo al dinamismo cultural de Melilla.
La actividad del centro se desarrolla durante todo el curso con actuaciones en festivales de Navidad, eventos benéficos, celebraciones religiosas como el Día de Jesús Cautivo y bailes navideños. Además, la Escuela colabora habitualmente con la Consejería de Festejos en la cabalgata de Navidad y en la de Carnaval, así como en diferentes actividades organizadas por centros educativos y entidades sociales. También realiza visitas a residencias y otros espacios comunitarios, manteniendo su compromiso con la participación ciudadana y con un arte accesible a todos los públicos.
Entre las próximas citas del calendario, la Escuela de Música y Danza tiene prevista una actuación con motivo del Día del Niño, el 20 de noviembre, en el Palacio de la Asamblea. Más adelante celebrará el Día Internacional de la Danza en el Teatro Kursaal, y cerrará el curso con su tradicional festival de fin de curso, que actúa como broche final a un año repleto de actividad artística y compromiso cultural.
Florido resume el espíritu de la Escuela de Música y Danza a través de una frase: “Lo he aprendido, nos gusta llevarlo a que el público lo vea, ese es el fin”. Y es que, en cada paso, en cada nota, en cada niño que descubre el arte a través de la danza y la música, late la misma convicción: estas disciplinas no son solo enseñanza, sino una forma de vida que en Melilla sigue creciendo con pasión y alegría.








